Lo ves. La ves. Se ven... Luego de la separación sentimental que los alejó desde hace un tiempo por situaciones que no funcionaron, pareciera que el cuerpo no acusara recibo, y tuviera esa memoria de sentidos intactos; resistentes al tiempo, benevolentes con la pasión.
En ambos ese impulso a mirarse y recordar caricias, besos, y el contacto al menor abrazo, pareciera haber quedado impune al desencuentro amoroso.
Entonces alguien saluda y hay una respuesta inmediata del otro. Una dubitación en la mirada quizá, mientras en el lugar la gente baila, canta, bebe...
Los sentidos siguen alertas, casi como pulpos que inevitablemente terminan acercando a “los ex”. De ahí en más, la primera frase incómoda, un par de comentarios seductores, miradas, roces... La noche transcurre y finalmente una bocanada de besos, mientras más tarde las dos figuras desaparecen juntas y aferradas cuerpo a cuerpo, sin dejar rastro.
Un encuentro casual, una cita consensuada, una reunión impensada... No importa cómo se dé. Son muchas las ex parejas que viven situaciones similares y que, si bien no pueden seguir juntos, mantienen relaciones íntimas estando solos, o con una nueva compañía.
En esta nota opiniones diversas y datos duros acerca de un tema usual, en donde sentimientos y la sexualidad parecen contraponerse.
Tu cuerpo me suena...
Y en este mar de encuentros y desencuentros: ¿qué será lo mejor cuando muchos sostienen que este tipo de “relaciones” no resulta positivo para ningún miembro de esa “ex pareja”?.
Un estudio realizado por la Universidad de Arizona y (recogido por el Daily Mail), desmiente esta creencia popular.
Retomando el artículo, “cerca de 135 parejas de adultos recientemente divorciados, que han participado en la investigación (publicada en el Journal of Social and Clinical Psychology) seguirían con algún tipo de contacto con sus ex parejas. Este estudio fue realizado por investigadores de la Universidad de Arizona, donde un 82,5% de los participantes han reconocido no romper el contacto con su ex, una vez finalizado el proceso de divorcio, y casi uno de cada cinco (un 21,9%) asegura haber mantenido relaciones sexuales”.
Para la publicación esta investigación “revela que el sexo con un ex (tras el final del matrimonio) puede ayudar, aunque depende de cómo de acabada esté la relación. Sorprendentemente, para aquellos que no han aceptado la ruptura, los encuentros ayudan a aliviar el dolor del divorcio, mientras que para los que sí se han hecho a la idea, el sexo con su ex no cambia nada. Por ello, los investigadores aseguran que esta práctica puede no ser tan emocional como se cree, y de hecho, resulta beneficioso para el miembro más perjudicado con la ruptura”.
¿Mucho dato extremo? ¿Demasiado análisis a algo que se ve atravesado por emociones y sentimientos compartidos, o quizá una apertura a otro tipo de contacto?
Desde la mirada de Paula Corso, psicóloga vincular, este tipo de sustento no tiene desperdicio: “en general estoy de acuerdo con las conclusiones de la investigación. Hay que entender que las parejas siguen manteniendo relaciones porque el proceso de des-vincularse, es un camino complejo y cada pareja lo transita como puede. Las separaciones implican varios procesos de duelos, desde el proyecto compartido y la cotidianidad vivida, hasta la sexualidad experimentada con todo lo que eso implica”.
Por su lado, el licenciado Germán Gregorio Morassutti, especialista en sexualidad y pareja explicó: “luego de la separación, o el distanciamiento de una pareja (sea del género u orientación sexual que tenga), cada uno de los miembros debería pasar por un proceso que todos experimentamos en algún momento de nuestra vida, que se llama ‘duelo’. El mismo es un proceso de ajuste emocional que se realiza después de una pérdida”. Y es ahí mismo, en lo emocional, donde el profesional se detiene y explica: “las parejas se separan en dos esferas: ‘racional y emocional’. Lo racional es lo que se resuelve a nivel de pensamiento. Ahí se podrá encontrar un gran listado de motivos por los que no convendría, o deberían, estar juntas dos personas. Muchas veces estos motivos son los que llevan a hacer maletas o firmar papeles.
Pero, lo que la mayoría de las parejas desconoce en un inicio, es que el proceso emocional tiene otros tiempos; y acá es donde entra el duelo”.
Y es así que realizando esta partición es en donde podemos ver mejor la brecha, el sensor de lo que está pasando. Algo complejo de manejar y sobre todo de percibir, sin entender el sistema del“duelo”.
“El contacto íntimo entre ex parejas suele continuar, por doloroso que sea el proceso de la ruptura. Si hablamos de los ‘pro’ que hay en seguir en este tipo de ‘vínculo’, éstos tienen que ver con poder acompañarse en este estadio. Los ‘contra’ tienen más que ver con que pueden obturar la posibilidad de dar el cierre definitivo a la relación, e inhabilitar la posibilidad de armar nuevas parejas. Lo ideal y positivo sería que la pareja pueda hablar de lo que le está pasando, y que lograse acordar si es bueno o malo seguir intimando, para el proceso que están transitando”, opinó Corso.
