Todavía se puede caminar tranquilo por la peatonal de la esta villa costera, es decir, sin amontonamientos. No obstante, andando por las calles del poblado se percibe una suerte de efervescencia, y es justamente la que implica la inminente temporada 2012-13. Así, prestadores de servicios turísticos de toda índole se apresuran con sus menesteres y ultiman detalles. Diciembre, es así, se escucha en cualquier esquina.
Turismo llegó a esta localidad balnearia, anticipándose a los muchos mendocinos que lo harán en las semanas venideras. La finalidad: buscar esas postales sensoriales de verano para anticipárselas a los lectores.
Son años
Sin dudas que lo culinario, no necesariamente gourmet y tan simplemente comestible, representa una arista importante de las vacaciones, más aun, en este rinconcito de la costa atlántica. Entonces, hablando con los lugareños, con la gente de la calle, recabamos los siguientes tips en la materia.
"No podés venir a Miramar y no pasar por la Mickey", afirma, Catalina. La señora, que ha vivido siempre aquí, se refiere a un bar americano de 60 años. Dice que su historia es común a la de los veraneantes, que ha visto pasar a varias generaciones, y que los nietos, podrán saborear este verano los sundaes, waffles, hamburguesas o pizzetas que les contaron sus abuelos. La esquina de Peatonal 9 de Julio y 14; en centro neurálgico y de paso obligado hacia la playa; será de seguro una de las paradas de enero y febrero. Sus sillas de mimbre y caño, al viejo estilo de los bares de la primera mitad del siglo XX, siguen recostando sueños adolescentes y recuerdos adultos de tantos veraneos.
Pochoclos, garrapiñadas, maíz inflado y manzanas acarameladas tienen apellido en Miramar.
Resulta que don Azar hace más de 40 años que llega desde Rosario, para ubicarse en la confluencia de la Peatonal 9 de Julio y la calle 24 (frente a la plaza de los artesanos) para vender estas dulzuras. Su rostro afable, su paciencia a prueba de chicos, y su bigote siempre bien recortado, lo han vuelto un personaje entrañable, a pesar de ser forastero. Cuentan los miramarenses que lo que no vende en el día, lo reparte entre los chicos del barrio que lo esperan, tarde a la noche, cuando vuelve a la casa que alquila desde siempre.
Que es el agua, la harina, o que son los pasteleros...teorías existen muchas, pero todos ponderan las medialunas, las facturas y el pan de Miramar. Probablemente estos factores colaboren para que tengan ese gustito tan agradable y rico que hace que las dietas se queden en Mendoza. Varias panaderías tienen cuadras de casi un siglo de vida, con hornos que todos los días ven pasar a los dorados manjares, a los cuales se suman bizcochos, masas y tartas que se materializan en los rollitos que se llevan de vuelta a casa.
Comprar las medialunas de "La Unión", es un must estival. Este establecimiento tiene más de 60 años haciendo las mejores facturas, y de allí han salido pasteleros de fama mundial, como Ariel Segesser, el creador del Alfajor más grande del mundo y del Huevo de Pascuas Gigante de Miramar.
Las rutinas de la playa
Con qué entretener el estómago durante las horas de arena y sol es otro tópico interesante. “No son top; pero todos hemos comido churros en la playa y se los sugerimos a los visitantes”, convida Martín. Quien recuerda que en horas de la tarde empieza el trajinar de los churreros por los balnearios. Lo que no saben los turistas, es que la mayoría ha montado pequeños emprendimientos familiares que guardan celosamente las fórmulas magistrales de sus confituras fritas. La historia de los que trabajan a full mientras otros descansan, es la de muchos por aquí.
Los barquillos, también tienen lo suyo y desde ya que son un clásico. Es que los vendedores de estos productos esquivan lonitas, reposeras y toallones con su llamador compuesto de dos tablas unidas por una bisagra, que se golpean rítmicamente entre sí. Al escuchar ese sonido, los niños saben que llega su dulce recompensa. La compra se puede multiplicar jugando a la "ruleta del barquillero". Ubicada en la tapa del recipiente, mediante el giro de una aguja indicadora, se obtiene la posibilidad de sumar piezas de esta galleta cocinada sobre una plancha metálica que le da el tramado y su consistencia crujiente.
Salgamos a comer
La gastronomía en Miramar tiene una muy buena relación en precio, calidad y cantidad. Es casi una regla: en los restaurantes se come rico y cada porción es lo suficientemente abundante como para compartir.
Algunos hitos dentro de la cocina local son Fortunato; propiedad de descendientes de las primeras familias fundadoras de la ciudad. Otro es el Restaurante de Mariscos Da Silvana (a 1 cuadra de la Peatonal), con una propuesta de excelencia para quienes deseen probar los frutos del mar. Nanni Cocinero, por su parte, sirve cocina mediterránea y criolla, pero innovando e incluyendo los productos frescos de la zona en su menú.
Círculo de Amigos, se jacta de recibir a casi todos los turistas porque está abierto a cualquier hora, con una carta amplia que depara sorpresas como ranas, caracoles, o carne de llama, junto a los platos tradicionales de la cocina argentina. La parrilla La Villa (ubicada en el acceso a Miramar por Ruta Prov. N° 11, viniendo desde Mar del Plata) tiene un menú clásico y sencillo, que no permite renuncios a la hora de elegir entre la carne de vaca, cordero o lechón con deliciosas empanadas y postres caseros.
Romeo (en el nuevo Resort y Spa Van Dyke, Av. 37 y 18), Frontera Sur (dentro del complejo turístico que se encuentra junto al mar y al Bosque de Miramar, a 1,5 kms. del Muelle de Pescadores por el Camino Costero hacia el Sur), o el nuevo restaurante de la Hostería Villasol (frente al mar, en calle 33 y 6), son algunas de las nuevas expresiones que se suman a la variada oferta local.
