Medellín es una ciudad emblemática para los argentinos. La muerte de Carlos Gardel, en el máximo de su esplendor como artista, ocurrió tras un choque de aviones en el Aeropuerto "Las Playas", en 1935. Desde ese momento, nació un mito grabado a fuego en la identidad de generaciones de antioqueños. El culto al "Morocho del Abasto" se eterniza en el monumento en la barriada de Manrique, al punto que la avenida se conoce popularmente con el nombre del cantor aunque en realidad se llame Carrera. No es infrecuente que cualquier habitante de la capital del departamento de Antioquia silbe la melodía de un tango o se anime a bailarlo. Para ellos, Gardel es sinónimo de Argentina y viceversa.
Es en suelo de Medellín, también, donde la influencia futbolística de entrenadores argentinos ha dejado su huella en Atlético Nacional. El primero ha sido Fernando Paternoster, quien sacó campeón al equipo en 1954. De los diez compatriotas que han sido DT en ese club, el que más impronta dejó fue Osvaldo Zubeldía, con dos títulos (1976 y 1981), pero sobre todo por su visión para cambiar la mentalidad del futbolista local hasta convencerlo de la necesidad de entrenarse en doble turno. El ex técnico de Estudiantes de La Plata no pudo ver la segunda vuelta olímpica del "verdolaga" bajo su tutela, ya que sufrió un infarto y falleció un mes después. Oscar Quintabani, quien logró el bicampeonato colombiano en 2007, fue el último de la camada surgida en nuestro país.
River Plate es esperado en tierra colombiana con la expectativa y ansiedad propia de la visita de uno de los clubes más importantes del mundo. El "Atanasio Girardot", el próximo miércoles, vivirá en estado de máxima tensión el partido de ida por la final de la Copa Sudamericana. No se trata de un juego más, si no de uno con connotaciones que rozan la leyenda. Para los "Paisas", como también se los conoce, hay demasiada carga previa alrededor del visitante ilustre. Debe entenderlo también el hincha del "Millo", como también lo deben estar palpando ya Marcelo Gallardo y su grupo de colaboradores en relación a cómo encarar tan trascendental compromiso.
Atlético Nacional lleva una ventaja clara en sus enfrentamientos de local por competiciones continentales sobre River. De los cuatro encuentros disputados en su estadio, ganó 3 y empató uno. Sólo perdió en dos ocasiones, ambas en el Monumental. El restante de los ocho partidos del historial terminó en tablas. Los tres primeros se disputaron en 1995, 1996 y 1997; el último, en 2000.
En la Libertadores'95, la participación del mítico René Higuita fue desequilibrante para llegar a la final. El arquero había marcado el tanto agónico en el "Girardot" con un espléndido tiro libre y en la revancha, luego del triunfo "millonario" en el tiempo reglamentario con un gol de Gabriel Amato, le tocó al "Escorpión" definir la serie por penales con su detención del remate de Matías Almeyda. Así, los colombianos volvieron a festejar en el Monumental, como dos años antes lo habían hecho a nivel selecciones con el histórico 5-0 a la Selección dirigida por Alfio Basile en las eliminatorias para el Mundial 1994.
El siguiente cruce, en 1996, estuvo enmarcado en un contexto diferente, que ensalzaba aún más la categoría del adversario. Debían medirse en la Supercopa, el certamen antecesor de la Copa Mercosur y luego de la actual Copa Sudamericana. Pocos meses antes, el "Millo" se había consagrado campeón de la Copa Libertadores por segunda vez, luego de haber vencido en la definición al América de Cali. En septiembre, volvía a presentarse oficialmente por un certamen continental y a la búsqueda de la revancha por la derrota en la temporada anterior
Medellín era un hervidero por entonces. Por lo futbolístico, debido a la presencia de un rival jeraquizado y cargado de estrellas. Por lo sociocultural, motivado por el impacto de la publicación del libro "Noticias de un secuestro", en el que Gabriel García Márquez narró la historia verídica de la captura de varios colombianos notables por parte de los narcos. Y en cuanto a la justicia social, porque la comunidad estaba sensibilizada por los dos años de la muerte del futbolista Andrés Escobar – ídolo de Atlético Nacional – ocurrida en una playa de estacionamiento ("El Indio") en la zona de Las Palmas; la Justicia determinó que quien le disparó seis tiros en la cabeza al autor involuntario de un gol en contra (1-2 vs Estados Unidos en el Mundial) había sido Humberto Muñoz, un chofer de líderes narcos a quien le dieron 43 años de prisión, aunque salió en 2005.
En la ida, los dos habían terminado 2-2 en Nuñez, con goles de Julio Cruz y Roberto Monserrat para el local; Aquivaldo Mosquera y Jhon Jairo Tréllez para la visita. En la vuelta, un juvenil atacante colombiano, Juan Pablo Ángel – luego figura con la banda roja – habían empatado tras un tanto inicial de Guillermo Rivarola. Para ese momento, River jugaba con diez por la expulsión de Roberto Bonano, lo que trajo el primer cuestionamiento para el DT Ramón Díaz por haber sacado a Ariel Ortega para que ingresara Germán Burgos al arco. En el minuto final, Luis Ángel Perea, quien después pasara a Boca Juniors, marcó el 2-1 definitivo con un cabezazo.
Un año después, en su casa, River consiguió el desquite y logró el pase a la final de la Supercopa 1997. En el arranque de la serie de semifinales, un tranquilizador 2-0, con dos tantos de Marcelo Salas, redobló la confianza para la vuelta en Medellín. Allí, el "Muñeco" Gallardo consiguió el tanto que resolvió la semi, ya que los "verdolagas" ganaron 2-1 pero el gol visitante los hizo perder en el global. En la final, el "Millo" conquistó el título ante el Sao Paulo, tras un empate sin goles en el Morumbí y un 2-1 en el Monumental con dos golazos del chileno Salas; Enzo Francescoli había fallado un penal cuando estaban 0-0.
Luego de haberse desahogado con el 1-0 sobre Boca, al que el presidente Rodolfo D'Onofrio definió como "la victoria de la década", River vuelve a tener la chance de ajustar cuentas con una historia corta en logros internacionales. La Copa Sudamericana comenzó en 2002 y fue San Lorenzo quien la conquistó tras vencer a Atlético Nacional. Un después, el "Millo" cayó frente al Cienciano. Ahora, sendos vencidos de las dos primeras ediciones están de cara a su propia revancha. Y en Medellín, parafraseando a Gardel, si hay algo que no desea la banda roja es "volver, con la frente marchita".
Por Fabián Galdi fgaldi@losandes.com.ar