Nada parece cambiar en el escenario previo a las elecciones locales y nacionales. Pese al entusiasmo de ciertos sectores del oficialismo nacional, muchos analistas aseguran que el desafío para el macrismo, en octubre, es cada vez más difícil. Por su parte, las encuestas siguen favoreciendo aquí a Cambia Mendoza, que se cierra más y más en la gestión de Cornejo, mientras el justicialismo se ve en la necesidad de potenciar a su candidata y, en ese plan, buscar que el llamado anclaje nacional arrastre hacia arriba. De ahí el desfile de dirigentes y funcionarios con vuelo propio a nivel nacional. Claras estrategias diferenciadas.
En la semana, el llamado a licitación para la obra de Portezuelo del Viento le dio a la gestión de Cornejo la posibilidad de generar el impacto político que necesitaba a pocas semanas de la elección para saber quién será su sucesor. De ahí la coincidencia con el límite dispuesto en el cronograma electoral para la realización de anuncios de obras y para inauguraciones por parte del Gobierno. Justo en el límite posible.
Existen motivos para entusiasmarse por parte del oficialismo. Se trata de una megaobra largamente demorada que encuentra en estos tiempos su viabilidad. Sea cual fuere su sucesor, Alfredo Cornejo podrá decir siempre que durante su mandato se destrabó la materialización del emprendimiento. Revancha para la frustrada gestión de Cobos que en aquella oportunidad fue víctima de las promesas nacionales luego defraudadas.
Lo de la licitación de Portezuelo del Viento tiene semejanza a lo que ocurrió en su momento con Potrerillos, proceso que también supo de transiciones. El resultado electoral del domingo 29 dirá de qué color político será quien se encargue de los pasos previstos para el emprendimiento del sur provincial desde el año próximo.
Como es habitual, y de acuerdo a la estrategia de campaña del oficialismo, el Gobernador se encargó de destacar en cada acto que le tocó presidir en estos días la injerencia de la obra pública en los distintos sectores de la sociedad, independientemente de reconocer la incidencia del desorden económico generado por el macrismo y su influencia decisiva en el voto de la gente en todo el país.
Trasladarle a Rodolfo Suárez el paquete de iniciativas para continuar gestionando en temas vinculados con la infraestructura edilicia y de servicios, entre otros aspectos, es una de las prioridades del Gobernador y, como señalábamos, una carta de presentación a la hora de pedir el voto que plebiscite favorablemente su labor de estos cuatro años.
En otro aspecto, tanto el Gobierno como los candidatos provinciales dieron el presente en el foro que organizó en la semana la Unión Industrial de Mendoza. Algo propio del tiempo previo a una elección.
Los empresarios se mostraron muy contentos con la convocatoria del miércoles y con el interés de las empresas por el futuro de Mendoza y dicen no dudar de que la energía y la minería serán protagonistas de la economía mendocina en los años venideros. Además consideraron un logro haber tenido a los candidatos a gobernador en el encuentro, porque éstos pudieron conocer las inquietudes y necesidades del sector.
Fue agradable a los oídos de los industriales que tanto Suárez como Fernández Sagasti se expresaran a favor de dar más impulso a la actividad minera.
Obviamente, no pasó inadvertida la reacción que tuvo el gobernador Cornejo ante apreciaciones del empresario Totero, tensión que finalizó días después con una reunión conciliatoria entre el jefe del Ejecutivo y el empresario para emprender, o por lo menos intentar, iniciativas conjuntas entre el Gobierno y el sector privado. Este cambio de actitud del Gobernador dejó conforme a la dirigencia industrial, que había lamentado que por lo ocurrido se hubiese empañado en parte el foro.
Probablemente el origen del entredicho (la expresión del empresario) haya constituido una suerte de correlato de la tirantez que dicho sector expresa a nivel nacional con la gestión de Macri, que no dijo presente en el evento nacional de los industriales. Pero en ese caso habría que advertir una vez más que la mirada gubernamental local no es la misma que la que proviene de la Casa Rosada.
Por su parte, la principal candidata de la oposición sigue contando con la visita de conocidos dirigentes nacionales en los cuales se referencia la fórmula del justicialismo. Y la curiosidad que invade a la dirigencia provincial del PJ en general es si estos nombres realmente le suman a la oposición local en el corto tramo que resta hasta las elecciones del domingo 29.
Esta vez el aporte provino del gobernador de San Juan, Sergio Uñac, uno de los dirigentes que se consolidan en el nuevo mapa partidario del PJ, y de Sergio Massa, el líder del Frente Renovador ahora recuperado por el kirchnerismo y Alberto Fernández para asegurar votos en Buenos Aires y en otros lugares en los que en su tiempo influyó el massismo.
Lo de Massa en Mendoza tuvo más que nada el simbolismo de su figura junto a la joven candidata a gobernadora, puesto que su corriente en esta provincia se encuentra sumamente disminuida; sus dos principales referentes, el intendente Jorge Difonso y el diputado y gremialista Guillermo Pereyra, siguen junto al cornejismo. En realidad, desde 2015 forman parte de la corriente que lidera el Gobernador, por lo que no se podía esperar un cambio de direccionamiento en estos momentos.
Sin embargo, en su rápido paso por esta provincia Massa insinuó que espera luego del 10 de diciembre el regreso a su fuerza tanto de Difonso como Pereyra. Ninguno contestó, pero desde el entorno del intendente de San Carlos señalaron que “Jorge tiene siempre mucho respeto y afecto por Sergio (Massa), aunque considera convencido que el mejor equipo para Mendoza es el que encabeza (el intendente) Suárez”.
Mientras tanto, en el justicialismo siguen con atención los pasos que va dando la fórmula de candidatos a la gobernación. Hay quienes insisten con la necesidad de que Anabel Fernández Sagasti adopte una actitud de campaña más atrevida en cuanto a propuestas. Pero desde círculos más cercanos a la candidata dudan del lanzamiento de promesas que después, en caso de ser gobierno, se transformen en cuestiones de difícil cumplimiento.
En materia de sondeos no hay grandes novedades. En Cambia Mendoza siguen hablando de una diferencia cómoda, de más de diez puntos, con respecto a la fórmula del peronismo, mientras que en el “anabelismo” son optimistas y dicen estar detrás de Suárez a no más de 3 a 4 puntos porcentuales. El instinto de los más experimentados en elecciones habla de 7 u 8 puntos a favor de Cambia Mendoza, una diferencia bastante similar a la que obtuvo Alfredo Cornejo en 2015, cuanto superó a Adolfo Bermejo en la pulseada por la conducción del Ejecutivo. Habrá que esperar el porcentaje de votos que reúnan los otros dos candidatos, Ramón y Barbeito, en la puja por liderar la tercera fuerza local. De todos modos, el traspié de muchos encuestadoras en las primarias nacionales de agosto, con cálculos que no se acercaron en absoluto al enorme caudal de votos que obtuvo Fernández, invita a esperar sin confiarse mucho en las cifras que se trascienden o se dan a conocer.