La terminal de colectivos de Rivadavia tiene desde hace pocos días, una 'heladera social' que a diario, se abastece de la comida que deja allí la gente solidaria, para que la consuma quien lo necesite. "Vi la noticia en el diario y con una amiga nos pusimos en campaña para hacer algo así en nuestra ciudad", contó Alicia Salas: "Tenemos cinco heladeras y es la primera que ponemos en marcha".
En la Argentina, el concepto de heladera social nació a fines de febrero en Tucumán, por iniciativa de un vecino preocupado por la gente que no tiene qué comer; luego, la idea se replicó en otras ciudades y así, a fines de marzo llegó a Mendoza, primero a la calle Tiburcio Benegas, de Ciudad y ahora, en Rivadavia, donde se instaló la segunda heladera social de la provincia, gracias al trabajo de dos mujeres: "Leí la noticia en Los Andes, llamé a mi amiga Mabel (Verlino) y le dije tenemos que hacer algo así. Nos juntamos una siesta, lo charlamos y le dimos forma; al principio algunos hablaban del proyecto de dos locas pero está funcionando muy bien".
Alicia cuenta que la colaboración de la gente es fundamental: "Subimos la idea a las redes y pedimos ayuda; al poco tiempo nos habían donado cinco heladeras, de gente que pudo comprar una nueva y que a esa ya no la usa".
La primera heladera de Rivadavia funciona en la terminal de colectivos de 10 a 18 y luego se guarda; está en uno de los pasillos, frente a las boleterías de la empresa Nueva Generación y la máquina toma corriente de un local donde la comuna dicta un taller de gastronomía. Para colaborar con el proyecto hay que cumplir con un requisito básico: colocar la fecha de elaboración de la vianda que se deja: "Para que nada se eche a perder, cada producto no está más de dos días en la heladera, aunque de todos modos alguien siempre se lo lleva antes".
Alicia y Mabel trabajan en Cáritas y comparte distintas tareas solidarias, por lo que no les costó demasiado ponerse de acuerdo: mandaron a reparar una de las heladeras donadas y al mismo tiempo, pidieron audiencia en la comuna para hablar del proyecto, solicitar autorización y acordar el mejor lugar para instalar la heladera.
Así fue como se eligió la terminal de colectivos: "La heladera sirve para dar un alimento a la gente que está en la calle, pero también la dejamos allí pensando en todos aquellos que por algún trámite viajan desde los distritos, se quedan todo el día en la ciudad y a veces solo tienen para el pasaje. Ojalá no hiciera falta, pero en tiempos de crisis hay que ser más solidarios que nunca", subraya Alicia e insiste: "Está andando bien, siempre alguien deja comida y el que necesita la saca".
Desde el municipio aseguran que se hace control habitual al contenido de la heladera para verificar las condiciones de la mercadería. "La gente deja leche, frutas, yogur, tal vez un guiso, todo viene bien", y para calentar comida, ya consiguieron un microondas que esta semana van a dejar junto a la heladera. Después de las seis de la tarde, todo se guarda en local hasta el día siguiente.
La heladera está allí, a mitad de pasillo y la gente pasa y a veces se detiene, por curiosidad: "Esta heladera es como la de cualquier familia, el que tiene hambre saca y el que trajo algo, lo guarda", dice sobre la puerta. Alguien más llega, abre, saca una banana y sigue su viaje. "Hay gente que la está pasando mal y felicito al dueño de la heladera. La idea es buena", dice Martín en una de las filas del colectivo y a su lado, Mauricio duda: "No lo sé, hay mucho vandalismo, ojalá que nadie se robe algo".
Hace una semana que la heladera funciona en la terminal: "Son muchos los que se arriman a dejar algo de comida. Esa es la idea, la comida no se tira", subraya Alicia y cuenta que están pensando en las otras cuatro heladeras donadas: "Vamos a repararlas y a llevarlas a los distritos, donde quedaran a cargo de algún vecino solidario".