Un grupo de presos del penal de Boulogne Sur Mer protagonizó una revuelta de más de dos horas arriba de los techos, reclamando beneficios, principalmente para internos mayores de 60 años y para quienes están próximos a cumplir sus condenas. Esto frente a la pandemia del coronavirus y a los riesgos de contraer la enfermedad en la cárcel.
El primer objetivo que se pusieron los detenidos que se manifestaron, unos 150 y de al menos dos pabellones, era revisar la situación de alojamiento de los más grande, que frente a su edad entran en el grupo de riesgo ante el Covid-19.
También hicieron hincapié en aquellas personas que están cerca de cumplir sus penas, para que reciban una morigeración o accedan al arresto domiciliario.
Con banderas, frazadas, encapuchados e incendiando algunos colchones, los reclusos se visibilizaron en las alturas de Boulogne Sur Mer, sin extenderse hacia San Felipe, el complejo colindante.
Los presos insistían que era un reclamo pacífico, y se quejaron por algunos disparos efectuados por las fuerzas de seguridad que buscaban recuperar el orden.
Los revoltosos exigían la presencia de autoridades para negociar y luego una comunicación a los medios, a modo de contar con testigos públicos sobre los acuerdos.
Finalmente al lugar de conflicto llegó Eduardo Orellana, el director del Servicio Penitenciario, quien manifestó que desde este martes junto a los jueces con competencia penal analizarán qué internos están en condiciones de ir a domiciliaria por su edad, condiciones de salud o enfermedades preexistentes y aquellos que puedan llegar a estos beneficios porque están condenados por delitos no tan graves y próximos a salir en libertad.
Con respecto a esto, desde la semana pasada se habla de un habeas corpus que podría habilitar a reos con penas de hasta un año a salir de la cárcel y terminar de cumplir en sus casas, bajo en seguimiento a través de una aplicación y teléfonos celulares que permitan corrobar permanentemente la residencia de estos hombres.
Esta alternativa se plantea en base a la falta de pulseras y tobilleras electrónicas para el seguimiento.
Otro pedido fue por la higiene en los calabozos, la salubridad y los alimentos, a lo que oficialmente se respondió que se han duplicado la cantidad de insumos para la limpieza y que hay mecanismos de prevención a diario para que el virus no entre a los penales. Destacaron que en casi 40 días de cuarentena no hay contagios en las cárceles.
Finalmente, cerca de las 20 los internos se conformaron con la negociación y los cabecillas de cada pabellón dieron la señal de bajarse de los techos. El conflicto culminó sin heridos y quedaron a la espera de las novedades que se puedan producir a partir de esta tarde, cuando los jueces empiecen a revisar nuevos casos.
Semanas atrás ya han sido tratados y evaluados algunos otros en audiencias judiciales, con lo cual se espera que estas definiciones sigan en los próximos días.
Primero en Buenos Aires, luego en Mendoza
En un efecto “contagio”, desde hace una semana se vienen conociendo los pedidos y reclamos de presos de todo el país frente al avance de la pandemia y al miedo de contraer Covid-19 por las condiciones de hacinamiento en las que viven.
La primera revuelta que se hizo mediática fue la de la cárcel de Melchor Romero, en La Plata, Buenos Aires, donde los reos también asomaron por los techos para pedir celeridad en las causas y la resolución de posibles arrestos en viviendas.
Luego, el viernes pasado llegó quizás la mas violenta de las manifestaciones en Devoto, con internos que destrozaron parte del techo del penal. Situación tensa que duró varias horas y en la que hubo heridos.
También ese día se acoplaron las mujeres de El Borbollón, en Las Heras, con incendios en las instalaciones. Como respuesta de las fuerzas, denunciaron represiones.
Mientras que en Boulogne Sur Mer y San Felipe la semana pasada se encendieron las alarmas, con algunos presos que iniciaron una huelga de hambre también como medida de protesta, viralizando algunas fotos de ellos con la boca cosida