La abogada “antisistema” Virginia Raggi puede convertirse mañana en la primera alcaldesa de la historia de Roma, donde disputará con un candidato oficialista el más atractivo de los 126 balotajes previstos en toda Italia para elegir gobiernos locales, incluidos los de las importantes ciudades norteñas de Milán y Turín.
Raggi, de 37 años y del opositor Movimiento Cinco Estrellas (M5E), se impuso en la primera vuelta del 5 de junio con poco más del 35% de los votos y quedó en una inmejorable posición para disputar el gobierno de la Ciudad Eterna al gobernante Partido Democrático (PD) del primer ministro Matteo Renzi.
Para llegar al Campidoglio, la sede del gobierno que se ubica sobre una de las famosas siete colinas de Roma, Raggi tiene que superar la prueba que representa Roberto Giachetti, un dirigente del PD de 55 años y larga tradición política en la capital.
Raggi aseguró la semana pasada que sin dudas un triunfo del M5E en la capital tendría un impacto nacional, pero desde el PD buscan evitar una “nacionalización” de los resultados del domingo y encapsularlos dentro de los límites de cada una de las ciudades.
En esa línea, y luego de que su candidato alcanzara el 24% de los votos en la capital en la primera vuelta, Renzi ratificó que “absolutamente no” tiene pensado renunciar en caso de una victoria de Raggi en Roma y que el único plebiscito sobre su gestión será el referéndum dispuesto en octubre para discutir la reforma constitucional aprobada en abril pasado. De todas formas, Renzi ha intervenido en algunos de los ejes centrales de la discusión entre Raggi y Giachetti de cara al domingo, como la candidatura romana para los Juegos Olímpicos de 2024.
“Si Raggi gana tengo la impresión que no tendremos Roma 2024”, aseguró tras la primera vuelta Renzi, quien por ahora mantiene su viaje a Río de Janeiro el próximo 3 de agosto para promocionar la candidatura capitalina, mientras que la candidata del M5E ya anunció que convocará “un plebiscito para que los ciudadanos decidan si quieren los juegos o no”.
Los comentarios de Renzi sobre Raggi fueron leídos como la prueba concreta de la preocupación oficial por el resultado en Roma, donde desde fines de 2015 hay un gobierno técnico de transición a cargo de un prefecto luego de la renuncia del ex alcalde Ignazio Marino por una serie de escándalos financieros, entre ellos supuestos gastos excesivos con la tarjeta de crédito del municipio.
“Si yo gano no habrá más tarjeta de crédito para el alcalde”, ha repetido Raggi varias veces en campaña.
Su promesa busca aprovechar el descontento de buena parte de la capital -especialmente las comunas de las periferias, en las que se impuso con comodidad- con el sistema político, arrastrado desde que en 2014 se conociera la existencia de una red de relaciones corruptas entre políticos capitalinos y criminales y mafiosos. De todas formas, el propio Marino, que había sido elegido en 2013 por el PD, ya anunció que mañana votará a Raggi.
A horas de la segunda vuelta, en sus últimos cruces televisivos los dos candidatos han puesto en el eje del debate otros temas locales de la ciudad, como la gestión del transporte público y la recolección de residuos, sobre los que ratificaron sus modelos contrapuestos.
El polémico alcalde de Nápoles, favorito
El alcalde de Nápoles, Luigi De Magistris, en vías de ser reelegido mañana, no deja a nadie indiferente. Sus enemigos lo tachan de megalómano y demagogo, y sus simpatizantes de visionario inspirado en un modelo político más participativo.
Pese a las divergencias de opiniones, todo parece indicar que los habitantes de esta ciudad del sur de Italia concederán un nuevo mandato de 5 años a este hombre de izquierda y enemigo acérrimo del jefe de gobierno de centro-izquierda Matteo Renzi. Y es que “Nápoles ha mejorado”, resume Massimiliano Gallo, que dirige una web de información en internet, “Il Napolista”.
En 2011, cuando fue elegido, Nápoles estaba sumergida por una huelga de basura que obligó al ejército a intervenir y alejó a los turistas. “Hoy la crisis de la basura terminó y el turismo se halla en pleno auge”, explica Gallo.
“Hoy Nápoles es una ciudad llena de vitalidad, que ha redescubierto el sentido del orgullo, de la participación, es otra Nápoles”, asegura el alcalde, que el martes cumplirá 49 años.