Las denuncias efectuadas por las diferentes comunas relacionadas con el robo permanente de artefactos eléctricos en zonas rurales, constituye un nuevo motivo de preocupación, no sólo por el costo económico de los elementos sustraídos, sino por el grave problema de seguridad que se produce en las zonas afectadas.
Los funcionarios municipales de las diferentes comunas donde se han producido los hechos coinciden en señalar que los antisociales conocen la forma de trabajar para evitar accidentes, pero lo serio del caso es que esos malvivientes necesitan de la colaboración de terceras personas, que son quienes adquieren los elementos robados para su venta o su utilización en predios privados.
Distintas encuestas permiten conocer las preocupaciones que afectan a la gente que vive en zonas rurales. Las dificultades de acceso a la educación de sus hijos o a la salud, por la lejanía de las escuelas o de los centros de atención médica, es la que suele generar la decisión de emigrar hacia zonas pobladas.
En ese cuadro de situación colocan también al transporte público de pasajeros o a las carencias que presenta una infraestructura vial con severos problemas, como es el caso de caminos en mal estado que se vuelven intransitables cuando llueve. Y si a ese cúmulo de problemas le sumamos ahora los de inseguridad, la posibilidad de mantener a los pobladores en las zonas rurales y evitar la emigración se hace prácticamente imposible.
De acuerdo con un reciente informe, en los últimos meses se ha profundizado el robo de luminarias en sectores alejados de los centros poblados. Al decir de los propios habitantes, los antisociales aprovechan los lugares donde no hay casas para trabajar con mayor tranquilidad, mientras desde la comuna de Maipú se indicó que hay sectores donde se roban hasta ocho luminarias seguidas, que luego se convierten en verdaderas bocas de lobo.
Hay zonas predeterminadas que parecieran ser las elegidas por los malvivientes. Así por ejemplo, pudo conocerse que en Maipú se trata de las cercanías de Isla Grande; en Luján la ciclovía que une a Perdriel con Agrelo, que en el año y medio que lleva desde su inauguración han tenido que cambiar las luminarias varias veces o en el parador de camiones ubicado en el Parque Industrial Municipal; mientras en el caso de Guaymallén los robos se multiplican en las zonas rurales y, en el caso específico de la calle Tapón Moyano, en el distrito de Jesús de Nazareno, desapareció prácticamente todo el alumbrado público.
Desde las comunas afectadas, además de la evaluación económica -sostienen que cada artefacto lumínico tiene un costo de 2.500 pesos-, se ha optado por solicitar la colaboración de los vecinos, instándolos a denunciar cada vez que observen vehículos no identificados que se encuentren realizando "trabajos" en el alumbrado público.
Los inconvenientes señalados demandan un mayor accionar de parte del organismo encargado de la seguridad, pero también la necesaria colaboración de la población en general.
En el primero de los casos es sabido que resulta dificultoso mantener un control policial permanente en esos sectores por lo extenso de su geografía, pero resultaría conveniente un mayor accionar de parte de la policía rural.
En el segundo, también es conocido que si los ladrones cometen los robos es porque alguien les compra los elementos sustraídos. Compradores que, con su accionar, cometen un doble error porque además de favorecer el delito están poniendo en juego su propia seguridad.
El robo de luminarias en zonas rurales
De acuerdo con un reciente informe, en los últimos meses se han multiplicado los robos de luminarias en el tendido eléctrico ubicado en zonas rurales de Maipú, Luján y Guaymallén. Es necesario profundizar los controles y también la colaboración de la pobl
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