Es indiscutible que "La casa de papel" es un fenómeno mundial. Esta serie española -que originalmente fue pensada para emitirse sólo en la televisión pública local- estalló en popularidad cuando desembarcó en Netflix y se convirtió en la ficción de habla no inglesa más vista en la historia de la plataforma de streaming. Como si eso no fuera suficiente, también batió records obteniendo 17 nominaciones en importantes festivales y ocho premios, entre los que se encuentra el Emmy a mejor serie de drama en 2018.
Por eso, no es de extrañar que mucho hayamos sentido un ramalazo de orgullo al enterarnos de que Rodrigo de la Serna sería el primer actor argentino en desembarcar en "la serie del momento". Con una amplia carrera, podría decirse que su primer gran papel lo obtuvo en 2004 cuando coprotagonizó junto a Gael García Bernal "Diarios de motocicleta", la película biográfica que cuenta el viaje del Che Guevara y Alberto Granado por América del Sur. Ese filme le abrió a De la Serna las doradas puertas de Hollywood, pero el actor dijo que no y las cerró al rechazar una propuesta de vivir en Los Ángeles.
En cambio, apostó por hacer carrera en Argentina y desde ese momento lo vimos en la pantalla local poniéndole el cuerpo a los más disímiles personajes. Fue un conflictivo y frustrado estudiante de medicina devenido en okupa, un impune lobista, un paciente psiquiátrico, incluso fue San Martín y hasta fue el cura Jorge Bergoglio. Ahora, después de muchos años, decidió aceptar esta segunda propuesta internacional y se vistió con el característico mono rojo y la careta de Dalí para darle vida al polémico Palermo.
- ¿Qué nos podés contar de Palermo, tu personaje en "La casa de papel 3"?
- Es un tipo muy perturbado, es un misógino patológico que tiene un trauma muy fuerte. Es un apasionado, un ingeniero brillante. En su misoginia es patético pero también con mucho carisma. Es un intelectual brillante, un loco de mierda, es todo. Es un banquete para un actor porque es genial de interpretar, tan contradictorio, amoral pero con ética, maravilloso. Es un tipo que también va a vengar algo y a reivindicar algo muy puntual; y es un tipo que no le tiene miedo a la muerte.
- Por esto que contás muchos lo compararon con Berlín. ¿Tendrá un destino parecido?
- No tengo idea. A mí me preguntan: “¿vos venís a reemplazar a Berlín?”. No, Berlín es irremplazable. El trabajo que ha hecho Pedro Alonso es monumental. Es un actor de una sensibilidad y una profundidad que yo pocas veces vi. Y empatizo mucho, tenemos un estilo de actuación muy parecido. Somos dos vertientes de una misma fuente, como dijo él. Pero sí en ambos personajes coincide el rol: es la misma carta en el plan, el que ejecuta el robo in situ, que es lo que hacía Berlín.
- ¿Hay una especie de amor entre Palermo y Berlín?
- Una devoción diría yo. Él lo ve como un dios a Berlín. Son dos tipos que se excitaron mucho juntos craneando este robo. Un golpe tan fuerte al sistema financiero y con un gran trabajo de ingeniería detrás. En esa calentura de lo que vamos a hacer y de lo que significa el robo Palermo esta enamoradísimo de Berlín. Un amor muy sufriente. Palermo tiene un pasado muy traumático.
- Cuando te convocaron para el papel, ¿ya eras fan de la serie?
- Había visto un poco y cuando me convocaron la vi en dos minutos, porque tiene esa cosa adictiva y ese gancho. Y una factura técnica impecable, que me parece que ahora van a depurar un poco; porque hay que decirlo también: la serie fue concebida como un programa para la televisión pública española y tiene un target amplio. Me parece que ahora han montado un dispositivo narrativo y técnico que va hacia una dirección más puntual.
- ¿Dudaste en aceptar?
- Poder participar de eso con un personaje así, no lo tuve que pensar mucho. En este momento de mi vida no me iba a perder esta oportunidad. Incluso la aventura de estar en España tanto tiempo, un país en el que me siento muy a gusto, compartimos muchas cuestiones idiosincráticas. Madrid es una ciudad muy amena, hay muchos latinoamericanos, es un crisol de culturas latinas coexistiendo permanentemente. Está genial, fue maravilloso y estoy muy contento de volver a terminar la cuarta temporada.
- ¿Cómo fue la inserción en un equipo de trabajo que ya estaba muy consolidado?
- Genial. Tenía ciertas dudas porque era una familia armónica, un equipo muy bien conformado. No sentía miedo, pero pensaba mucho en cómo iba a encajar en el grupo. Fueron muy respetuosos y amorosos, me recibieron de primera.
- ¿Por qué creés que la serie tuvo tanto éxito en Argentina?
- Si algo sabemos acá es de crisis financiera. Creo que está ese telón de fondo. No es un programa revolucionario ni que ponga el foco ahí, pero sí está esa indignación contra un sistema perverso que arroja a la marginalidad a millones de personas, y a los que no los arrojó, igual tienen que pagar cada vez más impuestos y es una asfixia y una muerte lenta. Este atraco viene a dar un golpe y a sacudir ese paradigma. En un país como el nuestro, que sufre estas cuestiones cotidianamente, replica. También los autores, Álex Pina y Javier Gómez Santander tienen el plus de que además de ser guionistas y conocer de dramaturgia son comunicadores sociales, sumado a lo icónico, la careta de Dalí, el color rojo, lo arquetípico de los personajes. Creo que eso también hizo al éxito y a la popularidad de la propuesta.