Reynaldo Sietecase: “Hay una ética de la derrota que me interesa rescatar”

Presenta su libro "No pidas nada", en la feria del libro. Habla de cómo “la verdad” se ha vuelto vulnerable.

Reynaldo Sietecase: “Hay una ética de la derrota que me interesa rescatar”
Reynaldo Sietecase: “Hay una ética de la derrota que me interesa rescatar”

También hay que saber luchar sin esperanzas”. La frase del italiano Sandro Pertini queda humeando en el último sorbo de café de Sietecase, antes de que entre a los estudios de Telefé.

No es amargura. Es desencanto. “Por eso la novela se llama así, ‘No pidas nada’. Que es como decir: bancátela solo”.

El Tano Gentili, protagonista de este libro es, como él, periodista. El Tano es, para un sistema exitista y de vedettes mediáticas, un derrotado.

Un periodista que, como los de otros tiempos, usa libretita y sigue hasta la obsesión el rastro de la verdad.

“Hay una ética de la derrota que a mí me interesa rescatar”, dice el autor detrás del espejo. Su protagonista está fuera de la lógica del show periodístico. Un perdedor que se ha exiliado de la sección política para derivar en policiales.

Todo por decir que no. "No a lo inaceptable. No a lo injusto". Reynaldo habla de su protagonista pero también es un modo de hablar de sí. 
Por eso, antes de que se termine el café, inevitablemente revolvemos el recuerdo de la censura, el momento en que le levantaron el programa luego de una entrevista a Francisco De Narváez.

El hecho: en 2009, los dos programas televisivos que conducía Sietecase en América 24 y América TV, más su columna radial en LT8 de Rosario, fueron levantados del aire.

“Creo que eso me ha fortalecido”, dice hoy el rosarino, mientras mira por el vidrio del bar la mini-ciudad de los nuevos estudios de Telefé en Martínez.

Viene de Palermo, donde todas las mañanas conduce “La inmensa minoría” (Radio con Vos) y de recorrer los 25 kilómetros que lo separan del canal, donde integra el equipo periodístico de Telefé Noticias. Aun con sus tragos amargos, sigue agradeciendo. “De pibe trabajé en un banco, en una metalúrgica, me gusta mi laburo, persisto en esto”.

Esto -el periodismo- es un terreno complicado. “El problema de esta profesión no es económico, no es tecnológico, es ético”. Por eso, dice, se tomó el atrevimiento de redactar un “Decálogo ético para periodistas”.

Es, además de una invitación al debate, un homenaje al maestro, que aparece en el décimo punto: “El principal dilema del periodismo actual sigue siendo ético. Escribamos en un iPad o en una libreta, emitamos por la web o desde un teléfono inteligente, el tema es qué contamos y cómo lo hacemos. En palabras de Tomás Eloy Martínez: ‘El lenguaje del periodismo futuro no es una cuestión de oficio o un desafío estético. Es, ante todo, una solución ética’”.

La novela como género sucio

Todo el mundo le pregunta cómo hace para escribir literatura en medio de tanto trajín. Pero él responde con naturalidad que escribió desde siempre, desde que tiene memoria. Que la literatura es su salvavidas. Y que, cuando tiene una novela en mente, sencillamente no puede parar.

Aparte, se la pasa cruzando géneros. Es el autor de “Kamizazes, los mejores peores años de la Argentina” (investigación, periodismo), “Pendejos” (cuentos), “No hay tiempo que perder” (crónica), “A cuántos hay que matar” (novela) y otros tantos libros más.

- Tu primera novela fue un thriller. Ésta última también tiene el pulso de la novela negra. ¿Entre quiénes pondrías tus libros en una biblioteca imaginaria? ¿Quiénes son tus admirados?

