Desde hace varios meses, pobladores estables, temporarios y operadores turísticos del valle de Potrerillos vienen sufriendo una seguidilla de robos y asaltos.
Los hechos más frecuentes son las sustracciones en viviendas y negocios aprovechando la momentánea ausencia de sus propietarios, pero también se registraron asaltos violentos en lugares habitados, como el que sufrió el miércoles pasado un comerciante de mercadería de primera necesidad en Las Vegas.
De acuerdo a los testimonios brindados por las víctimas, los ladrones han actuado en la costa norte del lago de Potrerillos, en el sector de la nueva villa (donde están la comisaría 53a y otros servicios), en los barrios que se recuestan sobre las rutas que van a El Salto y Manantiales, y también en Las Vegas y Valle del Sol.
En el flanco norte del espejo de agua se desarrolló una urbanización de casas de alquiler, de residencia permanente y de prestaciones al visitante.
“Somos alrededor de 20 propietarios, que inexorablemente hemos sido despojados de diferentes elementos, pero no una vez sino 3 y 4”, relataron Alejandro Reginatto (41), dueño de un complejo recreativo, y Sergio Arilla (44), un porteño que cambió la inseguridad de la provincia de Buenos Aires por la “tranquilidad de la montaña”, donde eligió vivir.
Los malvivientes, hombres de a caballo en ocasiones o motorizados en otras, roban cuando no hay nadie en las locaciones. Sustraen desde soldadoras, herramientas varias, cuatriciclos, bolsas de dormir, juegos de baño, materiales de construcción, ropa y hasta las mangueras de regar. Reginatto, residente permanente, estimó en 40.000 pesos el saldo de los diferentes robos.
En la otra orilla, al borde de la ruta nacional 7, sobre el kilómetro 1.087,5, la periodista Sabrina Gargantini (30) construyó un café bar, “El origen de I” (en referencia al nombre de su abuela, Isadora). Los saqueadores le rompieron una puerta y en dos oportunidades se llevaron generadores eléctricos.
La titular del local optó por irse a vivir al lugar para proteger sus bienes, aunque en más de una oportunidad pensó en desertar y volver al llano.
Norman Mikyna (38), gerente de la empresa de expediciones Argentina Rafting, contó que la firma sufrió una serie de robos “hormiga”, que alcanzaron a herramientas, bombas de agua y otros objetos.
La operatoria
Según pudieron determinar muchos de los perjudicados por la ola delictiva, los responsables de los hechos efectúan un estudio sobre los posibles blancos y luego consuman los golpes, desplazándose en caballo o en algún vehículo.
No siempre se llevan el botín en la primera incursión, sino que lo amontonan en un lugar, previo envolver los artículos menores en sábanas o frazadas, y luego regresan para llevarse los bienes que acopiaron.
Las mismas gavillas que actúan en domicilios y negocios dieron cuenta, hace tres meses, de un camión cargado con láminas de policarbonato que volcó sobre el camino internacional, en la Quebrada del 60.
El rodado aparentemente fue abandonado por sus dueños y al quedar a la intemperie, desconocidos lo desmantelaron progresivamente: primero le sacaron las cubiertas, luego el diferencial y poco a poco otras partes del vehículo.
Las personas que dieron su testimonio -algunas en forma anónima por temor- señalaron que los ilícitos los cometen gente de la zona, que en general está usurpando terrenos donde han construido sus techos.
“Todos saben quiénes son, pero no son aprehendidos porque no los encuentran con las ‘manos en la masa’, y varios simplemente son procesados como encubridores”, fue la queja que se escuchó.
En tanto, moradores de Las Vegas y Valle del Sol, comarcas de ordinario tranquilas y muy requeridas para descansar, dijeron haber sufrido saqueos.
El pequeño comerciante Esteban Alfredo Sánchez, titular de una proveeduría sobre la ruta 89, en Las Vegas, fue asaltado en la medianoche del miércoles pasado.
Dos sujetos encapuchados lo arrojaron al suelo, lo golpearon con patadas y lo maniataron. “De vez en cuando me pasaban uno de mis cuchillos para cortar fiambre por la garganta”, dijo la víctima.
El saldo de la acción fue la pérdida de gran cantidad de mercadería, artículos electrónicos y toda la ropa del damnificado. En este caso, se supone que los cacos huyeron en un rodado. Uno de los participantes ya fue detenido.
Un complejo de cabañas, también sobre la ruta 89, a metros del río Blanco, fue desvalijado, y una despensa, carnicería y heladería de las inmediaciones soportó una incursión de delincuentes nocturnos.
En la localidad de Valle del Sol, la comisión de fomento del lugar tiene otra visión de la situación. El vicepresidente de la entidad, Roberto Cairo, negó que la jurisdicción esté soportando delitos en masa.
“Nosotros estamos más resguardados, tenemos un destacamento policial y por el hecho de tener una sola entrada, nos encontramos más protegidos”, dijo el dirigente.
Sin embargo, durante una recorrida por la zona otros vecinos manifestaron que en las últimas semanas fueron desvalijadas seis casas de fin de semana y que muchos delitos no son denunciados.
Un síntoma de que también en este paraje hay preocupación es el hecho de que el domingo se realizará una reunión de vecinos, directivos de la vecinal y autoridades policiales, probablemente el titular de la 53a y otros funcionarios, para tratar la problemática de la seguridad.
Asimismo, la comisión de fomento está gestionando la colocación de una cámara de seguridad a la entrada de la villa, donde está el portal de ingreso.
Todos los damnificados consultados quieren una mejor respuesta de las fuerzas policiales y de la Justicia, ya que, según sus palabras, sus peticiones de detener a los autores y detectar los sitios donde se esconde el producto de los ilícitos no han dado grandes resultados hasta la fecha.
Tampoco entienden cómo la inseguridad convive en un lugar hermoso de montaña, que las autoridades quieren impulsar como un gran polo turístico, con el potencial desarrollo del dique y el perilago.
No se salvan ni los turistas
También se hizo referencia en la villa de Potrerillos a que muchas veces han sido asaltados los turistas que van a la orilla del lago a disfrutar del espejo de agua y los veleros que las surcan.
“Cuando los visitantes se descuidan y se alejan un poco de sus autos, los oportunistas rompen algún vidrio o luneta y les arrebatan lo que encuentran en el interior de las unidades”, dijo un poblador.