Las grasas saturadas son prácticamente "el cuco" para la alimentación saludable, acusadas de ser las responsables de favorecer las patologías cardiovasculares. Pero hace unos días, la reconocida publicación British Medical Journal (BMJ) dio a conocer una investigación que cuestiona la reducción de su consumo.
Allí se asegura que las derivadas de las carnes (entiéndase magras) y de los lácteos aportan nutrientes que en realidad tienen una función protectora. Además se cuestionan los productos industrializados reducidos en grasas ya que aportan hidratos de carbono que indudablemente pueden conducir a este tipo de patologías si se consumen de manera desmedida, tal cual la tendencia actual.
El artículo inglés señala que se han satanizado desde la década del 70 cuando Ancel Keys concluyó que existía una correlación entre la incidencia de la enfermedad coronaria y las concentraciones de colesterol total. Desde entonces, se aconsejó reducir su ingesta y esta concepción ha dominado el ámbito médico.
Lo novedoso es que se asegura que investigaciones médicas han podido demostrar que esta tendencia, por el contrario, ha aumentado los riesgos cardiovasculares. Valiéndose de iniciativas anteriores , se señala que esta tendencia, por el contrario, ha aumentado los riesgos cardiovasculares.
La defensa
La mayoría de este tipo de ácidos grasos puede encontrarse en alimentos de origen animal como carne, leche y derivados enteros como yogur y quesos.
Se hace referencia a que la deficiencia de vitamina D conlleva un riesgo significativamente mayor de mortalidad cardiovascular mientras que los productos lácteos son proveedores tanto de ésta como de vitamina A. Además aportan calcio y fósforo que disminuyen la presión arterial y por ello pueden colaborar con la reducción del riesgo cardiovascular.
Por otra parte, aseguran que la grasa tiene mayor contenido de energía por gramo en comparación con la proteína e hidratos de carbono.
Según un estudio mencionado allí, esto quedó demostrado al evaluar mejores resultados comparativos en descenso de peso entre personas que habían hecho dieta con más proporción de grasas y aquellas que habían privilegiado los carbohidratos.
Se suma que pese a que en Estados Unidos la proporción de la energía proveniente de la grasa se ha reducido del 40 al 30% la obesidad se ha disparado. Esto teniendo en cuenta que esta enfermedad está asociada a otras patologías que pueden redundar en cardiopatías.
"La industria de la alimentación compensa la sustitución de la grasa saturada con azúcar añadido". Consideraron que ésta es un factor de riesgo independiente para el síndrome metabólico (el grupo de hipertensión, triglicéridos elevados, colesterol HDL bajo, y el aumento de la circunferencia de la cintura).
Para demostrarlo destacan que dos tercios de las personas que actualmente ingresan al hospital con diagnóstico de infarto agudo de miocardio realmente tienen síndrome metabólico, pero el 75% de estos pacientes tiene concentraciones de colesterol total completamente normales.
Por otra parte se cuestiona la preferencia por la medicación con estatinas para corregir los niveles de colesterol debido a sus efectos secundarios, por lo que consideran adecuado para su mejora una dieta equilibrada del tipo mediterráneo.
Visión local
Los especialistas mendocinos consultados sobre esta postura tan diferente de la propiciada hasta ahora en general prefirieron no opinar, dado que se trata de una perspectiva novedosa de la cual desconocen detalles. Sin embargo, según dijeron se sigue sosteniendo la tendencia a la reducción de las grasas saturadas en la dieta.
Nutricionistas apuntan a la disminución del consumo. Para la decana de la facultad de Nutrición, Cecilia Llaver, las grasas "tienen que estar en una proporción mínima en la dieta, de entre 3 y 10%, siempre ha sido así". Pero aclaró que de todas formas el HDL o colesterol bueno es necesario para que el organismo realice ciertas funciones.
Mencionó que incluso la inclinación de estos profesionales en Argentina va en el sentido contrario: "la tendencia es bajar la cantidad de grasas en cuanto al promedio de calorías, hasta ahora era 35% y ahora se habla del 30% de grasas generales y de ellas no más del 10% de origen animal y saturadas. De esto se va a hablar en el Congreso de la Sociedad Argentina de Nutrición que será del 6 al 9 de noviembre en Mar del Plata".
La licenciada coincidió en cuanto al problema que implican los hidratos de carbono, "porque el excedente de su ingesta excesiva igualmente se transforma en grasas y el valor en sangre son los triglicéridos. Eso puede llevar a la obesidad, diabetes o síndrome metabólico que es un conjunto de enfermedades que implican mayores posibilidades de tener eventos cardiovasculares".
De todas formas recalcó que un solo factor no va a determinar una cardiopatía, ya que influye el sexo, el tabaquismo, el sedentarismo, el sobrepeso y la carga genética.
Cardiólogos discriminan por tipo de grasas. Las investigaciones recientes apuntan a que hay que poner más el foco en la calidad de las grasas y no tanto en su cantidad. Así lo refirieron el doctor Orlando Caruso, cardiólogo- Jefe del Departamento de Cardiología Hospital Central y la doctora Raquel Saa Zarandón Jefe de Unidad Coronaria del mismo nosocomio. Ha quedado demostrado que no todos los ácidos grasos tienen los mismos efectos.
En estudios metabólicos se ha observado que los ácidos grasos poliinsaturados (AGPI) disminuyen los niveles de colesterol mientras que los ácidos grasos saturados (AGS) lo aumentan, por lo que los primeros se consideran un aporte positivo a la dieta. Estos están presentes en aceites de origen vegetal, la nuez, maní o almendras, por mencionar los más populares.
Sin embargo, según un artículo referido por los médicos se hace una diferenciación entre tipos de grasas saturadas que permite asegurar que algunas de ellas no son nocivas. Es que algunos estudios descubrieron que las grasas saturadas de cadena corta y media no afectan los riesgos de enfermedad cardiovascular . En este grupo incluyeron a la leche de rumiantes, entiéndase lácteos.
Por ello es que los especialistas señalan que los ácidos grasos ya no deben ser considerados en bloque sino que en las recomendaciones a seguir en una dieta se avanzará hacia aquellas que sean específicas para cada tipo.
Por su parte, el cardiólogo Nelson Fredes dijo que "todos los alimentos consumidos en cantidad moderada no hacen mal, pero no es bueno comerse un asado completo tres veces por semana".
En todos los casos se destaca que se debe bajar colesterol malo y subir el HDL dejando de fumar y haciendo gimnasia al menos tres veces por semana, además de una dieta cuidada rica en frutas y verduras.