El mismo desgarro que produce la partida de los grandes pensadores y humanistas, se vivió hace pocas horas con el fallecimiento en Luján de Cuyo, a los 85 años, del escritor, historiador y ensayista Rolando Concatti.
Un nutrido número de familiares, amigos y compañeros de lucha en distintas actividades, estuvieron presentes en su velatorio y en la inhumación de sus restos.
Nacido en Luján en noviembre de 1933, y miembro de una familia tradicional del medio, abrazó joven la vocación religiosa en la Iglesia Católica, destino clerical que sin embargo abandonó con el tiempo en desacuerdo con los postulados de quien conducían la curia local en ese momento. No lo hizo solo sino dentro de un movimiento que se conoció localmente como "los 27 curas rebeldes", enrolados en el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, entre los que se encontraban, además de otros, Jorge Contreras (que siguió misionando), Oscar "Braquio" Bracelis y Edgard Tarico.
Simultáneamente, por entonces Concatti se recibió de contador público en la UNCuyo.
Una de sus grandes militancias se desarrolló en el campo social y los derechos humanos, accionar que encontró cauce en la Fundación Ecuménica de Cuyo, institución de la que cofundador, y en la que también participaba Annie van Leeuwen, de 87 años, presente ayer en el funeral para despedir a su antiguo amigo de ruta.
Por pensamiento y coherencia nos recuerda a otro trascendente pensador mendocino, igualmente universal, Arturo Roig, uno de sus grandes amigos.
Hacia el final de su vida, y antes que flaqueara su salud, trabajó con entusiasmo en el proyecto para consolidar un recorrido histórico integral de la provincia, la llamada línea del tiempo, que arranca en la prehistoria y termina en 2010.
Escribió ensayos y artículos políticos, y con anterioridad a convertirse en eximio novelista, publicó tres libros, "Nuestra opción por el peronismo; "¿Fin de la economía peronista?" y "Crisis y alternativas para el fin de siglo". Temas que como antropólogo cultural, ocupaban las páginas de la recordada revista "Alternativa Latinoamericana", otra de sus creaciones. Muchos que lo siguieron en su derrotero antropológico y sociológico, se extasiaron con su vena novelística, dejó plasmada en obras como "Nos habíamos jugado tanto" (1997); "Qué está de olvido y siempre gris" (2000), y la historia "a contrapelo" de las lagunas del desierto de Lavalle, "El tiempo diablo del Santo Guayama". Una de sus últimas creaciones es un cuento, "Un globo para el nono", relato impregnado de nostalgia, envuelto en sueños, acorde con la condición de nieto de italianos.
Desde Buenos Aires, el escritor lujanino Rodolfo Braceli, escribió: "Fue un escritor y un hacedor, un habitante en el más pleno sentido de la palabra. Cuando abandonó el sacerdocio en realidad empezó a ejercerlo con más hondura, afrontando los peligros que anidan en 'la realidad'. Junto a otros curas comprometidos con el arduo y verdadero evangelio, suplantó el cómodo olor a incienso con el muy humano olor a intemperie".
Rodeado el féretro de su esposa, la profesora Esther Sánchez, sus hijos Ignacio y Gabriel (Andrés, el tercero de los vástagos, reside en EEUU), sus cinco nietos, sobrinos, amigos y vecinos, se lo despidió con emoción. Deja una estela de solidaridad y compromiso que no se olvidará, como lo rescató su cuñada, Ivonne Solari, en una improvisada como sentida despedida.
Para resumir su esencia, siguen vigentes palabras escritas hace tiempo por Pablo Lacoste, que traemos al presente: "En tiempo de individualismo extremo, personas como Concatti permiten mantener la fe a muchas personas".