Un reciente informe revela que la economía de Mendoza retrocedió y, por lo tanto, ya no se encuentra en el quinto lugar a nivel nacional. Fue superada por la de Neuquén; nuestra provincia cayó al sexto lugar en materia económica.
El dato no deja de preocupar, porque Mendoza, con el doble de población y una economía diversificada, además de una mayor capacidad exportadora, se encuentra por debajo de la participación de Neuquén por el resultado favorable de la industria petrolera que se viene desarrollando allí. La influencia de Vaca Muerta comienza a mostrar resultados.
El referido estudio ubicó a Neuquén con una participación del 3,8% en el PBI nacional y un mayor monto en pesos corrientes: $554.700 millones versus $550.000 millones de Mendoza. El liderazgo lo mantiene la provincia de Buenos Aires, seguida por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), Santa Fe y Córdoba, en cuyos centros urbanos se concentra más del 60% de la población del país.
Por otra parte, si se analizan los resultados por sector, se observa en el referido informe que todas las actividades económicas de la provincia perdieron participación en el total país. Queda a salvo el sector que nuclea a electricidad, gas y agua, en el que se pudo conseguir un aumento de la participación, del 3,32% al 3,42%.
Si nos referenciamos en la mencionada explotación de Vaca Muerta, como puntal del crecimiento por el cual Neuquén superó a nuestra provincia, debe destacarse que dicha zona petrolera tiene una extensión en la parte mendocina de la cuenca neuquina, pero no se ha podido desarrollar conforme las expectativas porque se realizaron presentaciones judiciales de organizaciones ambientalistas opuestas a prácticas concretas de exploración y extracción que en gran medida frenaron el impulso que desde el Estado y el sector privado se pretendía poner en marcha.
Este dato no es menor y en parte explica las razones del retroceso experimentado en el concierto interprovincial. Es que una porción muy importante de la riqueza mendocina ha venido de la mano del petróleo durante muchas décadas.
Estas cifras conocidas marcan una realidad que ni el sector privado ni la dirigencia política en su conjunto pueden dejar de observar y menos aún minimizar. Si bien desde el empresariado en general se viene alertando a los sucesivos gobiernos por lo que se considera un debilitamiento importante de las actividades productivas de la provincia, les cabe a dichos sectores un aporte sustancial con respecto al camino que debe elegirse para que la producción en general le devuelva a Mendoza su impronta de provincia poderosa en lo económico y social. La responsabilidad es extensiva a la conducción del Estado, que no debe dejar de escuchar los reclamos sectoriales.
El actual contexto de orden administrativo provincial debería servir para una planificación en base a iniciativas convergentes que marquen el rumbo hasta encontrar nuevamente el camino perdido.
