Ricardo Darín: “Nada me asusta más que mi propia violencia interna”

A punto de estrenarse “Relatos salvajes” en Mendoza, el “gran actor argentino” explica cómo trabaja sobre sí mismo para no “estallar”; de por qué nunca fue para él una obsesión Hollywood; y cómo aquella crítica a los Kirchner que él formuló, y lo que vino

Ricardo Darín: “Nada me asusta más que mi propia violencia interna”
Ricardo Darín: “Nada me asusta más que mi propia violencia interna”

Quién dudaría de que Ricardo Darín hoy es el gran actor argentino. Que ocupa los mismos metros cuadrados simbólicos, en el imaginario colectivo, que alguna vez coparon Alfredo Alcón, Federico Luppi, Héctor Alterio. Que a gran parte del público ya le alcanza saber que dan "una de Darín", para perfumarse y enfilar hacia las salas multiplex. Que es el tipo que más guiones por día (¿o por minuto?) recibe. Quién dudaría... Precisamente él.

-Quiero aclarar eso. Primero, no sé si soy el actor que más guiones recibe… Pero sí sé que recibo muchos y variados. Afortunadamente trabajo mucho, tengo invitaciones a más proyectos que otros, pero también sé de muchos actores que tienen tanta frecuencia de lectura como la que tengo yo.

Darín fusiona el tono típico del pibe de barrio porteño, con la cadencia y la prosa de un intelectual moderno. Y siempre, la simpatía. La misma que, apenas cuando era un galancito, hizo que se guardara en el bolsillo a la teleplatea argentina.

A esta hora, sobre sus espaldas han recaído cientos de preguntas. Acaba de terminar una conferencia de prensa en Rosario, a raíz del estreno de la película “Relatos Salvajes” de Damián Szifrón. En unos minutos, charlará con medios de otras provincias, en tandas de 5 o 10 minutos. En el medio, atiende la llamada de Estilo. Y todo, con esa simpatía marca Darín.

-Y cuando se reciben tantas propuestas de trabajo, ¿qué parámetros usás para descartarlas?

-Los parámetros para elegir en qué película trabajo y en cuál no, son los mismos que arrastro desde tiempo inmemorial. En una época, la vara con la que medía cada invitación estaba teñida de la necesidad de subsistencia. Quiero decir, cada vez que me ofrecían un trabajo sentía primero una gran alegría y después veía si me agradaba o no ese papel. He hecho algunas cosas de las que después no me he sentido orgulloso, pero en su momento significaron básicamente mi medio de vida. Hoy tengo el privilegio de elegir. Porque puedo prescindir de un trabajo y sé que mi familia va a comer igual. Entonces, puede ser que me haya puesto un poco más enfocado en, no te diría cuidar más mi carrera, pero sí, en seguir aquello que mi instinto me indica. Es una cuestión mixta entre estomacal, emocional e intelectual. 

Cuando algo me atrae, aunque sea sólo por la cuestión entretenimiento, sí le doy curso. Lo que sí debo reconocer es que cuando algo está bien escrito siento una gran admiración por quien lo escribió. Entonces, lo que sobreviene a esa admiración es el interés, el magnetismo, la atracción, pensar cómo lo quieren hacer. Entonces, medio que me involucro. Por el contrario, cuando leo algo que siento que no está bien escrito, cuando siento que está planeado sin esencia, me aleja, me detiene. Igual, esos parámetros no son garantía de nada. La verdad, me he involucrado en algunos proyectos que fueron de gran aceptación y otros que no. Le otorgo un gran espacio a la fortuna, en ese sentido. Nada es garantía de luego obtener buenos resultados.

-¿Por qué le dijiste sí a "Relatos Salvajes"?

-Precisamente porque sentí una gran admiración por cómo estaba escrito. Todas y cada una de las historias. Me produjo gran perplejidad al descubrir que todo eso estaba en la cabeza de un tipo que tiene 37 años. Un cineasta muy joven, con empuje, con visión. Se transformó en algo atractivo. Quería acompañarlo como fuere, aunque más no fuera formando parte de su equipo.

