La moda se mira y reconoce en un camino inmortal, a través de prendas-ícono que surgieron en un contexto especial. Fueron creciendo y potenciando su presencia en la sociedad e incluso, a través de los famosos y celebrities de ese momento, atravesándolos. Inalterables, inmortales y generosas.
Este sentido de generosidad no es caprichoso. Más bien se deja percibir siempre, mixturándose con lo moderno, chic, y glam que la moda propone en su infinito juego actual.
Por eso qué mejor, desde Estilo Moda, que recrear esa exquisita conciencia de algunas de las líneas retro de los ‘50, ‘60 y ‘70, en prendas que con aires de elegancia atemporal, siguen vigentes.
La apuesta se redobla con la presencia de dos bellísimas mendocinas: Wanda Kaliciñski (Reina Nacional de la Vendimia 2012) y María Fernanda Cruz (Reina de Rivadavia 2011).
Pasá, mirá, y recreá el romance entre lo nuevo y lo retro.
Perlitas inalterables
Es casi imposible no pensar en este concepto. El de verdaderas “joyitas” de determinado estilo de ropa, que se potenciaron por diversos marcos socio-culturales y signaron una época.
Basta pensar en 1950, cuando la moda volvió a retomar todo su glamour, abandonado a fuerza de la realidad de las armas, durante la segunda guerra mundial. La ropa entonces comienza a apelar a una mayor elegancia, con más estilo y personalidad, y destacando la figura femenina que vuelve a través de sus curvas, más definidas que nunca.
En esta década vuelve el esplendor, y triunfa el denominado “new look” de Cristian Dior, a partir del cual la figura femenina se vuelve a forzar con una cintura estrecha. Las jóvenes comienzan a dejar de ser ‘clones’ de sus madres, y comienzan a inspirarse en las actividades deportivas, los pantalones pitillo, las zapatillas de ballet, y el rock and roll.
La mayoría de las faldas eran estrechas, de cintura alta (las faldas lápiz, hoy más remozadas) y llegaban a media pierna; mientras que las chaquetas se descubrían entalladas y más cortas.
También tenían mucha aceptación las combinaciones de falda y blusa, o bien de falda y conjunto, que consistían en un jersey y una chaqueta de punto combinada, casi siempre del mismo color.
Pero lejos de una mirada de historia lejana, basta pensar en los mix que hoy podemos hacer con ropa tan chic como glam.
En la actualidad la falda lápiz tiene un protagonismo que arrasa en un amplio abanico de edades. Cintura alta, línea pegada a la cadera, y un largo que llega casi por debajo de la rodilla. Se combina con alternativas tan vistosas y elegantes, como casuales; en el caso de remeras de estampa moderna.
Vestidos “corte plato”.
Con mucha mayor amplitud, pero derivados de lo retro, la actualidad propone este estilo de líneas: elegantes, sentadoras y delicadas en diversas telas y estampas que estilizan la figura. Con énfasis de entalle (más o menos ajustado) en cintura alta, combinalo con una chaqueta corta, para un look muy chic.
Pantalones “pitillo” y calzas.
En los ‘50 coexistieron dos estereotipos diferentes femeninos y fueron adoptados en distintas ocasiones por la misma mujer: una que tenía que ver con el perfil más glamoroso y sofisticado, con ropa de adulta, muy elegante, y trajes de corte Balenciaga, Dior, Fath, Givenchy o Balmain; entre otros. Y otro grupo, en cambio, formado por mujeres jóvenes, casi adolescentes; o que podían tener edades difusas entre 15 y 30 años. Se vestían con ropas holgadas e informales: jeans estilo pitillo (los achupinados de hoy, cintura alta), pantalones capri, chaquetas de cuero, jerseys anchos, faldas amplias, zapatos bajos y balerinas. Una tendencia que hoy vemos, con toques de exquisita modernidad. Basta pensar en los chupines que con camisas, remeras, o suéteres suelen quedar tan casuales, y que solemos usar hasta para un after office. Conjugados con tacos, o las famosas balerinas, son un must implacable.
Vestidos “trapecio”.
La línea decisiva de los vestidos de los ‘60 fue la trapezoidal, que diseñó un joven Yves Saint Laurent, a finales de los ‘50 como director artístico de la casa Dior. Se caracterizaba por unos vestidos o abrigos sin talle, estrechos por arriba y amplios a medida que descendían.
Hoy también es muy sencillo dar con vestidos con este corte, que quedan bien para todo estilo de fisonomía. Ya sean más cortos o largos, con la línea trapezoidal, redoblan la apuesta en hombros descubiertos y detalles muy vintage, con cuellos cortos exquisitos y femeninos.
El blazer, eterno amigo de todo outfif.
El origen mismo proviene de los clubes náuticos desde principios del siglo XX. Se trataba de una chaqueta masculina, fabricada con materiales resistentes, destinada al remo. De hecho no contaba con ningún aditamento más que botones negros, que con el tiempo fueron cambiando a metálicos, y por último dorados. Con el transcurso de los años se convirtió en una prenda destinada a los uniformes de colegio o compañías aéreas.
Pero el clásico blazer, ligado al mundo femenino, se convierte en pieza clave del vestuario de la mujer, de la mano de Yves Saint Laurent; cuando en 1966 creó el famoso “Le Smoking” para mujer. Hoy se recurre al “boyfriend blazer” para resaltar cuerpos finos y delgados, o al 3 botones para estilizar las curvas.
Amoldado al universo de la mujer, el entalle, los accesorios vistosos, e incluso el tipo de telas y materiales con los que se realizan, son simplemente diversos y pueden acompañar looks tan casuales como de noche. Lo claro es que siempre visten a la perfección.
En los ‘70 comienza a democratizarse la moda y se abandona el look único. Coexisten varios estilos a la vez; por un lado el hippie, el look étnico, las melenas, el flower power y por otro lado la cultura de la música, el look psicodélico, la moda disco, las plataformas, los pantalones campana, palazzos, las melenas y el look “Travolta”.
Y es aquí en donde otro “eterno” se entremezcla en nuestro guardarropa: el pantalón “palazzo”: de corte recto, y tan ancho que hasta de pie parecen una falda, regresan directamente desde los ‘70. ¿Quién no cuenta entre sus prendas (ya sea de corte más informal o elegante) con estos “pantalones” cuya forma holgada, estiliza el cuerpo de la mujer; ya que suele tener una cintura alta, que disimula defectos.
La actriz Katharine Hepburn ya lucía, desde entonces, pantalones que pueden considerarse como precursores en este sentido.
Sencillos de combinar, y en diversos géneros y estampas, los palazzos admiten diversidad de complementos para convertir un look de día, en una elegante propuesta para la noche. Ideal para combinarlo con una blusa en transparencias (muy “in”) y lucirse en un evento que requiera sutileza, encanto y elegancia.
Remeras estampadas, camperas modernas en texturas, camisas en transparencias son parte de piezas que en el mundo de la moda se conjugan en un eterno mix alquimista, de prendas invaluables por ser inalterables en el tiempo.
Basta simplemente con mirar las vidrieras, o mejor aún, acudir al armario familiar para reencontrarnos con tapados, pantalones, zapatos, vestidos, accesorios y hasta estilos que se retoman y reinventan de manera exquisita.