Rodrigo Galdeano: “Mi humor no sólo se identifica con los mendocinos”

El año pasado se viralizaron por WhatsApp y YouTube personajes como Nelson de Maipú o el tipo al que le roban el pollo. “Tengo una propuesta de Radio Mitre, pero no sé si me iría a Buenos Aires...”, evalúa el cómico local.

Rodrigo Galdeano: “Mi humor no sólo se identifica con los mendocinos”

El centro, la ciudad, los trámites lo ponen de mal humor. Parece mentira que a Rodrigo Galdeano, esa voz que crea seres cotidianos en la radio y despierta la risa colectiva, pierda la paciencia y la gracia.

Perfectamente ese conflicto podría ser el disparador para crear la psicología de un nuevo personaje. Como él afirma: un hombre que se abatata frente a los trámites. "Cuando hace trámites se le termina el humor, y es como que todos se asombran y dicen: ‘¡Porque esa cara!’. Soy un ser humano que se pone muy mal en el centro, que odia manejar, llegar a la zona de los bancos.

Cuando puedo prefiero mandar a alguien porque soy muy alérgico a los papeles, el cajero, las computadoras. No me sale, me olvido las claves soy un desastre", sostiene el humorista de radio Nihuil que por estos días está de vacaciones y aprovecha para ponerse al día con la burocracia.

Y aunque todo empezó como un juego en la facultad, hace quince años atrás cuando estudiaba Comunicación Social y dio sus primeros pasos en el éter, hoy derribó los límites provinciales gracias a las redes sociales.

Sus creaciones, esos individuos que interpreta en el segmento de "Las líneas púbicas" en el programa "Hola País" llegó a lugares impensados gracias a los mensajes de Whatsapp y Youtube, medios por los que se viralizaron los audios de esos contestadores. Personajes como Nelson de Maipú, el oyente que le quería robar el pollo, la pareja de Fernando y Olga fueron blanco de las carcajadas en todo el país. A tal punto que el fenómeno llamó la atención de los medios de comunicación porteños.

-El año pasado fue intenso por todo lo que se generó con tus personajes, ¿vos cómo lo tomaste?

-Interesante al principio, divertido que se disparó por todos lados. Y después pase por distintas sensaciones. Tuve miedo porque dije: "No puede ser, llegó a todos lados". Iba a otras provincias, estaba en Santa Fe o Córdoba y me reconocían.

-Te entrevistó Jorge Lanata en la radio. ¿Surgieron algunas posibilidades de trabajar en otro lugar?

-Sí, surgieron. Es más, todavía tengo pendiente una reunión que yo la dilato no sé por qué cuestión, con la gente de radio Mitre. La verdad no sé si tengo muchas ganas de irme a Buenos Aires. La oferta es muy importante, muy tentadora. Los amigos y colegas me dicen que tengo que aprovecharlo, por el crecimiento económico y profesional. Pero como no me interesa eso, estoy muy tranquilo.

-Además los códigos que manejas en el humor son muy mendocinos…

-Sí. Igual de todas maneras creo que podría adaptarlo totalmente. Que una vieja maldita como Presbicia, o un niño como Tincho, o un Nelson de Maipú viviendo en Buenos Aires puede ser muy divertidos. Pero no pienso que mi humor se identifique sólo con los mendocinos. De hecho si pegó en todo el país lo que estoy haciendo con las líneas púbicas podría funcionar en otra parte. Pero soy muy familiero, apegado a las cosas de acá. Quizás más adelante me esté dando cuenta que me estoy perdiendo algo, o al contrario.

-¿Y te interesaría llevar esos personajes al teatro?

-Sí, podría ser importante. Pero para hacer algo en teatro hay que ser muy responsable, solidario y comprometerse con los compañeros. Y yo no tuve tiempo de nada, porque estuve muy ocupado, y puse en la balanza otras prioridades. Si estoy más relajado este año puede ser una opción. Yo soy muy obsesivo con los guiones, entonces los escribo yo y para el teatro no tenía tiempo.

