Avanzando por la calle Mathus Hoyos del Bermejo, a diez minutos del centro, está la casa-taller de Roberto Rosas, uno de los escultores más importantes que ha dado la provincia. Desde su fallecimiento, en 2015, ese lugar (¿ese santuario?) no ha quedado inmóvil. La llamada Casa del Escultor es hoy por hoy para Fabiana Maza Ozcoidi (compañera de él por más de veinte años) un legado que hay que sostener vivo y que, después de cuatro años, la mantiene aún trabajando.
Con ayuda de historiadores y arquitectos ha ordenado, catalogado, restaurado y proyectado todo (ver recuadro). Esa idea va tomando forma de a poco. ¿Y en qué consiste? En que éste sea un espacio para que perviva la memoria de Rosas y conocer su obra desde adentro, pero también para pasar un momento ameno en El Bermejo, con relajación y buena gastronomía.
Maza nos abrió las puertas de la gran casa-taller, donde ciertamente las palabras sobran: "Él era lo que están viendo ahí", nos dice señalando sus herramientas. Martillos, serruchos, soldadoras, chapas, etcétera. "Cuando él se dio cuenta de que no podía seguir trabajando, se deprimió absolutamente. Decía que se le había ido el ángel de la inspiración", recuerda sobre el trabajo duro de Roberto, que prolongó hasta los 75 años.
Las herramientas están silenciosas en un ángulo del taller, que tiene un entrepiso del lado opuesto, con la biblioteca personal y un sector de exposición de cuadros de otros artistas (regalos e intercambios entre amigos).
Junto a ellas, vemos algunas de sus últimas piezas: "Truenos" (2012), comenta Fabiana, "es la última de Rosas en estado puro". Pero hay otra más, sin título, que hizo motivado por la hija de ambos, Paloma. "Si la ves, es una escultura abierta por dentro. Está vacía, como vacío estaba él. No hemos querido ponerle un título", asume ella.
"Él hacía, hacía y hacía. Y la casa lo refleja, porque cada día que se levantaba pensaba qué espacio podía intervenir", cuenta Maza, responsable también de la Fundación Rosas, que fundó en vida el escultor inspirándose en la de Guayasamín.
¿Cómo era su rutina aquí? "Metódica. Era una vida sencilla y poderosa, en el sentido de que no todo el mundo logra hacer lo que quiere, pero él pudo", cuenta Fabiana desplazándonos por el lugar: "Se levantaba a las 10, se dedicaba después a todo el ritual del almuerzo, que le encantaba. Después podía trabajar hasta muy de noche. La siesta era sagrada, y en invierno se iba a dormir arriba (refiriéndose al entrepiso) y se echaba en el barco".
El barco es un sillón de madera que hizo él mismo y que tiene en la proa fauces de cocodrilo, un animal que se repite en otras partes. Por ejemplo, en una salamandra de más de dos metros forjada también por él, en cuya base (una especie de infierno) hay un cocodrilo incandescente irradia el calor. Maza nos cuenta, sí, que hay símbolos por todas partes, y que corresponden a sus intereses en antiguas culturas, como la egipcia y la precolombina.
Rosas compró el terreno (unos 1.500 metros cuadrados) en 1986, después de haber intentado vivir un tiempo en Buenos Aires, y desde entonces no paró de construir. Correspondía también con una resolución de la época, que veía a El Bermejo como un futuro polo cultural y turístico que hoy, más de 30 años después, sigue pendiente (en la zona viven Luis Quesada y Miguel Gandolfo, entre otros artistas).
Pero más allá de eso, la tarea de Rosas fue la creación de un mundo propio, del que salió pocas veces sus últimos años. El concepto era muy claro: su taller no podía separarse de su casa. Él habitaba su oficio. Así, todo lo que hacía era también utilitario, como su propia cama con baldaquino, fabricada en madera por él (había sido carpintero de joven), que tituló "Arca de Noé". No hace falta explicar por qué.
"Hay una nota de Los Andes, de 2003, donde él -con 65 años- contaba que tomaba diez medicamentos por día y que estaba seguro de que, cuando no pudiera seguir trabajando, no iba a querer vivir más. Fue coherente, porque murió dos años después de dejar sus herramientas. Pero tampoco contó que iba a tener una hija", dice Maza refiriéndose a Paloma, que lleva su nombre no solo por Paloma Picasso y Paloma Alonso; sino también por el amor de su papá a los pájaros.
En la entrada del taller, las esculturas gigantes llaman la atención de los transeúntes curiosos. Una es un aborigen que en su espalda lleva el mundo, la otra es un ángel ambivalente (que con sus alas y su espada representa el bien y el mal). Y la tercera, de cinco metros de altura, es un hombre que lleva en su espalda una guitarra y a sus pies frutos de la tierra. Al frente tiene las máximas que predicó en su vida. Y en el interior hueco un maizal forjado que llama la atención de los pájaros.
Ese hombre gigante es, de hecho, una pajarera. Hoy en día adentro hay un nido y, un poco más allá, están las propias cenizas de Rosas.
Un polo cultural
Vecinos y empresarios de El Bermejo, El Sauce y Colonia Segoviaestán reflotando la ordenanza municipal 224/88 que sentaba las bases para el desarrollo socioeconómico y ecológico de la zona. También comprende el proyecto realizado por Luis Quesada: "Bermejo cultural", y el productivo y educativo de las Huertas Orgánicas iniciadas en las escuelas, y lo deportivo a través del Mendoza Rugby Club.
El trabajo minucioso y la presentación de expedientes ante diferentes organismos involucrados por parte de Adriana Aznar y desde la Fundación Rosas busca que se le dé prioridad a la zona para convertirla en un polo turístico y cultural que la inserte en los distintos circuitos. "Es la zona de Guaymallén más postergada en cuanto a obras en espacios públicos y es fundamental que se laconsidere como relevante para el desarrollo turístico y económico que tanto se valora", sostiene Maza.
Sepa Más
El proyecto
Contempla dos sectores de muestra biográfica permanente, un sector de exposiciones temporales con un salón para gastronomía, un sector de exposición a cielo abierto, tres sectores de conservación y recreación ambiental, un depósito de obras y un laboratorio de registro de archivos. Con reserva previa se reciben grupos reducidos. Más información y contacto al mail fmazaozcoidi@gmail.com