“Yo era un jugador de primera, representaba al Andino Tenis Club, y por ahí daba algunas clases de tenis”, así se inicia la charla con Rodrigo Orozco, el entrenador de Máximo Lucentini. Hace 10 años, la vida lo uniría casi por casualidad a Máximo y juntos comenzarían a construirse -en sus respectivas carreras- compartido la misma pasión: el tenis.
“Mi hermano tenía una escuela en Banco Mendoza, empezamos a darle clases a un chico de cuatro años y -en ese entonces- no podíamos imaginar lo que iba a ser. El otro profe dejó de trabajar y me hice cargo de la fase de competencia. Máximo debe haber tenido unos 5 o 6 años”, agregó quien -en 2006- también sumó sus primeros puntos ATP.
“Maxi hoy es un tenista de mucha potencia y juega bien metido en la cancha; es agresivo y le quita el tiempo a la pelota; creo que la derecha es su golpe más importante, es el que le da más puntos; tiene muchas cosas por mejorar, como el revés, pero su saque está en proceso de mejoría. Creo que él va por un buen camino”, sostiene el instructor del club de Chacras.
“Cuando Máximo tenía 7 años comenzó a competir, también obtenía buenos resultados. Después le empezó a ir bien en la categoría -10 jugando contra los más grandes. Fue convocado al equipo mendocino de -10 y a partir de ahí jugó todos los torneos en lo que tenía la posibilidad; siguió creciendo como jugador a los 12 fue el N°1 de su categoría”, sintetiza Orozco -en pocas líneas- años de entrenamiento y sacrificios.
“El año pasado Máximo afrontó la Gira Cosat (que se juega en los distintos países de América) y logró una de las seis plazas para jugar la gira europea de este año. Fue el único argentino que quedó entre los seis primeros del circuito y en el mes de julio jugará dos torneos en Francia, uno en Alemania, Holanda y Bélgica. Ahora se entena para eso y para jugar el Mundial en República Checa”, puntualizó Rodrigo Orozco; artífice y también testigo de una promesa deportiva.