Arterias que convergen al estadio de Godoy Cruz convertidas en "hormigueros" humanos. Zaguanes y patios de casas ubicadas en las calles adyacentes a la institución departamental, transformadas por arte de magia en albergue de motos, motonetas y bicicletas.
Pregón de entradas para evitar la molestia de las colas. Automotores ostentando patentes de provincias vecinas. "Tonada" puntana sorprendida en charla interprovincial con la simpática “arrastradita” cordobesa y el mendocino "io".
Toda esta convulsión, este disloque desusado, fue la inmediata resultante de un esfuerzo ponderable realizado por directivos de Godoy Cruz al conseguir la presentación del bicampeón Santos Fútbol Club de Brasil en nuestra provincia.
La expectativa no se circunscribía a presencia un partido. Había que ver a Pelé: tocarlo, sentirlo. Por eso no fue de extrañar que cuando hizo su entrada al estadio, el ómnibus que conducía a la delegación visitante, el vehículo se transformara en verdadero racimo humano.
Prácticamente desapareció el ómnibus bajo los más entusiastas e impulsivos. Ya en los vestuarios, Pelé se mostró simpático y dispuesto a todo requerimiento. Firmó autógrafos; posó con policías y hasta se agachó para que pudiera registrar un padre la foto con sus dos hijos con el astro; contestó cuanta pregunta se le formuló. Nos dijo que su apodo de "Pelé" no tiene traducción. Que así lo bautizaron sus amiguitos de juegos infantiles; que, en cambio, sus familiares lo llamaban "Dico", diminutivo de Edson; que tenía 23 años y que su cumpleaños es el 23 de octubre (hoy cumple 76 años).
Antes del partido, se juntó con Toninho, Rossi, Haroldo y Almir y jugaron fútbol en un rincón del camarín. El trabajo duró 23 minutos al cabo de los cuáles quienes lo practicaban transpiraban copiosamente. Masajes, euforia y compañerismo expresados en gritos y finalmente vendaje.
Cada uno lo hizo a su manera y los periodistas de Los Andes pudieron ver que Geraldino entró a la cancha sin venda: medias y zapatos. Pelé, por su parte, se puso dos pares de vendas en cada pie, abarcando empeine y tobillo arriba; luego canilleras que los otros no usan.
El partido fue 3 a 2 (Toninho y dos de Peixinho para el Santos y Curi y Marchiori para los mendocinos) y para los visitantes, aunque la verdad que el resultado es anecdótico. No hay que olvidar que para Godoy Cruz jugaron los mejores hombres de los distintos clubes, por ejemplo Víctor Legrotaglie.
El plantel brasileño no tuvo un juego brillante, incluido Pelé, pero si una practicidad extraordinaria aplicando la técnica en grado superior; es decir, lograr o procurarlo, lo más con el menor esfuerzo.
Allí radicaba la potencia del conjunto de la divisa blanca, respaldada por un ejemplar espíritu de colaboración, de rotaciones pensadas, que establecía la responsabilidad con que asumían sus compromisos, hasta el final de cada encuentro. Por momentos se sentía que manejaba las energías.
Al día siguiente, los jugadores visitantes pasearon por el centro de la ciudad despojados de total vedettismo. Eran otros tiempos...
Distinto en todo
Pelé se divirtió adentro de la cancha. En una jugada avanzaba un jugador de Godoy Cruz; quitó Pelé, emprendió veloz carrera; al ser interceptado, disimuladamente tomó del brazo al futbolista mendocino; el juez sancionó la infracción; el delantero visitante adoptó postura de sorprendido y cuando se acercó el árbitro, el campeón del mundo, con la mejor de sus sonrisas palmeó "cariñosamente" al señor del silbato. Picardía y quizás, abuso de confianza.
Luego sobre el final del primer tiempo, Filizzola realizó una excelente intervención. Pelé, sin exageraciones ni gestos desproporcionados mirando al guardavallas, lo aplaudió como un espectador más. Lealtad y reconocimiento.
Sólo un calificativo puede sintetizar este magnífico exponente del fútbol mundial: completo.
Apostillas
Escondidos. Treinta aficionados durmieron la noche del sábado en las tribunas del estadio de Godoy Cruz. En una redada matinal los descubrieron y se quedaron sin partido.
Cambio. "Hasta el público cambió hoy", confesó uno de los jueces de línea. Aclaró: "Ya no arrojan piedras; hicieron impacto en mi espalda con un emparedado envuelto en polietileno".
Costumbres. Mientras en el camarín del Santos los jugadores sólo se enjuagaban la boca y refrescaban la cara, en el de Godoy Cruz, el adiestrador repartía té con limón y pastillas de coramina.
Poco vendimial. A los brasileños les obsequiaron pequeños barrilitos de vinos. Muy bien. Pero lo desconcertante es que la reina departamental de la Vendimia exhibiera en sus regias manos un envase con bebida gaseosa y hasta se fotografió así. Detalles…
Fe. Gylmar se santigua al empezar el partido. Joel lo hace cuando termina.