Rio 2016: el fenómeno Phelps y su influencia en la nueva generación de nadadores

Una periodista especializada, radicada en Mendoza, dejó sus impresiones sobre uno de los deportistas más referentes de todos los tiempos.

Rio 2016: el fenómeno Phelps y su influencia en la nueva generación de nadadores

De nadadora a nadador:

Mucho fue el tiempo que esperé para escribir sobre él y hoy se me dió. Muchas cosas me apasionan pero me considero una romántica de la natación. Desde chica siempre fui un pez en el agua. Pero claramente no era la única; tenía una hermana que era igual a mí, tenía mis compañeros del club que compartían mi misma pasión, tenía amigos nadadores distribuidos por todo el país que amaban con locura lo mismo que yo. Hoy el tiempo nos encuentra más grandes y con caminos distintos pero si hay algo que nunca va a cambiar es esa constancia de saber lo que pasa con la natación día a día, es esa euforia de estar prendido al televisor cuando pasan el minuto y pico de segundos que te cargan las energías para todo el mes. Es una locura, es reconfortante. Así fue tomando forma una nueva generación de nadadores, entrenadores e inclusive padres que se veían influenciados bajo las increíbles carreras que Michael Phelps corría. Esta generación dejaba atrás a deportistas como Mark Spitz e Ian Torphe para recibir a una nueva que venía de la mano del gran Michael Phelps, quien a sus quince años ya estaba participando de su primer juego olímpico en Sidney 2000.

Si ésto nos pasaba a nosotros que sólo éramos un par de chicos que soñaban con ser como él algún día, no puedo explicar lo que le generó al resto del mundo. La era Michael Phelps comenzaba a later nueve meses después con su primer récord mundial en nada más ni nada menos que en los 200 mariposa, su prueba por excelencia. Nacía una leyenda que prometía y nunca fallaba: él es un mito que trascendió todo tipo de límites alguna vez determinados, que dejó un legado en las rutinas del gimnasio, en los entrenamientos de pileta, en la precisión de cada estilo, en la flexibilidad del cuerpo y en la alimentación del nadador de hoy. Simplemente es una mezcla de todo eso que acoplándose de forma perfecta da como resultado el mejor nadador de todos los tiempos. Su influencia en esta generación de nadadores, entrenadores y  padres fue de gran ayuda ya que no existe persona que no haya entrenado sin ver sus videos, que no haya bajado sus marcas sin copiar su subacuática, que no haya mejorado en combinado sin aprender su vuelta, la famosa vuelta “Phelps”, que no haya perfeccionado su largada sin practicar una y mil veces la de él, copiándola exactamente o al menos haciendo el intento.

El éxtasis de su carrera llegó en el 2008 con los Juegos Olímpicos de Beijing, el norteamericano se tiraba a la pileta y no había forma de no sentirse seguro porque nuevamente él lo volvía a hacer: volvía a ganar una y otra vez. Así fue como cosechó ocho preseas doradas teniendo el mérito de ser el único deportista en obtener tantas medallas en una edición de los juegos olímpicos y superando el récord mundial impuesto por Mark Spitz, otra leyenda del agua.

Pero había algo que “no cerraba”, estaba sucediendo algo y nosotros -sus máximos admiradores- no estábamos al tanto. ¿Quién era esa persona que se ocultaba a través de esas antiparras? ¿Quién era ser humano que apenas sociabilizaba con sus compañeros de selección? ¿Quién era Michael Phelps? El tipo era el número uno, se consagro como el mejor del mundo en la historia del deporte, estaba en la cima, tenía dinero, rendimiento en el agua y el mundo a sus pies, pero él simplemente no estaba ahí. Luego de una seguidilla de detenciones por conducir en estado de ebriedad, por la difusión de aquella foto fumando marihuana, y luego su segundo arresto por posesión de drogas en el septiembre del 2014, las cosas dieron un giro de 360°. En ese año, el tiburón de Baltimore quedaba suspendido durante seis meses por la federación estadounidense e inhabilitado para nadar en el Mundial del 2015 en Kazan. La leyenda de la natación comenzaba un camino de curación interna en el centro de rehabilitación The Meadows durante varias semanas: “No estaba listo para ser vulnerable”, decía.

Luego de un pasado incierto, que nublaba las posibilidades de Rio y que nos preocupaba demasiado, el tiburón de Baltimore volvió a los 31 años con el pecho inflado y con hambre de gloria. Esta vez no sería la misma, esta vez ya no importaban las medallas, sino que su objetivo era el de ganar una lucha personal con la que lidio por muchos años, era la reconciliación consigo mismo. El nadador que solíamos ver tanto fuera como dentro de la zona de competición durante sus primeros años no tuvieron nada que ver con esta última presentación en los JJOO de Rio 2016. Michael Phelps no es sólo el mejor del mundo sino que es un ejemplo de superación personal y deportiva, de devoción, de perseverancia y de humildad.

De chiquita, cada vez que me preguntaban acerca de mi ídolo nunca dude en responder “Mi ídolo es Michael Phelps”. Hoy, después de doce años, reafirmo mi respuesta: luego de un pasado entre la gloria y la tormenta, este extraterrestre entre los mortales nos dejó otra enseñanza. Con lágrimas en los ojos – y no exagero- esta generación de nadadores nos despedimos  de un personaje entrañable que marco nuestras vidas, que nos enseñó que el máximo héroe de todos los tiempos con 28 medallas olímpicas – entre ellas 23 de oro- también se equivoca, también llora, también pierde, también se pone de pie y también es un “poquito” humano, ¡si, como nosotros!

De nadadora a nadador – y  me tomo el atrevimiento de también hablar por todos aquellos que se sientan identificados con esta nota- te queremos dar las gracias por dejar un sello en la historia del deporte a nivel mundial, sos milenario, sos leyenda, sos Michael Phelps.

¡GRACIAS, TOTALES!

Pd: Faltan cuatro años para Tokio 2020, pensalo.

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