Gerencia la entidad que nuclea, a nivel nacional, a los establecimientos que engordan ganado bovino a corral.
Rodrigo Troncoso asegura que de los feedlots sale no menos del 60% de la hacienda que va a faena en Argentina e indica que es necesario generar un cambio en el sector.
Señala que es un negocio que tiene sustentabilidad a futuro pero alerta sobre las asechanzas que se ciernen, ya no sólo sobre esa actividad, sino sobre toda la cadena de ganados y carnes del país.
-¿Cómo ven la situación de la cadena de valor de la carne vacuna?
-La situación nos preocupa porque, según datos del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación tenemos unos 500.000 terneros más que el año pasado en todo el país y está pronosticado vender medio millón de terneros más en el mercado interno, es más carne para el mismo mercado.
Este es un mercado que ya consume 60 y pico de kilos de carne vacuna; casi 40 de pollo y 10 ó 12 kilos de porcino por habitante y por año. Argentina es el país que más proteína animal consume en el mundo.
Estamos sobre ofertados. Entonces, cualquier cosa que agreguemos, así sea poco, va a precio. Excepto que se le busque otra salida.
-¿De qué estamos hablando cuando hablamos de otra salida?
-De las exportaciones. Si para el segundo semestre no mejoran las condiciones para exportar, el negocio de la carne va a seguir estancado; vamos a tener una caída en el precio del gordo.
Mientras tanto, hay subas de costos importantes. El gasoil está aumentando permanentemente y esta es una producción intensiva donde se usa mucho gasoil y el mantenimiento de la maquinaria es alto.
Los costos fijos empiezan a tener una importancia significativa, más allá del costo de alimentación.
De manera que, si no tenemos buenas noticias para la exportación en el corto plazo, vamos a tener un negocio chato. No solamente para el feedlot, sino para la totalidad de la cadena.
-¿Es realmente importante el escenario comercial en el exterior para la carne argentina?
-Hay cosas que damos por hecho y las repetimos pero no siempre las analizamos en toda su dimensión. El mundo quiere carne y Argentina tiene la posibilidad de hacer todo tipo de carnes, de feedlot, a pasto y orgánica.
Es cierto que hoy no están dadas las condiciones internas para aprovechar esas oportunidades pero como país, como sector privado, seguimos trabajando en negociaciones internacionales.
Si después se dan las condiciones de precio y de normalización de las exportaciones argentinas, vamos a poder acceder.
Hoy, como país -por ejemplo- estamos negociando con Europa una nueva cuota que habilitó la UE, con la exigencia que sea carne de feedlot, y que va a entrar con una ventaja impositiva por sobre la cuota Hilton.
-¿Hoy la cadena termina en el mercado interno?
-Eso impacta en todo el negocio. Hay una situación de estacionalidad que termina achatando el mercado, porque afecta tanto a la cría, como a la recría y al engorde.
El criador vende todo junto, se lo compramos todo junto al precio más bajo, porque hay oferta, encerramos los terneros todos juntos y los vendemos al precio más bajo, todos juntos.
Cuando uno tiene la alternativa de la exportación, ya no está limitado sólo al mercado interno de un animal liviano de 350 kilos, sino que se abre la demanda de un animal de 450 kilos, porque hay un mercado que lo va a pagar.
Ahí empieza el juego de las distintas producciones, porque algunos van a encerrar el ternero y lo van a engordar rápido y otros lo van a recriar y recién después lo van a encerrar.
De manera que con dos categorías, para dos mercados distintos en distintos momentos del año, se rompe la estacionalidad. Lo virtuoso de la exportación es que uno no queda cautivo de un solo mercado.
-De todos modos, el mercado interno argentino no es para despreciar…
-Es cierto. Argentina tiene un muy buen mercado interno, que quiere calidad y la paga bien y lo podemos abastecer.
Pero necesitamos la exportación, que nos estabiliza el negocio a lo largo del año. Hoy tenemos serrucho de precios, porque no tenemos una exportación abierta.
Esto quiere decir que en un momento determinado falta oferta en el mercado interno, porque todos los terneros nacen en la misma época del año; todos los compramos en el mismo momento del año, en 4 o 5 meses los engordamos y lo vendemos al mismo mercado, con la misma categoría, en el mismo momento.
-¿En este esquema, entonces, el sector de la recría no puede expresarse en toda su potencialidad?
-Hoy no hay grandes volúmenes de recría. Hay recría en zonas donde no tienen otra alternativa.
Está funcionando, sí, pero para algunos productores que están integrados, que ven que comprar el ternero en el momento de mayor oferta es interesante, pero no es interesante encerrarlo en ese momento, porque después tienen que salir a venderlo cuando salen todos.
Entonces, están haciendo recrías de invierno para salir de la estacionalidad, para encerrar recién en octubre-noviembre, para venderlo en el otoño siguiente en el mercado interno igual, pero a los mejores precios.
Son empresas, no es que haya un sector de recría, pero ya hay muchos productores que están tratando de romper la estacionalidad. La consigna es: hay que romper la estacionalidad. Hay que tratar de ofertar todo el año parejo y que no haya momentos de sobreoferta.
Cultivos forrajeros potencian la producción
Rodrigo Troncoso ve con buenas perspectivas la producción de carne en Mendoza, a partir de la producción de forrajes bajo riego.
En ese sentido, recuerda que “Mendoza ha sido una provincia históricamente exportadora de terneros que ha venido produciendo entre 100.000 y 150.000 terneros que se iban a La Pampa, a San Luis y a Córdoba para ser recriados y engordados, después se faenaban allá y volvía algo a la provincia para faena”, sostiene Troncoso.
Pero apunta que Mendoza come 400.000 novillos por año, y hoy, a partir del uso del maíz -fundamentalmente- alrededor del 10% del consumo ya son terneros que se producen, se engordan y se faenan en la provincia.
Remarca, por eso, que para la región es muy importante el uso de una herramienta tecnológica como es el maíz estratégico.
Troncoso dice que “hay mucho espacio para seguir creciendo; pero aun así, lo que se avanzó acá, últimamente, era algo impensado hace 20 años atrás”.
Y destaca que “el engorde de hacienda a corral, es hoy una realidad que va creciendo en la provincia por el dinamismo que generan el maíz, el sorgo, los subproductos de la vid y de otras industrias que hay en Mendoza.
Todo eso, en función de una dinámica productiva y de agregado de valor dentro de los límites de la provincia”.