El partido de semifinales de Brasil 2014 entre Argentina y Holanda, esta tarde en Sao Paulo, enfrentará a los dos mejores jugadores del Mundial hasta ahora, Leo Messi y Arjen Robben, en un duelo que podría decidir el Balón de Oro del torneo y tal vez el de la FIFA de 2014. Ambos llegaron al Mundial con miedos. Su tendencia a las lesiones musculares les ha convertido en dos jugadores de cristal, sobre todo en el caso de Robben, pero por Brasil 2014 han pasado hasta ahora como dos jugadores de hierro.
Antes del partido de semifinales, Messi saca una ligera ventaja a Robben, ya que el argentino lleva cuatro tantos, uno más que el holandés. Robben podría llevar el mismo número de goles que Messi.
“Argentina tiene a Messi. Nosotros tenemos a Robben. Y sinceramente, el mejor es Arjen”, asegura Bert van Marwijk, el seleccionador con el que Holanda llegó a la final de Sudáfrica-2010, en la que perdió contra España (1-0). Robben, de 30 años, y Messi, de 27, representan el principal quebradero de cabeza de ambos entrenadores, el holandés Louis Van Gaal y el argentino Alejandro Sabella.
“¿Parar a Messi? ¿Y cómo van a parar ellos a Robben?”, comentó el ex jugador Patrick Kluivert, asistente de Van Gaal en la selección holandesa. Van Gaal, por su parte, se plantea poner una vigilancia individual a Messi, un perro de presa como lo que hizo Van Marwijk en la final entre Holanda y España en Sudáfrica-2010, cuando puso el aliento de Mark Van Bommel en la nuca de Andrés Iniesta.
Tercer Mundial de los dos
Tanto Messi como Robben se han desquitado de anteriores participaciones en Mundiales hasta el momento y en éste pueden llevarse el título colectivo que tanto sueñan, lo que les colocaría en buena posición de cara a ganar el Balón de Oro del torneo y el que entregue la FIFA en enero al mejor jugador de 2014. Las experiencias de Messi y Robben en anteriores Mundiales estuvieron en parte condicionadas por las lesiones musculares de dos jugadores de cristal.
En Alemania 2006, Messi llegó tras superar una lesión que arrastraba desde marzo. En cuartos de final, su equipo quedó eliminado en los penales frente a Alemania, sin jugar ni un minuto en aquel partido, terminando el Mundial con un gol marcado, a Serbia y Montenegro. Cuatro años más tarde, en Sudáfrica-2010, Argentina fue goleada en cuartos por Alemania (4-0) y Messi se fue sin marcar ningún gol. Por su parte, Robben vio como su equipo era eliminado en octavos de final de Alemania 2006 por Portugal (1-0), en un Mundial en el que también marcó un gol, como Messi a Serbia y Montenegro.
En Sudáfrica 2010, Robben se perdió los dos primeros encuentros (se lesionó en un amistoso previo ante Hungría), pero disputó los últimos minutos del tercero de la primera fase, contra Camerún, para ya empezar a jugar regularmente en la segunda fase. Después marcaría dos goles, en octavos contra Eslovaquia y en semifinales frente a Uruguay. Su oportunidad fallida en la final perdida contra España, en un mano a mano con Iker Casillas, le persiguió durante cuatro años y se está desquitando en este Mundial.
Tanto Messi como Robben quieren aprovechar esta oportunidad en un Mundial y que a la tercera sea la vencida.
Cientos de hinchas en las calles paulistas
Haber clasificado a las semifinales de un Mundial después de 24 años no conforma a los cientos de hinchas que recibieron al seleccionado en la puerta del lujoso hotel en el que quedó concentrado, ni a los miles que llegaron a esta ciudad y tiñeron de celeste y blanco una jornada gris y lluviosa con la ilusión conseguir el boleto para la final que se jugará el domingo en el Maracaná.
El viento fresco y la lluvia de ayer en San Pablo no intimidó a los fanáticos que, desde muy temprano, se acercaron a las puertas del hotel Grand Mercure y merodeaban el Itaquerao, como se conoce aquí al Arena Corinthians. La mayoría de los argentinos que llegaron a esta ciudad no tienen entradas y por eso caminan de un lado a otro con la ilusión de conseguir un ticket. Caminan y cantan las canciones de siempre pero esta vez con la ilusión renovada.
Ya sin el karma de los Cuartos en la espalda, todos sueñan despiertos y estiran los brazos imaginariamente para aferrarse a la posibilidad de dar un paso más en busca del sueño que representa ser campeones del mundo en Brasil. Motorhomes, camionetas y autos particulares en una enorme playa de estacionamiento es la postal que se repite en el sambódromo. Algunos se animan al fútbol-tenis, otros, más tranquilos, se conforman con el mate.
Por qué Brasil debería apoyar a Argentina
Aquel que aterrice en el aeropuerto internacional Gilberto Freire de Recife notará la proximidad de un pequeño cerro que marcó un antes y un después en la historia brasileña. Es el monte Guararapes, en el que hace casi cuatro siglos, tuvo su bautismo de fuego lo que luego fue el Ejército brasileño. Fueron dos batallas, el 19 de abril de 1648 y el 19 de febrero de 1649, con las que el Reino de Portugal puso fin a una invasión holandesa que se extendió por más de un cuarto de siglo.
La palabra “Guararapes” domina la escena pernambucana. El monte que dio el nombre a las dos batallas se ubica en el municipio de Jaboatao dos Guararapes, donde en el siglo XVII el capitán Alexandre Moura, dueño del Ingenio Guararapes, donó las tierras para que se construya la Iglesia Nossa Senhora dos Prazeres dos Montes Guararapes, muy cerca de donde hoy está el amplio shopping Guararapes.
Entre sus varias incursiones de conquista de ultramar, los holandeses, por entonces "República de las Siete Provincias Unidas", habían ocupado efímeramente en 1624 Salvador y seis años después la capitanía de Pernambuco, donde permanecieron 18 años y dejaron una impronta que aún perdura en Recife y Olinda. En 1640, los portugueses consiguen independizarse de España y con ello se intensifica la tarea de reconquista del nordeste brasileño.
Años después estalla la Insurrección Pernambucana o "Guerra de la Luz Divina", coronada con las dos batallas de Guararapes, que marcaron el comienzo de la declinación de la ocupación holandesa, hasta la rendición de Recife en 1654 y la firma de la Paz de La Haya, siete años después. Para muchos historiadores, esas batallas fueron el punto fundacional de la nacionalidad brasileña. Sería bueno que los brasileños, al elegir a quién alentar, hoy a las 17 lo tuvieran presente.