Esa simpleza de tipo de barrio, amigable y observador del mundo que lo rodea son las cualidades que forman su personalidad y creatividad. El profesor Ácaro, Doña Presbicia, Tincho, Jony Rivarola y Pacheco el limpiavidrios conforman su derrotero. Y para crearlos, se inspira en seres reales, y los combina con hechos de la actualidad y el absurdo de las situaciones confluyen en un estilo propio dentro del humor.

-De todos tus personajes, ¿cuál te tiene cansado?

-Todos, (ríe). Me tienen hartos. Todos me saludan, ¡He Presbicia, he Pacheco! Y nadie me dice Rodrigo. Está bien que me han dado de comer pero han superado a la persona (larga una carcajada). Jugamos a la pelota y me llaman por Ácaro. Quizás con algunos me agotan un poco y le doy una descanso, porque ya no sé por dónde va a evolucionar. Pero los dejo de hacer dos semanas y me insisten que vuelvan.

-¿Y el que más disfrutás?

-Con el más cómodo me siento es con Tincho. Cuando me pongo el guardapolvos y me pinto pecas me siento un niño realmente, y siento que alrededor todos me respetan como un niño, nadie se zarparía y me diría una barbaridad, por más que ese niño se pasa de la línea de la picardía… juego con esos límites. Pero igual me siento un niño. Y con Doña Presbicia lo disfruto porque soy impune (ríe). Digo cada barbaridad y todo se lo perdonan. La vieja le falta el respeto a todo el mundo y para mí es un permitido. Lo llevo a un extremo, yo no odio a los gays ni a las maestras suplentes. Igual esta vieja es re contra hipócrita (ríe)... En el fondo tiene sentimientos copados.

-Después de tu participación en el programa "Siete y medio" surgieron las críticas que los personajes pierden esa magia que tienen en la radio, ¿vos cómo lo viviste?

-No tenía miedo de meter a los personajes en la tele, sí en los tiempos. Porque era un desafío importante hacer un programa a la media noche. Y que se perdiera la creatividad, no tener ganas de escribir por el cansancio del trajín. No me lo han dicho, pero es probable que algunos se los imaginaran de otra forma.  Cuando tuve que hacer por primera vez hace doce años en "Hola País al mediodía" el profesor Ácaro, fue todo tan rápido; conseguí una peluca, me puse un postizo, un traje viejo tipo San Ceferino Namuncurá y salí en la tele.

El personaje terminó siendo tan fuerte, que rompió todo. Y hoy lo sigo usando porque ya no creo que sea lo mejor, pero ya me encariñé y es como una cábala. Imaginate que esa peluca tiene más de diez años, ¡es un asco, un nido de lauchas! Es muy triste, pero es el cariño que siento por ella.

-¿Seguís el trabajo de algún humorista?

-Me gusta el humor maldito que tiene Gregory House. Disfruto algunas cosas de Capusotto. Ahora todos hacen humor. Ves un noticiero y hay un chistoso, quizás es el que dice los datos del tiempo. Y eso pasa hoy, no hay una cabeza, un humorista del programa. Todos se divierten y no me parece mal, pero los programas fuertes de humor salvo Capusotto que tiene un humor particular que algunas generaciones no les gusta, me cuesta encontrar algo en televisión que me guste. Hay momentos en que me río, pero no encuentro humoristas que me atrapen.

-¿Te imaginás tu vida sin este oficio, sin la radio y el humor de tus creaciones?

-Sí me imagino. Empezó como un juego y se transformó en un trabajo, porque la presión de escribir todos los días y de que salga algo divertido es un trabajo. Después que te divierta hacerlo es otra cosa, y que la gente lo acepte. Nosotros transmitimos energía, y quizás la gente se está matando de risa, y vos tuviste un mal día, pero la piloteás. Pero sí podría cambiar abruptamente lo que hago. Esto es un laburo y lo disfruto, pero a veces los cambios son importantes. Estoy en una búsqueda de hacer otras cosas.

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