Hasta esos 42 minutos en la terraza de su propia corporación, no había real diferencia entre ser argentino y ser inglés: Los Beatles dejaron de tocar en vivo en 1966 para convertirse en un grupo de estudio y experimentación permanente del que solo tendríamos novedades a través de sus discos. Viviendo en Liverpool o en Tilcara, daba igual.
La decisión de no actuar más se daría a conocer tras su último show en Los Angeles, un 22 de agosto en el marco del The Beatles' 1966 USA Tour. Acababa de publicarse el álbum Revolver y fue la última vez que cortaron tickets. Los Beatles, se sabe, siguieron adelante pero sin cobrar entradas, llenar estadios ni tomarse aviones. A la fecha, esa demencial medida de fuerza hace que ellos sean la única banda pop de la historia capaz de renunciar al vivo.
Dos años y cuatro meses después volvieron a tocar con público y un objetivo claramente aurático. Además, gratis. Paul, siempre el más animado, hablaba de subir a la terraza y de volver a las giras y los escenarios. George se negaba zen y quién sabe si John llegó a escuchar la propuesta de su compañero de fórmula.
En línea con esa versión, todo indica que el célebre recital de la azotea se hizo sólo porque Ringo decidió equilibrar la balanza y sumarse al deseo de McCartney. Sin embargo, el propio Harrison pondría en zona de riesgo dicho relato durante la grabación del documental Anthology, al recordar sin ningún tipo de resquemor que les daría la posibilidad de ver qué ocurría cuando empezaran a tocar.
Lo cierto es que hace 50 años, un 30 de enero a la tarde, con 7 grados de temperatura, Los Beatles -en las alturas de un edificio de Londres- empezaban a despedirse haciendo un show raro planeado para peatones, vecinos y policías.
Lo de la terraza quizás haya sido la trama de un documental apócrifo que agregaba otro ladrillo a las caóticas sesiones del disco Let It Be. El material audiovisual presentía los efectos deseados y se llevó a cabo con una eficacia que curiosamente podía confundirse con "improvisación".
Si provocar es un arte bastante rústico, el pacífico barrio Mayfair se vio revolucionado por el alboroto de unos vecinos llamados Beatles. Según la leyenda urbana, luego vendría la denuncia y lo que sigue es la inmediata intervención de la Policía, subiendo a la azotea y silenciando a la banda de rock más importante de la historia.
A medio siglo de este acontecimiento, todavía nunca se ha entrevistado al presunto vecino/a capaz de acusar a Los Beatles por "ruidos molestos".
Las cámaras instaladas por todas partes fueron tan importantes como la versión de Don´t Let Me Down o la de la redondísima Get Back. La única certeza es que tocaron en la terraza. Las denuncias, la intervención policial, el vecino malhumorado y la amable prohibición del show, son parte de una rotunda efeméride donde John, Paul, George y Ringo alteraron el orden público como si jugaran al ring raje. Habían llegado alto, qué duda cabía. El final planeado en una terraza hasta podría sonar a metáfora grasa. Lennon tenía el tapado de Yoko. Reinaba el Swinging London. Harrison estaba en jeans verdes, sintiéndose menospreciado por sus compañeros. Los cuatro consumían desinhibición y vanguardia.
Fue en la azotea de Apple, en el estudio de grabación de la banda, "un frío 30 de enero". También se lo conoció como The Rooftop Concert. John había bromeado en voz baja, como para que todos lo escucharan: si George se va, lo reemplazamos con Hendrix o Eric Clapton. Moral nivel Dios: ¿Se va George? Buá, entonces traigo al mejor guitarrista del mundo. Veinte días antes de la terraza, a raíz de una fuerte discusión con Paul, Harrison anunció que dejaba Los Beatles. Ese era el contexto mientras las cámaras seguían el proceso complicado de Let It Be y reflejaban más de lo indicado y menos de lo necesario.
Mal Evans, empleado polifuncional, aceleró el operativo. Fue un jueves helado. Lennon pensó en guantes. Paul estaba desabrigado: saco y camisa abrochada hasta el anteúltimo botón. Arriba, las típicas chimeneas inglesas y el deck. Ringo, piloto rojo. Paul, que siempre entendió todo, traje casual. Fueron cinco temas y un par repeticiones de Get Back y otra de Don't Let MeDown. El documental se quedó con 22 minutos de canciones inéditas hasta que llegó la policía con un carro y dos tranvías para toda la familia encarcelar. Sonó a eso el operativo realizado por un par de sargentos Dodó educados y cordiales.
Aunque no hubiera más de 400 testigos en total –arriba, en la calle, entre vecinos, técnicos, empleados, canas-, todo quedó filmado a perpetuidad. Medio siglo más tarde también queda patente la leyenda con las imágenes de la Policía dejando que la música de Los Beatles quede reducida a banda de sonido.
¿De no ser interrumpido por la Policía, cuánto hubiera durado el show de la terraza? ¿Qué cantidad de temas tenía la setlist del edificio del N°3 de la calle Saville Rowen?
Salvo ellos, todos los varones de la terraza lucían corbata. El tránsito no se vio interrumpido. Alguna gente prestó atención, muchos siguieron su camino. No hubo medios. La idea no había sido tan original como declaraba George. Un año antes, en Nueva York, la banda Jefferson Airplane había tocado en otra terraza al grito de "free music", música gratis. No hay remate.
Billy Preston, tecladista que estuvo en las malas y gracias a eso también recibió el premio consuelo de "Quinto beatle", participó de la terraza y de otras sesiones, a instancias de Harrison. "Nadie quiere pelear cuando traes invitados a casa", decía George. Preston llegó sugerir que John fue el de la idea. Sin embargo el cineasta Michael Lindsay-Hogg, responsable del documental de la terraza, asegura que la idea fue suya.
“Let it be” y una nueva versión de la historia
El documental de despedida de la banda tendrá un bis y una reinvención, pues Peter Jackson anunció ayer que está realizando una nueva película con unas 55 horas de metraje nunca antes visto, filmado en 1969. La cinta original, dirigida por Michael Lindsay-Hogg, salió en
1970, poco después de que los Beatles se desintegraran y fue vista como una crónica del distanciamiento, además de una de las causas que llevaron a la separación. Jackson, sin embargo, dijo que el material cuenta una historia muy diferente: “Es sencillamente un tesoro histórico increíble”, aseguró.