En los últimos días me he encontrado en una encrucijada emocional como hacía mucho tiempo no me ocurría, he pasado por varios estados y hoy lo bajo en palabras. Pasé del shock y el sentimiento de dolor y miedo que me estremece el cuerpo cuando escucho hablar de leucemia, a un estado de tristeza muy grande al enterarme lo que le había sucedido a Guadalupe.
Cabe destacar que este escrito no se trata de tomar partido por nadie, no creo poder ponerme a la altura del dolor que deben sentir hoy los padres de esa pequeña y solo puedo rezar para que su hija se recupere, pero me siento en la obligación de contar mi experiencia después de leer tantas cosas en las redes sociales y los diarios.
Mi hijo Tiago, hoy con 8 años, al año y medio fue diagnosticado con leucemia linfoblástica aguda clase B; yo no soy entendido en la materia y para mí estas palabras eran chino mandarín.
En ese momento nuestro mundo dio repentinamente un vuelco que excedía ampliamente los 180° y de repente nos encontrábamos en el sanatorio Fleming tratando a nuestro gordito.
Muchos fueron los consejos de cómo y dónde tratarlo, si llevarlo al Notti, si ir a Buenos Aires, pero la hematóloga nos transmitió mucha confianza, nos pareció muy profesional, metida en todos los detalles y fue uno de los grandes pilares de la recuperación de nuestro hijo.
Así fue como nos quedamos en el Fleming y gracias a Dios, al apoyo de nuestro entorno y al desempeño de la Dra. Bacciedoni, hoy Tiago está sano y es un niño que tiene el mundo por delante.
Repito, no intento con esto justificar, ni emitir un juicio de valor en esta situación en particular, hoy no puedo hacer más que ponerme a disposición de los papás de Guadalupe para lo que pueda ser de utilidad y hacer también lo que me dicta el corazón contando mi experiencia positiva con Viviana Bacciedoni, a la cual estaré siempre agradecido.
Solo me queda seguir rezando con mucha fuerza por todos los involucrados en esta situación de m... que ningún niño del mundo debería pasar jamás.
Elio Guidarelli
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