Con poco más de 101 años de vida, porque fue fundado el 31 de enero de 1912, precursor además de la Liga Mendocina, el Club Atlético Palmira es uno de los más antiguos del fútbol local. Durante esas diez décadas recordadas figuras dejaron su huella de buen juego y grandeza en la prestigiosa institución del Este.
Al comienzo de ese rico historial Aurinegro se recuerda de manera especial aquel gran equipo campeón de 1930 que esa temporada quebró la larga hegemonía de Independiente Rivadavia y Gimnasia y Esgrima, que desde el primer torneo oficial en 1922 se habían repartido entre ambos todos los títulos del medio local.
Se evoca aquella formación que integraban Labrador; Rojas y Torres; Rozas, Barrionuevo y Arrieta; Cruz, Videla, José Castro, Domínguez y Ramón Videla, responsables de una sensacional campaña en la que los Azules y el Lobo mordieron por primera vez el polvo de la derrota.
Además del Cotudo Castro, un centro delantero infalible en el área en esos tiempos, también se evoca la memoria del Ñato Francisco Hernández y el Gato Luis García, según evoca con nostalgia el masajista Javier Pocho Aciar.
Entre 1959-1960 se llegó a la sensacional contratación de Carlos Cecconato, aquel eximio volante ofensivo de Independiente de Avellaneda y de la Selección Argentina que incluso ocupó la función de DT.
Sin olvidar al ídolo de todos los tiempos, Miguel Epifanio Ortega, el hijo del canchero, el Pollo, como se lo conocía familiarmente, que en los años ‘60 y ‘70, con su zurda prodigiosa marcó una época inolvidable en el Atlético Palmira.
El propio Ortega, mascota y alcanza pelotas, el ídolo más grande de todos los tiempos, cuenta que tenía 14 años cuando vio jugar a aquel elenco de Lospenatto; Iglesias y Antonio Leone; Quiroga, Camilo Pérez y Ravelli; Isidro Tissera, Carlos Cecconato, Berazza, Genaro Nery Soto y Ernesto González Hermoso, la tarde del debut del ex internacional argentino.
De esos tiempos los nombres de Carlos Gómez, Eliseo Carrizo, Aguilera, Bartolucci, Hugo Pastoriza (hermano del Pato José Omar que pasó por Racing Club e Independiente de Avellaneda), Luis Maulén, Laciar, Ríos, Hernández, Ovejero y Orlando Cipolla.
Hasta la aparición de uno de los futbolistas más queridos y respetados de estos más de cien años de pasión y gloria Jarillera: Rodolfo Ernesto Estrada.
El caudillo
Rodolfo Estrada era un volante central de fuerte personalidad y temperamento ganador, gran entrega y empuje, buen juego y alta técnica, que se convirtió no sólo en el León Aurinegro sino también en el Caudillo del Este, porque actuó una temporada en el Atlético San Martín y posteriormente en la Selección Mendocina, en la etapa clasificatoria del Campeonato Argentino de 1964 por la Copa Adrián Beccar Varela, que ese año se disputó en Mar del Plata.
A los 73 años de edad (27-09-39), casado con Ana Liliana Gutiérrez, su fiel compañera que le ayudó a construir una hermosa familia, Rodolfo es padre de cuatro hijos: Rodolfo Daniel, Fabián Ernesto, Analía Claudia y Diego Javier, feliz abuelo de ocho nietos que constituyen su máxima debilidad: Lucas Martín, Exequiel, Santiago, Bruno, Valentina, Lourdes, Alma y Lucía.
Rodolfo nació en Mendoza, pero desde chico se radicó en la localidad de Justo Daract en San Luis, por la actividad de su papá que era maquinista del ferrocarril. Por otra parte, como cuenta en su relato a Más Deportes, heredó justamente de su padre, don Gervasio Estrada, que había sido jugador de Andes Talleres como primer marcador central en los ‘40 y ‘50, el interés por el fútbol.
