Roby le pone precio a su rebeldía

El ministro de Salud, y principal candidato de Pérez, amagó declinar su precandidatura. Nada de eso. Sólo un repliegue táctico para ir por todo. Incluso, desafiar al peronismo.

Roby le pone precio a su rebeldía
Roby le pone precio a su rebeldía

L a auditoría legislativa que puso la lupa sobre las cuentas y los servicios de OSEP terminó de amargar el tramo final de un año traumático para el gobernador Francisco Pérez. Pese a que el oficialismo minimizó los alcances y la gravedad de la situación de la obra social de los empleados públicos, el diagnóstico al que el propio peronismo debió adscribir es abrumador. Un déficit anual proyectado de 200 millones de pesos para el mes que viene, habla de serias falencias de gestión que aparecieron detalladas en la tarea de los senadores.

La difusión de las conclusiones complicó la plataforma optimista del sector salud que suele trazar el ministro Matías Roby cada vez que tiene un micrófono a su alcance. El preferido de Pérez entrevió el tsunami y por ello -entre otras razones aquí detalladas- se anticipó a poner en el freezer su candidatura. Y ya con las llamas opositoras ardiendo sobre OSEP, prefirió tomar prudente distancia. Sabía que así no sólo se preservaba, sino que también dejaba que ardiera otro de sus competidores internos en la carrera electoral del PJ: Marcelo Costa.

El ahora ministro de Agroindustria condujo la OSEP durante gran parte de la gestión de Celso Jaque y es quien especialmente los radicales, acusan de haber empezado a descalabrar la obra social. Según denunció el referente durante las administraciones de Roberto Iglesias y Julio Cobos, Marcelino Iglesias, tanto durante la era Costa como con su actual titular, Alberto Recabarren, OSEP llegó a tener “¡¡¡46!!! subdirecciones con sueldos superiores a los $ 35.000”.

¿No pasará?

Pero lo cierto es que la candidatura de Roby ya venía dando tumbos. Si en algo acuerdan todos los sectores internos del PJ es en que no lo dejarán pasar... Salvo que... el ministro sea quien encabece por amplísimo margen todas las encuestas de intención de voto. “Pero eso no va a pasar nunca”, asevera un viejo conocedor de los vericuetos del oficialismo. La Corriente, los azules y los hermanos Félix han padecido durante cuatro años la discrecionalidad y la imprevisibilidad de Pérez en el cuarto piso de la Casa de Gobierno. Todos, con más o menos piedad, atribuyen esa situación al escaso rodaje político del Gobernador previo a su llegada a las grandes ligas. De hecho, uno de los hoy precandidatos suele argumentar en defensa de Pérez estas palabras: “Paco nunca fue concejal, ni siquiera legislador...”.

Correntistas, azules y sureños no quieren repetir la experiencia de entronizar a un candidato “extrapolítico” como el que impulsa el paquismo y quedar presos de su lógica.

Por otra parte, el más reciente acercamiento de Roby a La Cámpora terminó por inflar los ánimos de la dirigencia más partidocrática. Es que otra decisión de común acuerdo entre los sectores peronistas es que, de cara a 2015, las decisiones sobre la conformación de las listas deberán ser del justicialismo de Mendoza y no de la Casa Rosada.

Así se ha expresado, incluso desde la última campaña electoral, el propio Alejandro Abraham y un reclamo similar se le escuchó como autocrítica a Jorge Tanús respecto incluso del vínculo de dependencia con la Nación, pese a que Mauricio Mazzón, hijo del mítico “Chueco”, esté haciendo las veces de su jefe de campaña.

También está claro que el amplio abanico de gremios estatales, desde ATE a los principales interesados de Ampros, tampoco acuerdan con los modos y las políticas que Roby lleva adelante. Le reprochan su paso por el sector privado y su visión meramente eficientista de la salud pública.

Para colmo de males, el fallido acuerdo con las tabacaleras y la polémica desatada sobre la correspondencia de un ministro de Salud impulsando prácticas tolerantes hacia el cigarrillo, también dañó el posicionamiento de quien todavía en público sigue negando aspiraciones políticas, aunque en privado su discurso, y el de sus colaboradores, se revierta.

Esquivando bombas

El propio entorno del ministro confiesa que las “bombas de adentro” obligaron al locuaz funcionario a intentar “separar la gestión de la política”, por lo menos hasta mediados de febrero. En breve, el ministro se mostrará concentrado en el lanzamiento de un laboratorio óptico para proveer, gratuitamente, lentes a personas carenciadas y en la implementación de “Salud en Vendimia”, una iniciativa para hacer controles sanitarios a los trabajadores golondrina durante la cosecha, quienes a su vez podrán continuar -ficha médica e historia clínica mediante- con el seguimiento de los tratamientos necesarios en sus provincias de origen.

Pero respecto de OSEP, en las cercanías del ministro concluyen que “Matías lo va a arreglar... Él entiende que es una oportunidad; le quisieron tender una trampa, pero será su trampolín...”. ¿Cómo? “Con modernización, soportes informáticos que registren compras, liquidación de sueldos y recaudación”, afirman sus asesores. Es más, minimizan los problemas financieros, a los que categorizan de “superficiales” y niegan que la planta de personal esté inflada. Eso sí, admiten (y se despegan) al recordar que cuando ellos llegaron se dieron de baja 30 subdirecciones y 2 direcciones, con lo que de alguna manera avalan los dichos de Iglesias sobre las famosas 45 subdirecciones.

Es que en el gabinete de Pérez se ha desatado una pequeña saga de intrigas y celos respecto de los favores que Roby recibe en detrimento del resto de los ministros. Por lo bajo, los que se intuyen fuera de juego hasta se quejan de la difusión que en las comunicaciones oficiales se le da a las actividades de Salud respecto a las de los otros ministerios. A lo que desde la cartera favorita responden: “Paco ha decidido comunicar lo nuestro, pero lo cierto es que estamos generando más cosas que la propia Gobernación...”, aseguran.

Esas “bombas de adentro” provienen -según el robysmo- del propio gabinete. “Son políticos...”, dicen casi con desprecio y envalentonados con lo que consideran serán sus cartas ganadoras: el aval de pesos pesado nacionales como el ministro de Salud, Juan Manzur; el ex ministro y actual embajador en Chile Ginés González García; el superministro Julio De Vido y los presidenciables K Agustín Rossi y Aníbal Fernández. “Lo que no pueda hacer con presupuesto propio lo voy a hacer con plata de la Nación...”, dicen que repite Roby a su tropa mientras se ufana del banque nacional.

Fiel a su fama de “niño terrible”, Roby apuesta a seguir jugando a las escondidas con el propio peronismo, del que sabe que lo rechaza pero que también puede llegar a necesitarlo imperiosamente. “Matías se divierte, los marea... Un día les dice una cosa y al otro, lo contrario”, asegura un íntimo colaborador.

De su verborragia y sus escenas mediáticas sólo parecen entreverse tres cosas provisoriamente ciertas: 1) será precandidato; 2) no va a jugar por fuera del justicialismo pero, 3) tampoco se afiliará al PJ como le pidió -expresamente- el 17 de octubre el vice Carlos Ciurca y cuya ceremonia se esperaba para la próxima asunción partidaria de Pérez.

La audacia y la irreverencia, dicen, han sido siempre sus aliadas. Sólo que esta vez tiene enfrente a los cardenales de esa iglesia laica llamada peronismo esperándolo para la excomunión. La lealtad no sólo es al líder, sino también al movimiento.

Por Luis Abrego - labrego@losandes.com.ar

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