Revaloricemos la puerta de entrada a Mendoza

Los habitantes del Desaguadero se encuentran con un serio problema porque no reciben agua potable. El acueducto que se construyó desde La Paz ha sido “pinchado” en varios sectores. Mendoza debe poner nuevamente en valor la mencionada zona, porque se tra

Revaloricemos la puerta de entrada a Mendoza

Durante décadas, en medio de ese extenso desierto constituido por 215 kilómetros entre San Martín y la ciudad de San Luis, el Arco del Desaguadero era el único oasis existente en el camino, convirtiéndose en una de las postales de Mendoza.

Pero también durante ese mismo lapso no se han producido cambios importantes y todo se mantuvo igual: la antigua hostería, la pequeña capilla y dos o tres edificaciones humildes en los alrededores.

Hubo infinidad de anuncios sobre posibles mejoras pero sólo quedaron en eso: anuncios, sin obras concretas. El tiempo transcurrido también permite establecer que no se trata de echar culpas a una gestión gubernamental sino que la desidia alcanzó a muchos gobiernos de distintas extracciones políticas.

A pesar de esa situación, se suma ahora un nuevo inconveniente: el de la falta de agua potable. Debe señalarse en este aspecto que, para solucionar el inconveniente, años atrás se construyó un acueducto de 40 kilómetros de extensión que parte de la villa cabecera de La Paz.

Sin embargo, el mismo no recibe el mantenimiento necesario y los que conocen aseguran que está saboteado, que a lo largo de su extensión hay conexiones clandestinas que se internan en los campos, en muchos de los casos para destinar al consumo de los animales.

Así, entonces, el agua llega en cuentagotas a Desaguadero y, de acuerdo con lo que señalan los vecinos, hay que esperar media hora para llenar un balde, problema que se acrecienta en el caso de la hostería en razón de que muchas veces no puede ofrecer el baño a sus clientes. El inconveniente se multiplica para el resto de los 900 habitantes  de la zona, en razón de que afecta a dos barrios, dos escuelas, un centro de salud y un destacamento policial.

Así, mientras en Mendoza el viajero que quiere hacer un descanso en su viaje debe enfrentarse a numerosos inconvenientes, dos kilómetros más al Este, en San Luis, funciona una isla de servicios conformada por un amplio complejo de edificaciones destinadas a la atención de los viajantes.

Se trata -de acuerdo con lo que señalaron las autoridades en el momento de la inauguración- de un polo de desarrollo turístico y económico “que beneficiará a la región” y que está destinado a brindar servicios a cinco mil vehículos que diariamente pasan por el lugar.

Funcionan una parrilla, un drugstore, un lubricentro con gomería y hay oficinas destinadas a registro civil, destacamento policial y cabinas de peaje.

Siempre se asegura que la primera impresión es la que vale. Cabría preguntarse entonces qué impresión puede llevarse un turista que, habiendo pasado minutos antes por un lugar con edificios y tecnología de última generación, se encuentra llegando a Mendoza (con el antiguo arco incluido) con un panorama desértico y con mínima infraestructura si decide detenerse en la hostería para descansar y solicitar un sanitario.

Las autoridades municipales han manifestado que el interés por mantener y recuperar Desaguadero es creciente y que los inconvenientes se plantean con las decisiones de algunos que “pinchan” el caño para surtirse de agua potable. Pero eso lo debe solucionar el Estado con sus instrumentos.

En síntesis, Mendoza necesita que la zona de Desaguadero sea nuevamente puesta en valor. Es la puerta de entrada a Mendoza y por ello exige que se desarrollen las obras necesarias para que el turista descubra las bondades de la provincia desde el mismo instante de ingresar a ella.

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