Apenas con cinco años de edad comenzó a jugar en un equipo de baby que se conocía como Los Cebollitas y más tarde lo hizo como número cinco en las divisiones inferiores del Club Independiente de Justo Daract, que pertenecía a la Liga Puntana de Fútbol, donde debutó oficialmente con sólo 15 años y donde alcanzó a jugar con sus hermanos Roberto (Beto), Carlos, Enrique y Alfredo (fallecido).
En 1958, cuando tenía 19 años y la familia se radicó nuevamente en Mendoza, Estrada se incorporó al Atlético Palmira, donde al año siguiente pasó a ser titular en la época de aquellos inolvidables clásicos con los Albirrojos, que se jugaban a todo o nada, con pierna fuerte, por la dignidad del barrio y con el marco de tribunas prietas de público y fervor.
Estrada recuerda por ejemplo aquel histórico y favorable 5 a 3, en la jornada inaugural de 1964, cuando el domingo 5 de abril Palmira como visitante le ganó a San Martín, que en la temporada anterior había obtenido su primer título de campeón y que esa tarde resignó un invicto de más de un año como local.
“Quizá sea el clásico que más recuerdo porque le ganamos a San Martín en su cancha 5 a 3, con goles de Escalante, Morgavi, Cenci, González Hermoso y Juan Gómez, en contra. Esa tarde formamos con el doctor Ripamonti en el arco, Alberto Montero y Alfredo Muñoz como centrales, José Toledo, yo y Edmundo Ravelli en el medio campo y Osvaldo Morgavi, Roberto Loyola, Oscar Cenci, Juan Escalante y Ernesto González Hermoso en la delantera”, según confiesa.
La Escobita
Rodolfo cuenta que en sus tiempos se conocía al Atlético Palmira como “la Escobita del Este” porque solía barrer con todos los rivales y evoca a la mayoría de aquellos compañeros con los que forjó una cordial relación que en algunos casos se ha prolongado en el tiempo. Entre ellos Ripamonti, Rubens, Camargo, Montero, Muñoz, Toledo, Sergio Abel Vázquez, Fuentes, Zuvialde, el Loro Allende, el Ruso Dubrowszczyck, el Rulo Rivas, el Pollo Ortega, Giménez, Ormo, Aldo González, Nores, Bricco, el Negro Roldán, Alejandro Vázquez, Avellaneda, Ravelli, Morgavi, Loyola, Oscar Cenci, Escalante, el Nene González Hermoso, el Reca Traverso, Bartolucci, Alcaraz, Quiroga, Maulén, Calderón, Cardozo y muchos más.
También explica que una grave lesión en los meniscos, de la que luego se recuperó totalmente, le impidió en 1969 integrar el plantel que dirigido por el exitoso Jorge Julio participó en la Copa Argentina, donde el once Aurinegro dejó en el camino nada menos que a Independiente de Avellaneda. También le comentó a Los Andes que cuando Atlético Palmira perdió la categoría en 1964 se incorporó al Atlético San Martín, el tradicional adversario del departamento: “Pasé a San Martín en 1965 a préstamo y sin opción junto a Muñoz, Morgavi y Loyola. La anterior rivalidad se olvidó muy rápidamente porque encontré un grupo de excelentes jugadores y muy buenos compañeros.
Entre otros puedo nombrar al Gringo Reggi, Peralta, Madeira, Osvaldo Sosa, Lorca, Pérez Suárez, Salvador Cristalino Noguera, Ricardo Álvarez, Salvador Spadano, Roberto Molina, Luis Vizzo, el Negro Rubén Ambroggi y Miguel Angel Guzmán que también jugaba de número 5. Hicimos una campaña bastante buena porque ocupamos el quinto puesto aunque a trece puntos del campeón que resultó Independiente. Como ese año Palmira recuperó la categoría a la temporada siguiente los cuatro regresamos a nuestro club”.