La controversia generada por la publicación de un supuesto libro del Papa emérito Benedicto XVI -Joseph Ratzinger- puso de nuevo sobre el mapa el nombre de Robert Sarah, el cardenal ultraconservador que se habría aprovechado de su amistad con el sacerdote de 92 años, para tejer una operación contra el Papa Francisco.
Después de una gran polvareda mediática, Sarah no tuvo más remedio que retirar la firma de Benedicto XVI de su libro contra la abolición del celibato por la intervención del mismo Georg Gänswein, secretario privado del Papa emérito. Para algunos esto ha representado una bochornosa desautorización del purpurado guineano, pero para los tradicionalistas le ha encumbrado a líder de los defensores de la ortodoxia en la Iglesia.
No es casual: desde hace muchos años el purpurado es el cabecilla de la pequeña pero ruidosa oposición que trata de torpedear las reformas de Francisco, según afirma un perfil sobre el cardenal escrito por Anna Buj y publicado en Clarín.
En la lista de papables
Nacido en 1945 en Guinea, Robert Sarah no es un desconocido en la Santa Sede. A sus 74 años es todavía considerado un cardenal joven y en el cónclave de 2013 estaba en la lista de papables. En 1979 Juan Pablo II lo nombró arzobispo metropolitano de Conakry, pero no fue hasta 2001 que se trasladó a Roma.
Benedicto XVI lo hizo cardenal en 2010, convirtiéndolo en el primer purpurado de Guinea. En un intento de apaciguar la ira de sus contrarios, Francisco lo nombró prefecto de la congregación del Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, el departamento del Vaticano que supervisa la liturgia.
Sarah aprovechó esta aventajada posición para propagar sus ideas en defensa de la familia, la moral católica y contra la decadencia de Occidente, pues a su juicio el mundo occidental vive grandes peligros como el islamismo "fanático y fundamentalista" y "la dictadura del pensamiento relativista".
Ha llegado a comparar la ideología de género con el Isis -dijo que tienen "la misma raíz endemoniada"- e incluso piensa que las ideas occidentales sobre la homosexualidad y el aborto son "lo que fueron el nazismo, el fascismo y el comunismo durante el siglo 20".
Ha sufrido otros encontronazos con Francisco, como cuando tardó un año en aceptar que se ampliara el lavatorio de pies del Jueves Santo a las mujeres.
Poco proclive a hablar con la prensa, Sarah es más conocido en el mundo francófono gracias a varios libros con su editor Nicolas Diat y la editorial francesa Fayard, la misma que ahora lanzó el libro polémico.
Usado por la derecha
Es muy activo en Twitter, desde donde ha contestado a las críticas sobre la supuesta manipulación del Papa emérito, prometiendo que este conocía el formato de la obra. En una de sus últimas entrevistas, durante el sonado sínodo para la Amazonia, Sarah aseguró que algunos occidentales estaban "confiscando la asamblea para hacer avanzar sus planes", como la ordenación de los hombres casados o la creación de ministerios para las mujeres, algo que él consideraba un "insulto a Dios".
Pero, al contrario que otros grandes nombres de opositores, Sarah nunca atacó frontalmente a Francisco y le ha jurado obediencia, porque dice que "quien está contra el Papa está fuera de la Iglesia".
"Está claro que no es tan ingenuo como para no pensar en las repercusiones de este libro. Las consecuencias son inciertas: o se ha quemado para un futuro cónclave o se está posicionando con más fuerza", opina el profesor de Historia de la Iglesia, Roberto Rusconi.
El experto advierte que el cardenal se está prestando a ser "instrumentalizado" por la galaxia de detractores del Pontífice, que van desde los tradicionalistas en el Vaticano hasta los arietes de la ultraderecha mundial, como Steve Bannon, ex asesor de Donald Trump.