La primera dama de Tucumán y senadora nacional Beatriz Rojkés de Alperovich, posee una escasa -o nula- habilidad dialéctica para salir adelante en situaciones comprometidas.
También, y a fuerza de decir verdad, es destacable señalar que la dirigente política es respetuosa consigo misma, porque dice lo que siente, más allá de que con sus palabras pueda lesionar el sentir de alguien o de miles de tucumanos. Lamentablemente los decires de la “sincera” senadora están sobrecargados de prejuicios y discriminaciones, en particular hacia los más pobres.
Rojkés es esposa del actual gobernador de Tucumán, José Alperovich, un empresario cuya fortuna es una de las mayores de esa provincia, que comenzó militando, primero en las filas de comunismo y luego en el radicalismo, ocupando una banca en la Legislatura de esa provincia, hasta que el entonces gobernador justicialista Julio Miranda lo designó en el gabinete, como un gesto de acercamiento al presidente Fernando de la Rúa.
La caída de De la Rúa provocó que Alperovich renunciara al radicalismo para afiliarse al Partido Justicialista, donde hizo una fulgurante carrera política que le permitió ser tres veces gobernador: en 2003, 2007 y 2011 y ahora candidato a senador nacional. Beatriz Rojkés, por su parte, creció en la política al lado de su marido y actualmente es senadora nacional.
Es la presidenta del Partido Justicialista tucumano y en 2011 fue designada presidenta provisional del Senado de la Nación, ubicándose en segundo lugar en la línea de sucesión presidencial, detrás del vicepresidente.
Rojkés tomó trascendencia pública no por la presentación de proyectos importantes o por su función como integrante del bloque, sino por sus declaraciones públicas que, en muchas oportunidades, han superado los límites de la sorpresa.
Por señalar algunos ejemplos, podemos remitirnos a lo que les dijo a unos de sus comprovincianos afectados por las inundaciones en su provincia, al indicarle que "yo tengo diez mansiones, no una, pero estoy acá. Yo podría estar en mi mansión, pedazo de animal, vago de miércoles… ", o al afirmar que "estamos colaborando con los inundados, pero mi nieta también se merece una fiesta", al intentar explicar el porqué le realizaba una fastuosa fiesta en su residencia, en momentos en que el agua afectaba a decenas de miles de familias.
Varios "colmos" podrían mencionarse sobre las declaraciones de la primera dama tucumana. Como cuando al intentar "acompañar" a una madre que sufría porque su hijo se había suicidado luego de haber consumido drogas, la intentó “consolar” diciéndole que "al menos ahora vas a poder dormir tranquila, porque tu hijo no está más en la calle"; o cuando calificó a la Iglesia como una "amenaza contra la democracia y no hay vacuna contra esto", al considerar que la Iglesia era la responsable de la destitución de Fernando Lugo, en Paraguay.
Y ahora, como un modo de respuesta a la oposición que reclama por el resultado de las elecciones en Tucumán, Beatriz Rojkés remató indicando que "los tucumanos no somos indios, ni salvajes, ni ladrones", un verdadero exabrupto que lanzó sin siquiera ponerse colorada.
En la vida en democracia, todo el mundo tiene derecho a pensar como le parezca, pero lo grave se centra en que alguien con el mínimo interés por los más necesitados (los inundados), la carencia de comprensión hacia una madre que perdió su hijo o la falta de respeto hacia los "indios y salvajes" llegue a ocupar cargos tan importantes en el nivel político que llegaron a ubicarla en el segundo lugar en la línea de sucesión presidencial. Lamentable y preocupante.