La Revisión técnica vehicular tiene por objeto tratar de atenuar la incidencia de factores técnicos en los accidentes viales. Si analizamos estadísticamente la frecuencia y gravedad de los accidentes viales, veremos cómo los factores técnicos (estado mecánico de los vehículos) gravitan en un porcentaje muy bajo, casi insignificante, siendo los principales y más frecuentes motivos: el exceso de velocidad, el conducir bajo los efectos del alcohol y de narcóticos, sumados a la pésima educación vial de los conductores, la falta absoluta de observación, respeto y cumplimiento de las normas viales en vigencia y de las señalizaciones viales.
Siendo así, no hay razón para practicar una extensa inspección de otros factores que ya se realizan en otras circunstancias y medios oficiales, como los Registros del Automotor, plantas verificadoras, controles policiales viales, etc. los que se encuentran encuadrados en otra legislación específica.
Agregar estas verificaciones duplica varias funciones ya existentes, demandando más personal, costos y tiempo, demandado a los usuarios obligados a cumplir con la gestión, provocando largas colas, pérdidas de tiempo y aglomeraciones insoportables que deben soportar estas irritantes situaciones en inadecuadas condiciones.
Las RTV deberían ser lo que su nombre y espíritu de creación indica: realizarse solamente sobre los sistemas, componentes y elementos técnicos que pueden incidir en la seguridad vial.
Además, no debemos olvidar que si bien en nuestra provincia,aunque existe una cierta cantidad de vehículos de reciente fabricación... aún se mantienen en excelente servicio una gran cantidad de vehículos que ya tienen varios años de edad y son justamente estos los que, en su mayoría, están en manos de ciudadanos de menores recursos económicos, cuyos trabajos dependen de esos medios (camionetas, camiones, automóviles, en actividades de repartos a domicilio, traslado de cargas a corta distancia, taxi-flet, etc.
Es de sentido común entonces, que no se debe aplicar una pesada carga económica adicional y con una pérdida de sus tiempos de trabajo. Todo esto se suma a la desastrosa situación económica que atraviesa el país, con altos costos de combustibles, lubricantes, repuestos, más los seguros obligatorios, enmarcados en un momento histórico de profunda crisis laboral, económica y social, en un agitado año político.
Además, las verificaciones deben ser realizadas por personal calificado, con los necesarios conocimientos de mecánica, electricidad y electrónica, dotados de los elementos adecuados.
Estas condiciones deben ser aseguradas y garantizadas por el Estado, simplemente, disponiendo que los talleristas y mecánicos interesados en participar en estas labores se deban inscribir y se les dicte un breve cursillo sobre los aspectos y técnicas a verificar, incluyendo una evaluación habilitante.
Estos cursillos pueden ser dictados gratuitamente en las escuelas técnicas de la provincia, en horarios y días especiales para que puedan asistir los mecánicos sin distraer sus labores habituales en sus talleres, y/o en las facultades de ingeniería locales, siendo que estos cursillos pueden ser dictados por alumnos de los últimos años, sin excluir a profesores voluntarios.
Las RTV deberían centrarse en la verificación de un mínimo de aspectos técnicos que pueden provocar accidentes: sistemas de frenos; sistemas de dirección; estado de los neumáticos; sistemas de iluminación: faros, luces de freno, indicadores de viraje (excepto en la motocicletas, ya que es un dispositivo que no todas las máquinas incorporan en su fabricación) y el conductor puede usar señas manuales reglamentarias; buen cierre y trabas de seguridad de las puertas; cinturones de seguridad, apoya cabezas; espejo retrovisor reglamentario (interior y sobre el costado izquierdo); existencia de cáncamos de remolque y/o ruecas de auxilio, montadas de modo que no sobresalgan de las defensas reglamentarias.
De este modo las verificaciones pueden ser realizadas por simples talleres mecánicos particulares, estratégicamente localizados en la geografía de las ciudades de la provincia y con personal con cierta experiencia y sin necesidad de estar dotados de complicados, sofisticados y de altísimo precio, equipos electrónicos y herramientas especiales.
De este modo se posibilitaría la habilitación de cientos de talleres distribuidos racionalmente en las distintas ciudades y centros de población, lográndose así infinidad de ventajas, como:
- Dar trabajo a talleres y mecánicos simples, que actualmente languidecen casi sin trabajo.
- Disminuir drásticamente los costos que deben soportar los usuarios.
- Simplificar la gestión, insumiendo cortos períodos de tiempo, sin colas ni esperas, otorgando cupos y turnos ordenadamente entre los usuarios con residencia en las áreas cercanas a la ubicación del taller.
- Distribuir racionalmente el dinero recaudado entre un sector de población que realmente lo necesita y no entre funcionarios o rentas generales, es decir se cubriría una real necesidad social.
- Evitar la creación de un "monopolio" con clientela cautiva en manos de una sola organización, situación que permite desarticular cualquier intento de "participación" en las ganancias por parte de las personas con influencias sobre los funcionarios otorgantes de las autorizaciones.
- Posibilitar que un organismo idóneo, por ejemplo alumnos avanzados de los institutos superiores de mecánica e inclusive estudiantes de las facultades de ingeniería con la especialidad adecuada, guiados por sus profesores, realice inspecciones de los talleres, lo que incrementará el espíritu de participación y colaboración para con la sociedad.
- Cuando en un vehículo se determine la necesidad de realizarle alguna reparación o sustitución de partes para encuadrarlo en las normas de seguridad, podrán ser realizadas en cualquier taller a elección del usuario dentro de un período adecuado y volver a someterlo a revisión, sólo de los elementos observados y reparados o remplazados, evitándose así que los talleres "rechacen" un vehículo solamente para poder repararlo y cobrar el trabajo y los repuestos empleados.
Es por eso que, si aún así, se decide poner en práctica esta gestión, estas consideraciones pueden bajar drásticamente los costos de estas revisiones y el producido quedaría en beneficio de pequeños talleres, distribuidos racionalmente, evitándose las suspicacias de participaciones espurias que diariamente denuncian los medios de información.