- De un lado, pondría a Tomás Eloy Martínez, que fue mi maestro. Del otro a un amigo, Pérez Reverte. 
Recuerda que "Un crimen argentino", su primera ficción, también surgió de un caso real. Él estaba cursando un taller de crónica con Eloy Martínez y le llevó un texto para trabajar el género. "El caso de un conocido empresario rosarino que fue asesinado y su cuerpo disuelto en ácido". 'Ahí hay una buena historia', dijo el autor de "La novela de Perón". Entusiasmado, el estudiante le transmitió que intentaría escribirla. Eloy fue suspicaz: "Dije que hay una buena historia. No que necesariamente vayas a escribirla". Plantó el deseo de inmediato y Sietecase se arrojó al intento.
"Durante meses investigué, entrevisté a más de 40 personas, busqué los expedientes, pero no encontraba la forma. Un día me crucé a Tomás en el Café La Biela, le planteé mi enredo. 'Yo te dije una novela', contestó". Con esa sola frase, todo lo que venía cuesta abajo se transformó en posibilidad. 
La ficción, palabra liberadora. "En la novela está todo permitido. Es un género sucio, que puede contener de todo: crónica, poesía, artículos, cualquier otro género. Lo único que no debe hacer la novela es aburrir".

Suicidas y prófugos

Volvamos al Tano. En “No pidas nada”, este periodista de investigación descubre que la fuga y el suicidio de ciertos militares no son hechos aislados. Cada uno lo ha hecho a su modo: el Capitán Vázquez, veneno; el General Dip, gas; el Prefecto Estévez, ahorcamiento. Ante el dato de que queda “un suicida que vive”, el Tano se embarca a Brasil en busca, precisamente, del capitán de Navío Juan Anselmo Turelli, torturador de militantes detenidas durante la última dictadura cívico-militar. Todos han decido escapar de las consecuencias por sus actos. Sin arrepentimiento, reivindican “la lucha contra el terrorismo apátrida”. Pero la investigación lleva al Tano a descubrir, además, las conexiones de una logia secreta con esas fugas, bajo el ritmo del carnaval carioca.

“¿Por qué se matan los que mataron?”, esa pregunta le surgió a Reynaldo cuando descubrió un artículo pequeño sobre el suicidio de un puñado de militares. A partir de allí, la idea de la novela se encendió en su cabeza. “Me puse a averiguar si había una cantidad de militares presos por delitos de lesa humanidad que se habían suicidado. De hecho, hay algunos, pero no me daba para un texto mayor. Empecé a pensar en las fugas: son 150 los militares prófugos en este momento. Entonces pensé: ‘Voy a darle una solución literaria a esta cuestión. ¿Cómo es tan fácil escaparse? ¿Quién los ayuda?’. Imaginé una suerte de logia que sirve para escapar y matarse, antes de que comparezcan ante el juez”.

- Tu protagonista, como bien asume la tradición de la novela policial argentina, no puede pertenecer a las fuerzas. Pero, ¿puede, a esta altura, ser todavía un periodista el investigador?

- Creo que el hecho de que nuestros ‘detectives’ literarios no sean policías (por la larga lista de delitos, corrupciones y abusos que sobran en nuestra historia y se reflejan en la novelística) es una variante interesantísima. Hay algunos pocos casos, pero nunca nos parecerá verosímil la figura del policía o detective con placa que busca el bien y la verdad, como en la tradición anglosajona. En cuanto a si el periodismo también entra en el descrédito: “Puede ser, si sigue así. Igual hay gente que sigue haciendo bien su trabajo”.

- A tu protagonista lo moviliza la búsqueda de la verdad. Pero, ¿qué podemos entender hoy por "la verdad"?

- Siempre puede haber distintas miradas. Pero antes, el hecho era sagrado. Podías verlo de un lado o del otro, pero el hecho estaba ahí, se respetaba como tal. Lo que sucedió con la pelea entre el kirchnerismo y Clarín es que se logró vulnerar el hecho. Ya no importa qué pasó en realidad sino cómo logro afectar más al otro. Él, dice, ha tratado de seguir una línea coherente, con tranquilidad y rigor periodístico. “Analizo de la misma manera al kirchnerismo, al macrismo, al socialismo”.

La ficha

Reynaldo Sietecase presenta "No pidas nada"
Día y hora: hoy, a las 17.30.
Lugar: Sala Tejada Gómez, en el Le Parc (Godoy Cruz y Mitre, Gllén.).

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