Ricardo Ponte: “Hay que subirse al tiempo”

A través de la lectura del espacio público, el arquitecto Jorge Ricardo Ponte busca reconstruir la historia económica, política y social de nuestra provincia. Este jueves, participará de una serie de charlas en torno a la “Mendoza reformista”. Allí, se pr

Ricardo Ponte: “Hay que subirse al tiempo”

“Antaño había un funcionario denominado ‘recordador’. En realidad, este título era un eufemismo del cobrador de deudas. Su misión consistía en recordar a la gente lo que le hubiera gustado olvidar. Una de las funciones más importantes del historiador es la de [ser] recordador”. La frase de Peter Burke ha sido inspiradora para Jorge Ricardo Ponte, el arquitecto que se dedica a explorar la construcción del pasado.

Desde hace muchos años, su investigación se centra en vincular los procesos histórico-culturales con los espaciales: incorporando espacio a la historia e historia al espacio. Es decir, relacionando los desarrollos históricos, políticos, sociales, económicos, con la dinámica urbana, para poder explicarnos el presente.

Bajo la consigna “Mendoza Reformista: Economía, política y espacio público”, se desarrollarán el próximo jueves una serie de charlas a las que, por supuesto, Ponte ha sido invitado a disertar.

“Básicamente, vamos a hablar de la etapa lencinista - explica el investigador- la llegada del primer gobierno popular a la Mendoza conservadora”.

Según Ponte, José Néstor Lencinas es la gran figura histórica local que debe ser reivindicada. Atacado por la prensa opositora, ignorado por las generaciones siguientes, el primer magistrado electo aquí bajo la Ley Sáenz Peña, enemigo político de Civit, merece mucho más que el nombre de una callejuela más.

“Ha sido un personaje mal tratado, ridiculizado. El gobernador del populacho. Y lo cierto es que, en muchos aspectos, su gobierno fue pionero: en principio, él convocó a profesionales como ministros. Formó un gabinete de lujo, algo que no tuvieron los gobiernos conservadores”, destaca.

Claro que su visión de arquitecto apoya la tesis del historiador: “Impulsó la Mendoza más hermosa que haya existido, a la que llegó el cine y la radio. La época de Raúl Álvarez, el primer arquitecto local".

Es curiosa la fragilidad de la memoria (de hecho, uno de los libros de Ponte lleva ese título) cuando la vemos representada en el espacio urbano. Lencinas triunfó sobre Emilio Civit en elecciones libres.

Y si bien el conservador lleva los laureles de la creación del Parque San Martín, fue Lencinas quien lo complementó con el Rosedal, quien alentó el establecimientos de clubes alrededor y quien instó a que el espacio público pudiera ser aprovechado por el pueblo. Sin embargo, el nombre de Civit reluce en la avenida principal y el de Lencinas (no Carlos, sino su padre José) figura en una calle departamental y en el hospital que atiende infecciones.

“Podrán entrar a la Casa de Gobierno, podrán entrar a la Legislatura, pero esta chusma no podrá entrar a nuestros salones”, decían los conservadores mendocinos de las primeras décadas del XX. “Lencina, en cambio, es el proto-peronismo”, aclara Ponte.

- En cuanto a la apropiación del espacio. ¿Cómo analiza hoy la sectorización de la ciudad, los accesos limitados, la proliferación de barrios privados?

- Hay que entenderlo en los tiempos en que vivimos. En nuestra ciudad, hoy conviven tres ciudades: una pro-moderna (la de los barrios sin servicios), una moderna y una posmoderna. El concepto de posmodernidad, que surge en los ‘70, nace de la arquitectura. Su discurso comprende la reivindicación de las minorías, que deciden no esperar la revolución social para hacer valer sus derechos.

Pero, a la vez, deriva en una sectorización de la vida, en el que caben estas reflexiones: ‘yo no voy a esperar que haya seguridad en la ciudad, me voy al barrio privado’. No me preocupa que los ricos tengan un espacio de comodidad, me preocupa que eso coexista con espacios pre-modernos.

- ¿Y cómo se visualiza esta diferencia en la distribución de los recursos, por ejemplo el agua?

- Aquí, el ecosistema es frágil. Resulta útil para la vanidad del mendocino pensar que le ha ganado al desierto. Pero esto también propicia que sea muy temerario. Con dinero, todo se arregla. Hay barrios, como Dalvian, que están por fuera de los circuitos del agua.

- En base a los 200 años de historia, ¿cómo ve la Mendoza actual?

- Creo que hoy Mendoza está sin un sueño. Le falta tener una utopía. La gente ha bajado sus expectativas. Se conforma. La ciudad ha ido creciendo en complejidad pero en cuanto a lo ecológico, por ejemplo, está muy quedada. Hay que subirse al tiempo. Y hay que tomar como referencia ciudades acordes a la nuestra, como Bolbao o Monterrey. ¿Para qué viajan nuestros dirigentes a Barcelona? No somos una megalópolis ni somos un puerto.

Conversación histórica

Desde abril hasta hasta noviembre, se realizarán mesas redondas organizadas por la Dra. Beatriz Bragoni en torno al los festejos del Bicentenario y otros hitos importantes de nuestra historia.

Los conferencistas son destacados profesionales del Conicet Mendoza: Ana Mateu, Patricia Olguín y el prestigioso Ricardo Ponte.
Este jueves, en la Sala Azul de la Nave Universitaria (Maza 223, Ciudad) a las 19.30, comienza el ciclo. Imperdible.

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