Rodolfo Suárez: el maratonista que no quiere que la política le cambie la vida

Tiene cuatro hijos y un nieto. Le gusta cocinar, salir a correr con su esposa y ver películas de superhéroes.

Rodolfo Suárez: el maratonista que no quiere que la política le cambie la vida
Rodolfo Suárez: el maratonista que no quiere que la política le cambie la vida

"No quiero perder mi vida por ser gobernador", se autoimpone Rodolfo Suárez. Sabe que será difícil, pero es su meta. Una más de las que se fijó en los últimos años, una más que promete cumplir con su espíritu de maratonista.

¿Qué es su vida? Suárez, Rody para todos sus amigos, es un tipo familiero que quiere volver a cenar todas las noches a su casa. La política para él es una actividad que se practica de día. Sus amigos cuentan que ni a ellos les acepta invitaciones ya.

Su vida es cocinar y salir a correr junto a su esposa, Fabiana. Ella es santafesina, profesora de educación física y están juntos hace 17 años. Su vida también es disfrutar series (la última fue Mindhunter) y ver con su hijo Facundo todas las películas de superhéroes.

Suárez cuenta 56 abriles: nació el 20 de ese mes de 1963 y es Aries según el horóscopo. De su primer matrimonio nacieron Gastón (33), que es ingeniero, y Valentín (30), que es músico, se dedica a la venta de productos orgánicos y lo hizo abuelo hace dos años de Inti. Sofía (15) y Facundo (12) son los hijos que tuvo con su actual pareja.

Hincha de San Lorenzo y de Gimnasia y Esgrima, dice que le gusta más jugar el fútbol que verlo. Tal vez porque el entrenamiento es fundamental en su vida. Lo dicen sus amigos y lo admite él: correr lo baja a tierra, lo calma. Por eso varias veces a la semana se lo ve por los senderos de Chacras de Coria. 

Participó en varios maratones e incluso de un ultramaratón: corrió 100 km en el desierto. Pero el tiempo de esas carreras ya pasó, así como el de los torneos de fútbol en los que supo jugar para un equipo de abogados.


Entrenamiento. El gobernador electo suele salir a correr por los senderos de Chacras de Coria. | Gentileza
Entrenamiento. El gobernador electo suele salir a correr por los senderos de Chacras de Coria. | Gentileza

De cuna política

El gobernador electo nació en una familia política. Sus dos abuelos fueron intendentes de San Carlos, uno radical (Ulpiano Suárez) y otro peronista (Ricardo Reynoso).

Su padre fue dirigente de la UCR, también se llamaba Ulpiano (como su abuelo, su hermano mayor y su sobrino que lo sucederá como intendente de Capital) y fue diputado provincial.


Suárez asegura tener “el ego bastante domado”, no le gustan los atributos del poder e incluso le da pudor verse en los carteles. | Gentileza
Suárez asegura tener “el ego bastante domado”, no le gustan los atributos del poder e incluso le da pudor verse en los carteles. | Gentileza

Todos esos antecedentes están lejos de convertir al próximo mandatario en un "animal político". Él, al menos hasta ahora, se siente más abogado.

Los Suárez son de La Consulta y los viernes a la tarde, toda la familia se subía al auto y partía rumbo a la capital provincial. El plan era siempre el mismo: ver boxeo.

Cuando las peleas terminaban, había una escala obligada: el restaurante Fritz y Franz, en San Martín y Barraquero de Godoy Cruz.

Allí don Ulpiano solía pedir garrón con chucrut, su plato preferido. Su hijo Rody heredó esa predilección, aunque  lamenta que hoy no encuentra lugares en Mendoza donde darse ese gusto.

El padre del ganador de ayer era farmacéutico y su farmacia, casi un comité radical. Un veinteañero Alfredo Cornejo fue allí a averiguar cuando quiso saber más sobre ese tal Raúl Alfonsín que empezaba a marcar presencia en 1982.

Nunca antes las vidas de un gobernador y su sucesor estuvieron tan entrelazadas. Ya es extraño que los dos sean del mismo departamento y más si se considera que ese departamento es el quinto con menos habitantes de la provincia.

Cornejo y Suárez se conocieron en la adolescencia. Entre ellos hay un año de diferencia. El actual gobernador era de Eugenio Bustos e iba al Don Bosco. El sucesor, un año menor, cursaba la secundaria en el Instituto La Consulta.

Primero compartieron salidas y luego militancia. Pero hubo un terreno en el que se enfrentaron: el fútbol. Cornejo defendía los colores del Deportivo Eugenio Bustos y Suárez, los del club La Consulta, y más de una vez trabaron piernas cuando se encontraban en la mitad de la cancha.


