"Después de todo, tal vez lo mío sea un milagro”, dice entre risas Oscar Sívori (46), nuevo fiscal de justicia que tiene la Primera Cámara del Crimen en el Este, mientras hace un repaso de su vida y vuelve a sus orígenes, a los callejones de Montecaseros y a los días en que, con 9 años, entraba a esas viñas en el norte de San Martín a ayudar en la cosecha, simplemente porque no quedaba otra, porque sus viejos se habían separado y a él le tocaba apechugar con su mamá para salir adelante.
“De pibe aprendí a cosechar, también a atar y a podar la viña; hice todo eso para ayudar en mi casa y para comprarme el guardapolvo y los útiles; vengo de abajo”, dice Sívori con la autoridad del que la remó temprano.
Hace una pausa, convida un mate amargo en el comedor de su departamento, sentado debajo de una biblioteca de derecho penal y dice que recién ahora, a la vuelta de los años y cuando también él formó familia, está haciendo las paces con su padre: “Él murió hace tiempo y ahora que también yo soy papá, entiendo algunas cosas y creo que nos estamos amigando”.
Sívori es penalista, un abogado respetado por colegas y magistrados, que suele llegar a tribunales en su bicicleta modelo 42 y que dedica tres horas diarias a la lectura. Inteligente y ácido, es dueño de un vozarrón que se impone en la charla; también es un hombre al que no le fue fácil llegar donde está y por eso mismo, resulta casi paradójico que tal vez en el mejor momento de su carrera, cuando más cómodo se siente en eso de defender al acusado, decida pegar un volantazo, cruzar de escritorio y ocupar la vacante en la Primera Fiscalía de Cámara de la Tercera Circunscripción.
Desde ahora será el que acuse en los juicios, el representante del Ministerio Público, aquel que defienda los intereses del Estado y de las víctimas: ya rindió de forma impecable el examen para el cargo y poco antes de Navidad, el Senado le dio su apoyo con 31 bolillas blancas contra solo dos negras; resta la formalidad de que el Gobernador ponga su firma al nombramiento.
“El derecho penal surge para limitar el poder de castigar que tenía el Estado”, explica: “Pero es un derecho lleno de ficción porque, entre otras cosas, el imputado nunca está al mismo nivel del Estado que lo acusa, aunque en el juicio acordemos que es así”. A lo largo de la charla señala que la Justicia es perfectible y subraya algo: “Siempre se trata de personas, eso es lo que no hay que olvidar y lamentablemente ocurre: se trata de personas, de la dignidad de la víctima y también de la del acusado”.
El rockstar de la radio
Veinte años atrás, Sívori decidía el primer volantazo de su vida y también aquello le salió bien: a comienzo de los ‘90 y por esas cosas de la vida, hacía radio. Era la principal voz de la mítica FM Merlín, una de las emisoras más roqueras de la provincia, con estudios en San Martín. Ese trabajo le abrió otras puertas y así, con 20 y pico de años fue también disc-jockey; de esa época guarda centenares de anécdotas surgidas en bares y en la calle.
También en esos años comenzó a formar la enorme colección de discos de la que hoy es dueño. “Con la radio aprendí que nada es inalcanzable ni demasiado grande y que poniendo ganas, todo se puede lograr”, resume Sívori, que incluso hoy sigue poniendo música en alguna que otra fiesta.
“De trabajar la viña y ser peón rural pasé a ser un tipo muy conocido, casi un rockstar que firmaba autógrafos a la salida de la radio y que vivía muy bien”, cuenta el ‘Negro’ Sívori, apodo con el que lo conoce medio San Martín, y dice que ahí, en la cresta de su carrera radial, cuando su programa “El club del gato” recibía casi 4.000 llamados, decidió largar todo e irse a Santa Fe a estudiar abogacía.
“Fue tremendo porque en la radio ganaba dos veces el sueldo de un empleado y de pronto estaba en Santa Fe, comiendo arroz y viviendo de lavar copas en un boliche y vendiendo diarios en un semáforo”. En el 2000 se recibió y volvió a San Martín.
Sívori larga conceptos todo el tiempo: dice que la gente pide que los delincuentes vayan presos, “pero que nadie quiere una cárcel cerca”; que las prisiones “están llenas de los pobres que no tienen para pagar abogado”; que “la mayoría de los juicios son por delito flagrante, porque casi no se investiga”; que el éxito de una persona “no es la plata sino descubrir su lugar en la vida” y también dice que “solo el día que empiece a caer presa gente importante van a mejorar las condiciones de la cárcel”.
Hacia el final de la charla, sostiene que para ser un buen penalista no hay que involucrarse: “El abogado es como el que te arregla el lavarropas, viene y hace su trabajo pero la ropa sucia sigue siendo tuya”.
"Hay que tratar de no tirar basura"
Oscar Sívori es también un activo defensor del medio ambiente y fundador en San Martín de un grupo ambientalista de vecinos que periódicamente se reúne y sale a limpiar las acequias de la ciudad. “Como habitantes del planeta tenemos derechos y también deberes: el derecho a gozar de los recursos, pero el deber de preservarlos”, dice el abogado, y agrega: “Hay que tomar conciencia y cambiar nuestros hábitos porque los recursos son escasos y las necesidades infinitas”.
Eventualmente, el grupo de los Ciudadanos Antiplástico sale a recolectar la basura que otros tiran: “Te metés a la cuneta a sacar botellas y hay gente que te mira como bicho raro; no importa, hay que seguir para crear conciencia”.
El grupo formado por Sívori tiene más de tres años de existencia y la tarea que realiza ha sido imitada en otros puntos de la provincia. El abogado penalista también ha dado charlas en algunas facultades, invitado a contar su experiencia y su propuesta: “Es simple, hay que tratar de no tirar basura y en todo caso, recogerla. Muchos exigimos que esa tarea la haga el Estado y está bien, pero el Estado somos todos y podemos colaborar”.