Tiene 62 años, las canas pintadas de negro, y un sentido del humor a prueba de trompadas. Este es el otro Mano de Piedra, el panameño amable, que gusta de hablar y contar. Para los sabios, es uno de los tres mejores ligeros de toda la historia.
Terminó siendo amigo de muchos de los tipos que lo querían decapitar arriba del ring. Uno de ellos es el Roña Castro. De hecho, vino al país para participar este sábado, en el Luna Park, de la despedida del chubutense, retirado oficialmente a principios del 2007.
En un hotel de Congreso, Durán se presta a la charla. Vaya curiosidad, la entrevista se extiende por algo así como 15 asaltos de tres minutos, lo que se peleaba cuando él comenzó sus 33 años de trayectoria en el boxeo. Ganó 103 peleas y perdió 16.
“Argentina siempre me ha tratado bien. Vengo porque Castro es un amigo, perdí con él y le gané. Me llamó y acá estoy. El público de este país siempre me ha querido y respetado”, dice el Cholo, su otro apodo. Aún no sabe si subirá al ring a intercambiar algunos golpes de ficción con Castro. ¿El motivo? Ni la familia, ni los médicos lo dejan.
-¿Fuiste parte de la última camada de legendarios?
-Mi generación, la de Hagler, Leonard y Hearns, fue la última dorada. Comenzamos en la época de Muhammad Alí y seguimos, ¿me entiendes? ¿El más grande de todos? De los pesos pesados, sí, ja. Entre los latinos soy el más grande, y creo que me lo he ganado.
-¿Cómo empezabas a ganar tus peleas?
-Usando la psicología, metiéndole miedo al rival. Tienes que putear, mentarle a la madre, para que el tipo suba al ring pensando en matarte. Entonces su mente ya no está en el boxeo. Lo sacas de quicio, sube con la mente cerrada, y uno hace "ping" "pang", y mete la mano por donde uno quiere.
-¿Existe el miedo en el boxeo?
-En mí, no hay miedo, sino nervios. Cuando subes al ring estás todo nervioso, como el tigre que está enjaulado, quieres salir. Hay boxeadores que el mismo miedo los hace cobardes: Hearns era un poco cobarde. Y hay otros a quienes los mismos nervios nos hace volvernos Superman.
-¿Dónde estaba el secreto de la fuerza de tus puños?
-De eso nace, la única manera de desarrollar la pegada es pegándole al saco, mientras más le pagás, más te cansás, pero vas desarrollando la pegada. Yo nací pegador, nací completo.
-¿En la rotación de la cintura estaba la explosión del golpe?
-El secreto de la explosión del golpe viene de acá arriba (se señala los hombros), no en las manos. Pero hay que saber cómo pegar. Hay muchos boxeadores que pegan estirando el brazo. Y eso no es pegar. Pegar es cuando metes el cuerpo. Yo lanzaba la mano para noquear siempre.
-Pegabas duro, noqueaste 70 veces, saliendo a arrinconar a tus rivales...
-Sí, tienes que ser inteligente, a los que no puedes noquearlos de un golpe, tú le puedes ganar por puntos, o por nocaut técnico, cortándolo de a poco. Yo me enfrenté con tipos durísimos como Iran Barckley, que tenía la zurda que era un relámpago. Pero en el ring nadie es invencible. La inteligencia hace al boxeador.
-En la pelea revancha, cuando abandonás diciendo "no más", Leonard te ganó por ser más inteligente...
-Leonard no me ganó porque fue más inteligente que yo, me ganó porque tuve que bajar de peso muy rápido, y estaba débil, pero no por más inteligente. Las peleas que perdí, las perdí por borracho, por andar amanecido, por estar excedido de peso. Pero no me arrepiento de nada.
-¿Podías disfrutar arriba del ring?
-Yo disfrutaba arriba del ring, sentía que mi cuerpo era de roca, me pegaban y no sentía nada, disfrutaba hasta en los entrenamientos.
-¿Qué boxeador del momento te gusta?
-No hay nadie. No miro boxeo, porque si no comento las peleas en mi restaurante, la Tasca de Durán, pierdo clientes, ja, ja
-¿Y Floyd Mayweather Junior no te gusta?
-Yo le pongo un tren de salida toda la noche. Un boxeador no se me puede parar así (imita la guardia de Floyd con la zurda caída) porque lo reviento todo. La mano izquierda la tiene muerta, entonces yo le voy a pegar a los riñones. Y después de cuatro asaltos, se muere, es hombre muerto. Se muere lento, pero no va a aguantar. En cuatro asaltos a Mayweather lo destrozaba.
Se levanta y estrecha la mano. Su mano, una piedra preciosa.