Postales. De niño, en unas vacaciones familiares en Mar del Plata. Junto a su madre, Lilia Reynoso. | Gentileza
Postales. De niño, en unas vacaciones familiares en Mar del Plata. Junto a su madre, Lilia Reynoso. | Gentileza

Ambos se afiliaron a la UCR en 1982 y poco después militaron juntos por la candidatura a intendente del hermano mayor de Suárez en la interna. El rival era Miguel Natalio Firpo, que ganó la pulseada radical, luego la general y se quedó en la intendencia sancarlina 16 años.

Los caminos de la vida 

La abogacía no fue la primera opción de Suárez: luego de salir del secundario, empezó ingeniería agronómica en la Universidad Nacional de Cuyo. Pero al poco tiempo se dio cuenta que no era lo suyo y comenzó Derecho en la Mendoza. De aquel primer paso como estudiante le quedó su hobbie: la jardinería.

Pero la vida le deparaba cambios profundos: a los 22 se casó, poco después nació su primer hijo y un año después, su padre murió. Don Ulpiano era aún el principal sostén económico del gobernador electo y la nueva situación ya no permitía seguir pagando una facultad privada.

Además, debió buscar un trabajo fijo para mantener a su familia. Lo encontró en una fábrica de ropa como administrativo. La militancia quedó en el olvido por un tiempo. 

Con la carrera a medio hacer, y sin opción estatal aún en Mendoza, fue un amigo el que lo convenció de seguir juntos en Córdoba rindiendo como alumnos libres las materias. 

Así, cada vez que tenían fecha de examen, se subían a un micro de Colta en la terminal mendocina a la noche, llegaban a las 8 a su destino, rendían y a la tarde pegaban la vuelta en otro colectivo.

Ese amigo que le dio el empujón para terminar abogacía, años después también fue clave en otro giro de la vida de Suárez: Pancho Martínez era el mejor amigo de Víctor Fayad y fue el que los acercó, aunque ya se conocían.

Al mismo tiempo que terminaba la carrera, Suárez empezó a ocupar cargos partidarios y a desempeñarse como asesor jurídico en la Legislatura. Como abogado, abrió su estudio y se especializó en Derecho de Daños. Luego, hizo una tesis doctoral sobre responsabilidad del Estado por hechos lícitos.

En 2004 fue nombrado apoderado general de Capital y en 2007, cuando la gestión de Cichitti desbarrancaba, asumió como secretario de Gobierno a pedido de Fayad, que ya planeaba volver a postularse para la intendencia y quería a alguien de confianza adentro para evitar un desastre mayor.

Con el Viti de nuevo al frente del municipio, Suárez se transformó en asesor general y en 2009, su amigo y jefe político le pidió que fuera candidato a concejal. Su destino era la presidencia del cuerpo.

Suárez ganó en una elección desdoblada que se provincializó como nunca y en la que incluso Mauricio Macri intentó hacer pie con un candidato propio (Orly Terranova) al que le fue muy mal.

El caudillo capitalino empezaba a preparar su retirada y cuatro años después Suárez repitió como cabeza de la lista de concejales. El Viti ya estaba mal y lo había señalado como su heredero. Pocos meses después, murió.

En la previa de ese traspaso forzado, Suárez ya había comenzado a tejer con Cornejo, su viejo amigo de la juventud, una alianza que efectivizó apenas asumió: obras en común y gestos políticos hacia adentro y afuera de la UCR los mostraron en sintonía y confirmaron aquello de las vidas entrelazadas de los dos sancarlinos.

El futuro por escribir

La definición del candidato a gobernador para este año volvió a unir sus destinos. Cornejo tenía un preferido y era su ministro de Infraestructura, Martín Kerchner. Pero nunca terminó de consolidarse en las encuestas. 

Los números de Suárez no maravillaban, pero eran mejores. Así se tomó la decisión. Luego, una intervención de Julio Cobos magnificada públicamente sirvió como excusa para justificar lo que ya estaba decidido.

Así llegó Rody Suárez, el abogado que nunca se imaginó como gobernador; el hijo del farmacéutico que lo soñó abogado y no lo pudo ver recibido; el hijo de Lilia, que a los 95 se emociona al ver el éxito del más chico de su prole.

Suárez asegura tener "el ego bastante domado", no le gustan los atributos del poder e incluso le da pudor verse en los carteles de la calle.

"Me apasiona el trabajo, soy muy obsesivo", se define. Y remarca el valor de la experiencia: "No hay maratonistas jóvenes. Hay que tener madurez para enfrentar una carrera de 42 kilómetros. Para ser gobernador, también".

¿Cómo se imagina los próximos cuatro años?: "Trabajando mucho, cumpliendo lo que dijimos en campaña y rogando que al país le vaya bien".

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