El director joven es Damián Szifrón. El factótum de "Los simuladores" y el realizador de "Tiempo de valientes" quiso contar seis historias en "Relatos Salvajes", con un sólo denominador común: la certeza de que la gente puede perder el control en cualquier momento (como te pasó a vos o a mí en medio de un embotellamiento en la ruta, o haciendo un trámite en una dependencia pública, de esos que parecen detener el tiempo). A lo Hulk o a lo Michael Douglas en "Un día de furia" de 1992. Pero con enfoque argentino. Con el estilo Szifrón, que se ha caracterizado por el humor negro, sutil e inteligente. 

Para narrar estos episodios independientes que componen el largometraje, convocó a Darín, Leonardo Sbaraglia, Erica Rivas y Darío Grandinetti, entre otros. La película se estrenará el 14 de agosto en Mendoza. Tuvo muy buena repercusión en el Festival de Cannes, y fue seleccionada para participar en el Festival de Cine de Toronto, Canadá, que si bien no es un encuentro competitivo es una gran vidriera del cine internacional.

-¿Qué significa ser el emblema del cine argentino hoy por hoy?

-Sería injusto si yo me pusiera ese título. El año pasado se filmaron 120 películas y yo estuve en una sola. Entiendo, lo de las eras y lo de las etapas, que tienen que ver con las edades, con la frecuencia de trabajo, cuando hablamos de Federico Luppi, de Alfredo Alcón, y de tantos actores más olvidados como Carlos Carella, Luis Politti, Lautaro Murúa, Lito Cruz, Víctor Laplace, gente que ha trabajado mucho y muy bien. Cada uno de ellos hizo su aporte en los espacios que le fueron permitidos. Todos ellos nos fueron dando una historia cinematográfica de la cual yo me siento orgulloso.

-Pero ahora ese espacio, el del "gran actor" argentino lo ocupás vos… ¿Te pesa ese título?

-Desde hace 15 años hasta acá, yo he tenido una gran frecuencia de invitaciones a formar parte de proyectos, eso es un privilegio al que he tratado de responder como corresponde. Con trabajo, con esfuerzo, con dedicación. Soy un tipo al que le gusta trabajar. En algunos casos me ha ido bien y en otros no tanto. ¿Si me pesa? La verdad que no. Normalmente ese tipo de calificaciones vienen más del exterior hacia uno que de uno hacia afuera. Yo no salgo a decir que yo soy fulano de tal, a agrandarme. Es más, lo que hago últimamente, por el contrario es salir a defenderme de ese tipo de calificaciones, no sé bien por qué. (Ríe)

-Precisamente el otro día te "defendías" cuando Fantino, en "Animales Sueltos" no podía creer que tu sueño no fuese triunfar en Hollywood. ¿Se ha futbolizado también el cine, con esto de los ídolos que nos hacen quedar bien afuera, que ganan Oscars y que después deben triunfar en el exterior casi como mandato?

-Totalmente. Yo siempre trato de ser sincero conmigo mismo. Fiel a mí mismo, las veces que puedo. A veces me he transgredido, y así me ha ido. No me he sentido orgulloso después de eso. Y por eso no me desvela Hollywood. Siempre hay una tendencia a creer que la meca está afuera. Si es en el deporte, es jugar en Estados Unidos o en Europa. Si sos pintor, exponer en Francia. Eso es muy argentino. La mirada puesta allá más que acá. Nos emparentamos más con París que con los países de Latinoamérica, y no sé por qué, porque mucha gente que lo hace no sabe ni dónde queda. Después, cuando les toca conocer un poco, se dan cuenta de la riqueza que hay por acá. De lo maravilloso que es nuestro país, y que no tenemos que envidiarle nada a nadie. Es una tendencia que tiene que ver con nuestra composición social. Hemos recibido tantas influencias inmigratorias, que nos ha hecho creer que somos “europeos”, y estamos todo el tiempo mirando para afuera.

-Si tu meta no es Hollywood, ¿cuál es?

-Lo importante de una carrera no es a dónde llegás si no cómo la hacés. Me interesa más el camino que la meta, porque no sé cuál es la meta. No tengo visualizada ninguna.

No soy yo cuando me enojo

-El slogan de la película es "Todos perdemos el control". ¿Cuándo fue la última vez que lo perdiste?

