Ricardo Alfonsín pasó por Mendoza. Llegó a Los Andes acompañado de dos históricos dirigentes como Fernando Armagnague y Hugo Lanci. Viene de Entre Ríos y Chaco.
Asegura: "Yo siempre estoy viajando. Para mí es una obligación, pero también una necesidad…", desliza, para dar cuenta de cierto clima de debate interno que recorre al radicalismo en todo el país, tras las elecciones y a mitad del mandato de Mauricio Macri como emergente del acuerdo que la UCR suscribió con el Pro y la Coalición Cívica que permitió el alumbramiento de Cambiemos. Enarbola un discurso crítico hacia el oficialismo, y en especial hacia su propio partido, al que acusa de haberse puesto en un rol de "convidado de piedra".
-Estas visitas ¿coinciden con su intención de tomar distancia del rol del radicalismo en Cambiemos?
- La mejor manera de colaborar con el gobierno es advertirle cuando está por tomar una decisión equivocada. Eso es lo que dijimos cuando cerramos este acuerdo. Lo dijo Ernesto Sanz en Gualeguaychú. Hemos hecho todo lo contario. Cambiemos tiene un déficit, subsanable: no hemos hecho un acuerdo programático, entonces había que crear mecanismos internos de coordinación y diálogo para que cada fuerza pudiera hacer oír su voz antes de que se cometieran errores en temas trascendentes. Hubo que dar marcha atrás en algunas decisiones que se podrían haber evitado si la UCR hubiera tenido el valor de hacerse cargo de las diferencias.
- ¿Eso es así porque el Pro avasalla o porque los radicales ceden?
- No le reprocho nada al Pro, si a ellos no le reclaman…. El problema es nuestro. Tal vez en el Comité Nacional piensan que ésta es la mejor manera de contribuir, yo creo que no. Otros creerán que esto es lo que más conviene a Cambiemos, para que la sociedad no crea que hay diferencias hacia el interior… y algunos creerán que es lo que más le conviene a su carrera política… Yo digo que con el partido y con las ideas nadie puede hacer lo que quiera: hay gente que murió y se sacrificó por este partido. Entonces, cuidémoslo.
- Pero siempre dentro de Cambiemos…
- Yo quiero cuidar a Cambiemos, quiero que al gobierno le vaya bien. Yo acompañé lo de los holdouts, lo del cepo, la negativa a la ley de despidos, pero hay otras que no podía acompañar como la política sobre la megaminería. Yo trato de hacer política sobre la base de las ideas. Entiendo que siempre hay una dosis de pragmatismo, pero no al revés.
- Es otra faceta de la grieta…
- Absolutamente. O están en todo con nosotros o están con el kirchnerismo… Y yo estoy en Cambiemos, que es una fuerza plural. Soy radical y dijimos que éramos distintos. Apostamos y valoramos el diálogo, no el seguidismo. Ni a Alfonsín le consentían tanto, mucho menos a De la Rúa…
- Da la impresión que su construcción política está al filo de agrandar esa grieta en Cambiemos. Por ejemplo, apoyar a Lousteau en Capital Federal, o a los radicales del Frente Progresista en Santa Fe…
- Dentro del partido está el mundo patas para arriba. El que tiene que dar explicaciones es Ernesto Sanz. Por qué en Capital no hubo acuerdo, no es un problema mío, o del Pro ya que allí no quiso ni siquiera tener un acuerdo con la UCR y aceptar una interna. En provincia de Buenos Aires tampoco nos dejaron competir, nos volteó la Justicia. En Santa Fe, se dio libertad de acción y creo que el Frente Progresista es una experiencia interesante que cuando se den las circunstancias o cuando desaparezca esto que quienes pensamos distintos nos juntamos para competir, tal vez deberemos ir en un frente común con quienes pensamos parecido, como los socialistas. En 2015 la amenaza era la desaparición de la República. Cuando esté despejada la duda republicana, ¿cuál va a ser la política de alianza de la UCR? Éste es el debate que nadie quiere dar.
- Desde estas prevenciones y diferencias, ¿cómo vio el discurso del Presidente del lunes pasado?
- Me alegró mucho que convoque. Eso es hacer política con mayúsculas. Pero nosotros no fuimos consultados sobre la iniciativa, los proyectos o los temas. En lo específico, esa reforma laboral no creo que pueda contar con la aprobación del radicalismo. No creo que las crisis se puedan solucionar con la entrega de derechos laborales. La competitividad no se logra bajando salarios. Necesitamos crear empleo y apostar al desarrollo productivo, no al financiero.
- Imagino que sí está de acuerdo con gravar la renta financiera…
- Por supuesto.
- ¿Y respecto de las economías regionales, que en Mendoza se plasma en el impuesto al vino?
- Deberíamos haber conversado al interior de Cambiemos, ya que tenemos un gobierno radical en Mendoza. Ahora nos tenemos que colocar en quien genera una tensión mayor teniendo que decir que no.
- ¿La reforma previsional?
- Me preocupa. No creo que prospere porque significa resignar haberes de los jubilados. Espero que la UCR tenga una posición defensora, salvo que nos demuestren que estamos equivocados. No somos de los que pensamos que el sistema de reparto va al colapso. Eso lo dice el sector financiero en todo el mundo, porque son miles de millones de pesos que podrían administrar ellos en vez de los Estados. Cada cinco años dicen que colapsa…
- Dentro del partido, y en especial dentro del bloque de diputados nacionales, ¿su postura es compartida o es un "lobo solitario"?
- En privado, muchos te dicen que tenés razón; otros no dicen nada. No es gratis para mí. He sido muy prudente y la responsabilidad la fijo en mi partido que se autocolocó en esta posición de convidado de piedra. Menem también ganaba elecciones y lo acompañaban las mayorías. Las consecuencias se vieron después.
Cornejo: "Un excelente gobernador"
“Sé que tiene una popularidad muy grande”, dijo Ricardo Alfonsín cuando se le consultó sobre Alfredo Cornejo. De todas formas se excusó de profundizar por no vivir en Mendoza, aunque aseguró “que como radical, debe ser un excelente gobernador”.
Aclaró que eso sin perjuicio de “las diferencias que puedan tener hacia dentro del partido algunos amigos”, en obvia alusión a su anfitrión Armagnague, quien es un asiduo partícipe de las internas partidarias. “Me gusta que se haya puesto al frente del reclamo por la vitivinicultura”, aseguró.
Raúl, imagen positiva hasta entre sus ex detractores
Como hijo del ex presidente Raúl Alfonsín, Ricardo admite que la figura de su padre tiene hoy una unanimidad que no tuvo en sus épocas de esplendor político. “Creo que es natural. Cuando transcurre el tiempo, como con las obras de arte, la perspectiva para valorarlo es diferente. Hoy se comprenden las dificultades que tuvo. Herencias eran las de antes: cuando asumió tenía un déficit del 16% del PBI (en 2015 era del 6%); la inflación era de 300% anual; la tasa de interés del 17%; las reservas apenas 250 millones de dólares; los comodities no valían nada. Y esto era una gran amenaza... Lo que se hizo, lo hizo el pueblo. Ahora es valorado, Y empezó primero la sociedad y su muerte ayudó. Hasta el kirchnerismo que lo denostó, ahora lo reivindica… y hasta quienes lo denostaron ahora dicen que no lo hicieron… pero yo me los acuerdo bien” relata.