Rocha, tan lejos tan cerca

Costas indómitas el secreto mejor guardado del Uruguay ideal para una escapada otoñal. Gastronomía de alto vuelo, dunas, playas desiertas, lagunas y reservas naturales.

Rocha, tan lejos tan cerca

Llegar a la Pedrera, el balneario más exclusivo de la costa de Rocha, es adivinar el descanso. Si bien suele atraer una buena cantidad de visitantes a este pueblo apacible que viene creciendo sostenidamente desde hace algunos años, nadie le saca el mote de poblado tranquilo. Pegadito a la Pedrera está La Paloma, el balneario más grande y popular de este departamento uruguayo, otro que, una vez pasado el verano recupera la calma. Por esto, una escapada a estos rincones es una salida segura de la rutina y del agobio de las ciudades. Y los placeres no se hacen esperar, acá está uno de los  mejores restaurantes de la costa rochense: Bahía Restó.

Abierto desde 1936, es un local que comenzó como una pequeña provisión donde se abastecía a los visitantes del lugar. Hoy, además de ser un hotel también, tiene un amplio menú en base a productos de la región, con pescados como el Cazón, la sarda, el pejerrey y el lenguado, que son traídos diariamente por los pescadores. También utilizan productos típicos de la laguna de Rocha como el camarón y el cangrejo sirí. Pero eso no es todo, los corderos criollos y el butiá, que es el fruto de la palmera autóctona, son combinados con maestría por la dueña de casa, Marta Lujambio, quien a pesar de los reiterados pedidos de este comensal, se negó a salir de la cocina y compartir sus secretos culinarios, por pura vergüenza. De entrada, son muy recomendables los buñuelos de algas, un clásico de estas costas. Del resto de la carta, a libre albedrío, todo es de excelente calidad.

Hasta finales de abril es la zafra del camarón en las lagunas costeras del paisito, por eso acá en Rocha, camaronero por excelencia, tienen su fiesta en el que los visitantes recorren las diferentes estaciones de platos elaborados en base a este exquisito fruto de la laguna, pero por suerte no hay que esperar, en los restaurantes de las poblaciones se degustan todo el año.

De santas y diablos
Desde la Paloma transitamos la RN 10 hasta Castillos, donde empalmamos con la RN9, y de ahí derechito hasta Punta del Diablo, en un viaje de una hora y media por un camino regado de palmares.

Cuando llegamos nos recibe Fabio Gazzola, un hombre que se reveló de principio a fin como un gran anfitrión. Fabio es un surfista de toda la vida, que cambió su agitada vida empresarial por un pasar más tranquilo en Punta del Diablo, cuando esta playa aún no era el boom en el que se convirtió en los últimos tiempos.

Veinte años atrás, abrió La Casa de las Boyas, un hostel “de categoría”, con espacios comunes, departamentos familiares, una pileta y un restaurante que está entre los mejores de estas costas. Mientras cenamos en el restaurante La Boyita, en el mismo predio que el alojamiento, Fabio cuenta su historia, un relato que es, al mismo tiempo, un retazo importante de las páginas del lugar.

"Siempre me gustó la naturaleza, desde chico, el campo, la playa. Surféo desde los trece años. Cuando empecé a recorrer la costa, pasaba por Punta del Diablo, paraba en un restaurante en la punta. Era un pueblito de pescadores pequeño, sin turismo, y eso era lo que más me gustaba. Pero decían que no había olas. Uno de esos días, mientras comía, vi que en Rivero, la playa siguiente, estaban".

Al descubrir las olas, Fabio alquiló una casa y se quedó surfeando. "Terminé comprando la duna donde me había parado a ver las olas, que es donde construí el hostel. Quería poder mirar lejos, tener el mar enfrente", dice. Corría el año 1990 y nadie imaginaba que esta Punta se convertiría en el pujante balneario que es hoy.