-Soy proclive a perder el control, por eso trabajo sobre mi mismo. Nada me asusta más que mi propia violencia interna. Porque el germen de la violencia no sólo es físico, puede ser intelectual, emocional, psíquico. Tiene tantos nutrientes la violencia, que es difícil detectar cuándo comienza. Normalmente estamos más proclives a visualizarla cuando se manifiesta a cuando nace. Entonces, yo siempre estoy atento conmigo y con mi gente, mis amores, a eso. Es el trabajo que nos toca hacer. Lo importante es estar relajados, atentos pero relajados, para detectar en qué momento te están tirando una opción para que te subas a ella, a la violencia, y que te conviertas en eso que criticás.

-Te ha servido el humor para zafar de "estallar"…

-Sin ninguna duda. Para mí, el humor es lo que más nos rescata de nuestras miserias y zonas oscuras, porque si le damos carácter de solemnidad a cada cosa que recibimos nos ponemos cada vez más oscuros. No sé si te has dado cuenta, siempre trato de desacralizar las situaciones porque no se puede ser tan solemne siempre. Hay cosas que merecen solemnidad pero otras, ¡no tanto! Hay que navegar las aguas con tu propia singularidad, con tus señas particulares. El humor es una herramienta fenomenal.

-¿Los argentinos estamos muy dramáticos? ¿Demasiado rígidos y enfrentados? Digo, tras tu crítica al gobierno, cuando dijiste que no sabías cómo se construyó el patrimonio presidencial (ver recuadro), te dispararon por todos los costados…

-Bueno, estamos viviendo una etapa muy especial en ese sentido. Todo se ha convertido en una especie de contienda en ver quién tiene razón sobre el otro. Es difícil analizarlo así a vuelo de pájaro, pero una de las posibles llaves de salida a eso, es no involucrarse en cosas que sean ajenas a la esencia de cada uno. Es difícil. Manejar el aspecto externo, sobre todo cuando tenés un trabajo de exposición pública, no es nada sencillo. Hay que ser cuidadoso y tampoco creerse demasiado nada, porque es tan solo una opinión. No era más que una frase…

Mendoza siempre cerca

Pronto, Darín junto a Szifrón, brindarán en la provincia una conferencia de prensa y una función especial de “Relatos salvajes” para los medios. “A Mendoza me ha tocado ir a trabajar, estar de vacaciones, ir a esquiar. Es una de las ciudades más lindas de la Argentina”, dice el actor. La visita será el 4 de agosto, en un lugar a confirmar. El film se estrenará el 14 de agosto.

Se dice de nosotros…

Darín ha recorrido Europa y gran parte del mundo, con sus películas y con el último gran éxito teatral (que también lo trajo a Mendoza) “Art” (precisamente, en una de esas funciones en Barcelona se hizo amigo de Leonel Messi y su familia).

-Como gran viajero que sos, ¿qué es lo que más sorprende afuera del "ser argentino"?

-Paradójicamente, lo que más intriga de nosotros es nuestra forma de ser. Cómo nos manifestamos. La falta de pudor a la hora de mostrar nuestras emociones. Nuestra falta de rigurosidad, que nos da un aspecto más cercano, más próximo. Padecemos nuestras características para bien o para mal. Esa forma de ser abierta, cálida y abrazadora, en muchos casos es interpretada como falta de seriedad… Y eso mismo nos convierte en algo atractivo para los demás.

Flashback presidencial

La historia particular de sus entredichos con el gobierno comenzó hace varios meses cuando, Darín declaró en una entrevista a Brando: “Quisiera que alguien me explicara el crecimiento patrimonial de los Kirchner”. A las pocas horas, la Presidenta se defendió e indicó en su cuenta de Facebook que el actor “fue investigado por el delito de contrabando de una camioneta”.

El protagonista de films como “El secreto de sus ojos” o “Séptimo” explicó que su comentario no era un ataque personal, simplemente una reflexión “en voz alta”. “Tristemente, a meses de distancia, veo que muchos se hacen las mismas preguntas, ante la aparición de ciertos sujetos”, comentó en referencia implícita a las acusaciones por supuesto lavado de dinero contra Lázaro Báez (citado por diario La Nación). En todo momento, Darín se refirió amargamente sobre la repercusión mediática que tuvo el cruce con la familia presidencial.

Hoy, en charla con Los Andes, dijo: “Manejar el aspecto externo, sobre todo cuando tenés un trabajo de exposición pública, no es nada sencillo. Hay que ser cuidadoso y tampoco creerse demasiado nada, porque es tan solo una opinión. No era más que una frase…”

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