En el 2011 este hacedor de vinos fue reconocido por Jay Miller como “enólogo argentino estrella” en la publicación “The Wine Advocate”, una de las más importantes de Estados Unidos. Pero para llegar hasta acá, este representante de los vinos del país recorrió un largo camino.
Su infancia la vivió a pleno en la vitivinicultura. Roberto siempre estuvo pegado a su papá, don Raúl de la Mota, gran personaje de la vitivinicultura argentina, enólogo de Bodega Arizu. Según cuenta, cuando salía del colegio su próxima parada era el establecimiento donde estaba su papá. Allí pasaba largas horas observando y ayudando. “La enología siempre fue parte de mi vida, el vino siempre fue muy cercano y sabía que ahí estaba mi futuro”.
“Mi papá me transmitió su pasión por la creación de este producto noble y su cultura por el vino. Para él, hacer un vino significaba un desafío de vida. Por nueve años trabajé bajo esta influencia. Mi padre siempre fue un verdadero visionario, ya que a pesar de estar ubicado en una época en la que el vino era prácticamente de mesa y el 80 por ciento de los cultivos eran uvas criollas, su empuje estuvo siempre dado por imponer la búsqueda constante de la calidad”, recordó Roberto.
Asimismo, remarcó que su estilo de vinos se lo debe a su antecesor. “Don Raúl tenía grandes relaciones con los franceses Jean Ribereau Gayón y Emile Peyneau; en base a esto es que siempre estuvo muy ligado a la elaboración de vinos de esta escuela, y eso me lo fue transmitiendo a mí también”.
Luego de estudiar en el colegio agrario Miguel Pouget, Roberto pasó por la Universidad Nacional de Cuyo, recibiéndose de ingeniero agrónomo en 1987 y luego especializándose en Francia. Su vida profesional comenzó en Cavas de Weinert, donde se desempeñó como operario (cuando aún era un estudiante) y luego como jefe de viñedo, plantando en Lunlunta sus primeras semillas. Según cuenta, el trabajo en esta bodega le permitió empezar de abajo, conociendo cada uno de los eslabones de la cadena vitivinícola, apreciando y reconociendo el trabajo de cada uno. Luego de trabajar durante ocho años allí, su siguiente labor fue en bodegas Chandon como manager de viñedo.
“Aquí me tocaron grandes desafíos, como el hecho de plantar los primeros viñedos de la bodega en Tupungato. Luego continúe con el proyecto de Terrazas de los Andes, y finalmente con el joint venture Cheval des Andes. Este último trabajo me enseñó cómo concebir grandes cortes y blend al estilo francés; fue un gran aprendizaje”.
Con un gran camino recorrido y una amplia experiencia acumulada finalmente en 2006 Roberto decidió dedicar su vida a un proyecto personal. Así llegó Mendel Wines a su vida, una bodega mediana que produce 14.000 botellas y lo tiene hoy como socio y enólogo principal.
“La vitivinicultura ha cambiado enormemente desde aquella época, en los '80, en la cual pude observar a mi papá haciendo vinos clásicos y luego pasando por los '90, con años de reconversión vitivinícola. En esta época, don Raúl fue un gran impulsor, sabía que Argentina debía salir al mundo con sus vinos. El consumo estaba cayendo año tras año y había una necesidad de exportación. Así fue que de a poco nos fuimos adaptando a los nuevos mercados, incorporamos tecnología, reconvertimos los viñedos y llegamos hasta hoy”, recuerda el enólogo.
Al mismo tiempo, De la Mota sostiene que luego de 20 años puede mirar hacia atrás y observar el camino recorrido, no sólo por él, sino también por todos los que hicieron historia en la vitivinicultura.
Hoy, “Argentina debe recordar todo esto y no debemos permitir que tantos años de esfuerzo, de inversión en tecnología, de inversión en los viñedos, de la búsqueda constante de la calidad y el posicionamiento en los mercados se destruya”.
Según remarca De la Mota, la situación del país hoy en día es crítica. “Los aumentos de costos están siendo insostenibles y muchas bodegas que no cuentan con el respaldo económico necesario, si no suben sus precios, tenderán a desaparecer”. Asimismo, indicó que este es el momento en que Argentina tiene que mantener la posición en los mercados más importantes, como Estados Unidos, Canadá, Asia y América Latina, buscando la eficientización de cada uno de los procesos. “Esperamos que el año próximo la situación mejore de a poco, aunque no esperamos que la inflación cese, al igual que (la suba de) los precios”, finalizó.