El Duelo de los dolidos
“No puedo dejar de estar con mi ex, porque además de desearla, la amo. Aún con la crisis transitada, con las ausencias, mis miedos y los suyos... Nos hemos encontrado de manera casual y se dio de volver a estar juntos. El ‘después’ de tener sexo es complicado, porque ella siente que no estoy preparado para volver, pero tampoco corta la relación del todo. Es confuso, pero siento que el sexo nos acerca más, porque hay sentimientos aún de por medio para rescatar la relación”, argumenta Diego, de 32 años.
Situaciones como las descriptas suelen mantenerse en la ambigüedad del no saber “qué se quiere” para volver a estar con esa pareja. Y aunque el “cómo” no queda claro, pareciera que para algunos, el “con quién”, tiene sustento.
En este contexto relacional el sexólogo explica: “los seres humanos formamos pareja y para eso nos enamoramos. Es decir: depositamos en el otro ciertos aspectos que hacen que construyamos proyectos y anhelos compartidos; como años juntos, viajes, familia, etc. Cuando una relación se rompe, se debe aceptar que esta parte de nuestra vida se pierde; es decir: de hoy para delante. El pasado es pasado, y lo vivido no lo podemos borrar. Cuando este proceso de aceptar la pérdida se logra, aprendemos a vivir sin esto que perdimos”.
Sin embargo el duelo de los dolidos no resulta un proceso sencillo, y es justo ese talón de Aquiles el que sangra cuando una, o ambas, partes no han trabajado esa pérdida.
“La vida actual lleva a tener poca tolerancia a los procesos y a los tiempos de un duelo. Todo lo necesitamos para ayer. En el plano racional esto genera altos niveles de estrés, pero con esfuerzo muchas veces se logra. En lo que hace al plano emocional tiene su propio tiempo y proceso, y no damos mucho margen a estos aspectos, no dejamos que las personas lloren, estén tristes, sientan rabia, se equivoquen... En fin: que sientan y sean humanas. Les exigimos que estén bien, pronto, y eso no puede ser así”.
Estaciones de superación
Como un tren que transita por diferentes sitios, en donde cada pasajero deja el camino para lanzarse al andén cuando es el momento indicado. Así, y muy metafóricamente, es el proceso de duelo para cada quien; y su permanencia con un pie anclado en lo sexual... ¿Si hay manera de volver al transporte o es el momento de saltar? Lo sabe cada uno, porque cada relación es única y tan personal que no admite comparaciones. Lo bueno es entender qué sucede en ese contacto, y descifrar su verdadera razón de ser.
“Tener relaciones con los ‘ex’ después de una ruptura, no es más ni menos que formas diferentes de atravesar el duelo. Cuántas veces con la pérdida de un ser querido, miramos su foto o recorremos lugares que visitamos juntos. Las parejas generalmente tienen múltiples motivos por los que se eligieron: compañía, proyectos, gustos, sexo, constitución de una familia, etc. Imaginemos estos aspectos como maderitas en una balsa donde viaja la pareja, algunas de ellas podrían estar un poco añejadas o podridas, pero seguramente otras no. Esas maderas buenas son las que se usan en una terapia de pareja para flotar, hasta que puedan fortalecer la balsa. Pero, en algunas parejas, estas maderas no son suficientes para mantener a flote a los dos, y se llega a la separación; tras la cuál hay que aprender a nadar solos. En este aprender podemos, en algunos momentos, compartir alguna madera fuerte que tuvimos como pareja, puede ser el sexo, la relación con los hijos, o las salidas”, fundamentó el profesional.
¿Pero cómo estar preparados mientras esto ocurre, para poder seguir con nuestras vidas?
Eliana, de Maipú; profesora de inglés de 28 años, contó: “Decidí despedirme de mi pareja porque seguía manteniendo relaciones con él, pero creo que eso nos confundía más a ambos. No podíamos estar juntos, ni emprender una nueva historia. Entonces fui a una profesional y me ayudó a salir del círculo vicioso, aceptando la separación. Si bien luego me siguió buscando, yo conseguí trabajar mi duelo, y seguir adelante con una nueva persona”.
Y es justamente ése el caso que describe Morassutti: “este compartir intimidad ayuda a transitar el duelo, pero a la vez es un elemento generador de conflicto con nuevas parejas. Por eso es más aconsejable concretar una nueva pareja cuando nos sintamos preparados, aunque no siempre la realidad se presenta así, y muchas veces agregan un grado más de complejidad a estos procesos. Lo importante es que después de un tránsito de duelo, se acepta la pérdida: no se olvida. Por lo tanto nos puede seguir provocando emociones de las más diversas, desde el odio hasta el amor; y es bueno autorizarse a atravesar estas emociones, para sentirlas y no poner el ‘debería’ por delante. La razón y las emociones son como agua y aceite, pueden estar juntas pero no mezcladas”.