Durante los primeros días de enero, el balneario se llena de veinteañeros atraídos por la intensa movida nocturna, que copó estos pagos en los últimos años. Sin embargo, poco después, y ya en marzo sobre todo, estas costas vuelven a su mansedumbre original, a los tiempos del pueblo pesquero que nunca dejó de ser. El verano es un intervalo.  Por ello disfrutar de estos sitios en temporada baja tiene el sabor de lo auténtico, incluso, el sol sigue calentando para hacer playa y tomar mates sobre una lonita, esto para los que no surféan.

Para conocer el Parque Nacional Santa Teresa hay varias alternativas. Si el viajero no acampa acá, puede recorrerlo en una cabalgata o acercarse caminando por la costa a disfrutar de sus playas semidesiertas.

La primera incursión fue a caballo. Cabalgando por las dunas llegamos rápidamente al parque, un vergel creado para resguardar especies exóticas y custodiado por militares que administran el camping y cuidan del zoológico, el vivero y las demás instalaciones, que mantienen impecables. La vuelta la hicimos por la playa, cabalgando a toda velocidad.

Un día después viajamos con Mariana Rovira, que al volante de su adorada camioneta  Mahindra 4 X 4 propuso un paseo por el parque y más allá, hacia la Estación Biológica Potrerillo de Santa Teresa, una reserva de 715 hectáreas de praderas, bañados, monte y costa de laguna.

Mariana conoce estas tierras como la palma de su mano, y organiza paseos personalizados a lo largo de toda la costa rochense. Antes de adentrarnos en la reserva de Potrerillos, hicimos una parada para degustar la tradicional paella del restaurante La Moza, que su dueño cocina a fuego lento y a la vista de todo el mundo en un disco.

Ubicado en el margen noreste de la Laguna Negra -un ojo de agua enorme y precioso- el sitio, poco explorado, es un paraje en el que viven ñandúes y carpinchos, martinetas y chingolos, garzas y tordos, y que vale la pena conocer en un paseo que puede llevar medio día, o si el viajero prefiere la jornada completa. Declarado sitio Ramsar (convenio cuyo objetivo es la conservación de los humedales), este vergel es un lugar de paso de aves migratorias.

Para entrar a la reserva es obligatorio hacerlo acompañado del guardaparques, quien nos espera a la entrada. Francisco Lavecchia se presenta y pregunta, que es lo que queremos "bichar". Y lo dejamos a su antojo, quien mejor que el para decidir lo que hay para ver. Antes de emprender la vuelta por este lugar inesperado, Lavecchia nos enseña el centro de interpretación, donde nos instruye sobre los "cerritos de indios" , un sitio arqueológico que hasta el día de hoy despierta diferentes interpretaciones por los científicos de todo el mundo.

Poco después, anduvimos por un sendero hasta la costa de la laguna, para finalizar el recorrido contemplando los diversos tonos de verde y ecosistemas desde un mirador, donde ya despuntaba el ocaso, que con su luz ambarina se cuela entre las palmeras para un rato más tarde hundirse en el agua. "Todo esto es virgen -dice Mariana- Me encantaría que cuando muera, siga así".

Datos útiles

Dónde Hospedarse: 
Hostel Casa de las Boyas - www.lacasadelasboyas.com.uy- reservas@lacasadelasboyas.com.uy. Decks al mar con reposeras y hamacas al borde de la piscina. Dos cocinas de uso común. 6 baños y 8 duchas de uso común. Barbacoa con parrilla y comedor central. Sala de estar con juegos de mesa, pool y TV Satelital. Monoambientes, lofts privados y habitaciones compartidas Alquiler de tablas y bicicletas.

Dónde comer
Bahia Resto - La Paloma - http://www.elbahia.com.uy/resto/
La Boyita Facebook: La-Boyita-Punta-del-Diablo
Il Tano Cucina: www.iltanocucina.com

Excursiones: 
Mariana Rovira-Punta Rubia, Trips: puntarubiatrips@gmail.com
Facebook: Conozca Uruguay | Tours personalizados +598 461661

Más info: 
www.turismorocha.gub.uy- iinfo@turismorocha.gub.uynfo@turismorocha.gub.uy- Facebook: Turismo rocha
Corporación Rochense de Turismo - info@rochauy.com

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