Mucho han tenido que ver con esta transformación agropecuaria y agroindustrial los Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (CREA), a su vez organizados en la Asociación Argentina de Experimentación Agrícola (AACREA).
Hoy existen más de 200 grupos Crea, ocupando todo el territorio nacional dividido en diversas regiones, los cuales hace poco días realizaron en Córdoba el XX Congreso Nacional CREA, que se hace cada tres años.
El primer grupo Crea fue organizado por el productor agropecuario y arquitecto Pablo Hary en 1957 en Henderson, Daireaux, provincia de Buenos Aires, inspirado en una organización de características similares de Francia. Ese primer grupo reunió a productores vecinos del campo de Hary, que en general se trataba de no más de 10 a 12 personas.
Los grupos se multiplicaron rápidamente en la provincia de Buenos Aires, obligando a Pablo Hary a proveerse de una avioneta para asistir a las múltiples reuniones a las que era convocado. El primer Congreso Nacional fue en 1963. Uno de ellos se realizó en nuestra provincia en la década de los ’90.
Los grupos Crea son asociaciones civiles voluntarias, sin fines de lucro, cuya finalidad es intercambiar experiencias y generar conocimiento individual y colectivamente, los que son compartidos en forma abierta y sin restricciones por sus integrantes, pero que obviamente se convierten en un bien público al alcance de todos los que les interese.
Son un modelo de asociativismo libre y voluntario, que se relaciona estrechamente tanto con otras instituciones privadas como públicas (INTA, Universidades, empresas vinculadas al agro con fuerte participación en investigación y desarrollo, entre otras).
Todo ello se ha traducido en una formidable acción educativa, en proceso de incorporación de conocimiento a la producción agropecuaria y a las industrias derivadas, actividades que hoy constituyen el pilar más fuerte que sostiene la economía argentina.
Además, el interés y la vocación de quienes participan en los Crea va mucho más allá de lo meramente económico, porque procuran integrar la economía en una sociedad mejor y formar personas que se superen constantemente, que creen y sostengan valores que contribuyan a ello.
Un simple repaso de algunos de los temas tratados en los tres días de congreso así lo demuestran: análisis geopolítico mundial; el impacto del conocimiento; sustentabilidad; políticas sociales; comunidad agroalimentaria; arte; el valor de las personas; vínculos generacionales y aprendizaje, empresas más humanas; el capital social y el movimiento Crea; el método Crea tranqueras afuera y adentro.; la ética del cuidado.
Todo sostenido por una acendrada valoración de la cultura del trabajo. Basta observar a esos miles de hombres y mujeres que concurren a los congresos para advertir que el campo lo llevan puesto en el cuerpo y en el alma. En definitiva, una iniciativa de décadas que se consolida y extiende haciendo realidad uno de los pensamientos de su fundador: “No poner la inteligencia al servicio del bien común, es una ofensa”.
