El "Rodrigazo” tan temido

Nada menos que uno de los principales aliados empresariales del actual gobierno nacional, el titular de la UIA, Ignacio de Mendiguren, insinuó que existen riesgos de que en la economía argentina se vuelva a producir algo parecido al “Rodrigazo” ocurrido d

El "Rodrigazo” tan temido

El Presidente de la UIA se refirió a la competencia de los gremios por quién obtiene más incremento salarial, señalando que no es serio cuando hay 800 convenios. Luego agregó que ya había ocurrido esto en los años ‘70, cuando el dirigente de la UOM, Lorenzo Miguel, arreglaba lo que era el techo de un gremio, que después era el piso de otro. Eso terminó en el “Rodrigazo”. Agregó el empresario otro concepto importante al respecto: “Los aumentos nominales por sí solos no garantizan mejoras del poder adquisitivo. Queremos que la productividad también esté en la mesa de discusión”.

Como era de esperar, de inmediato funcionarios del Gobierno negaron que haya posibilidad alguna de que se produzca una situación como la que se engloba bajo el calificativo derivado del apellido del ex-ministro de Economía, Celestino Rodrigo. También, como es habitual cuando un dirigente empresario dice algo que molesta al Gobierno, luego vienen las aclaraciones o el arrepentimiento del propio empresario, diciendo que “no fue feliz” la comparación.

Lo ocurrido en aquel entonces (1975) había sido estudiado tempranamente por el destacado economista Juan Carlos de Pablo, comparándolo con un episodio similar ocurrido en los años ‘60. Para poder entender lo que engloba el calificativo es indispensable repasar lo ocurrido en el período de gobierno 1973-76, que se inicia el 25 de mayo de 1973 con la presidencia de Héctor Cámpora, que seguiría con Raúl Lastiri, Juan Perón e Isabel Perón, durante cuyo gobierno ocurrieron los hechos aludidos, recordando que el Gobierno de la viuda de Perón terminó con el golpe de Estado de marzo de 1976. En ese lapso de gobierno peronista, se sucedieron 6 ministros de economía y 5 presidentes del Banco Central.

El primer Ministro de Economía fue José Ber Gelbard quien aplicó una política económica orientada a contener la inflación y producir una fuerte redistribución del ingreso a favor de los asalariados. El programa se denominó de “inflación cero”, cuyo núcleo  consistió en la reducción de precios nominales (se consideraba que los empresarios los habían subido previendo esa situación), congelamiento de los mismos y fuertes aumentos salariales.

Estas medidas se adoptaron en un contexto internacional que primero tuvo un período de términos de intercambio muy favorable a nuestro país, pero que luego se revirtió fuertemente. La política económica fue de fuerte intervención del Estado en la economía: el sistema financiero puesto bajo el control absoluto del gobierno; los bancos tomaban depósitos y prestaban por cuenta y orden del Banco Central. El comercio exterior fue estatizado y regía un sistema de tipos de cambio múltiples. No hay que olvidar, por cierto, el clima de enorme convulsión política, con la guerrilla y la Triple A.

La política económica produjo un fenomenal desequilibrio de precios relativos, con atraso del tipo de cambio, de las tarifas públicos y del precio de los combustibles. A su vez en 1975 se había desatado una carrera de aumentos salariales en paritarias u otorgados por el propio gobierno. Fue este desaguisado el que tuvo que afrontar Celestino Rodrigo como Ministro entre el 2 de junio y el 19 de julio. ¿Qué hizo? Sencillamente “sinceró” los precios que estaban atrasados, produciendo un brutal ajuste y una llamarada inflacionaria. Algunos datos: devaluación entre 100% y 160% según el tipo de cambios; tarifas públicas 137%; nafta 180%. Por cierto el enfrentamiento con los gremios fue inmediato. La carrera salarios-precios vertiginosa y, la renuncia del ministro, inevitable.

¿Es posible que el fenómeno “Rodrigazo” pueda producirse ahora? Todos coinciden en que las condiciones actuales son muy distintas, pero también no pocos señalan que hay desajustes muy grandes, en especial el tipo de cambio.

Es preciso hacer todo lo posible para alejar cualquier riesgo en ese sentido.

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