Restauran imágenes del siglo XVII y XVIII

Las representaciones de la Virgen de los Dolores, de San Juan y de Santa María Magdalena estaban en un depósito por los daños que habían sufrido. Tras un año de trabajo, fueron recuperadas por el artista Ricardo Cubisino.

Restauran imágenes del siglo XVII y XVIII
Restauran imágenes del siglo XVII y XVIII

En coincidencia con la Semana Santa, el antiguo templo de la Merced, de calle Montecaseros, ha vuelto a presentar en sus naves tres imágenes religiosas del siglo XVII y XVIII, que estaban en muy mal estado y por ello confinadas en un depósito.

Se trata de las representaciones de la Virgen de los Dolores y de  San Juan, que datan del 1600 aproximadamente, y de Santa María Magdalena, confeccionada a fines del siglo XVIII.

El artista que les devolvió su plenitud es Ricardo Cubisino Richardi (48), quien explicó que las obras, principalmente las dos primeras, son joyas del arte hispanoamericano religioso y por eso deben ser cuidadas y preservadas por su valor patrimonial.

El administrador del templo de la Merced, Antonio Rizzo (60), comentó que las imágenes aunque ocasionales, sí pueden ser veneradas en cualquier momento litúrgico.

De hecho no se las veía últimamente por el estado de degradación que tenían por el paso del tiempo e intervenciones poco felices para mejorarlas. Rizzo, quien está en la iglesia de la Cuarta Sección desde que tenía 5 ó 6 años, recordó que las esculturas salían habitualmente en procesión en la década del ‘60, pero después fueron guardadas para que no se deterioran más. Sin embargo, posteriormente y en alguna ocasión, volvieron a salir a la luz.

Un regalo para la feligresía fue que volvieran a exhibirse, totalmente recuperadas luego de haber sido autorizado el arreglo de las piezas por las autoridades de la Orden la Merced.

Cubisino, que ha recuperado numerosas piezas de arte, hizo un diagnóstico de las patologías que presentaban las obras: “La imagen de la Santísima Virgen María -explicó el artista-, corporizada en la imagen de Nuestra Señora de los Dolores, es uno de los tesoros del arte religioso colonial de nuestra provincia”.

Esta escultura data del 1600 y representa a la Madre de Dios al pie de la cruz, recibiendo de su hijo doliente el encargo de convertirse en la Madre de la humanidad, vestida de riguroso luto, a la manera castellana.

De los tiempos de la Colonia

Según explicó Cubisino se trata de una imagen “vestidera” y talla en madera, encarnada a la manera colonial en tiza, cola y pigmento. Los ojos son de cascarón de vidrio pintado.

El experto sostuvo que probablemente fue hecha en los talleres de Quito (Ecuador) y traída a Mendoza a lomo de mula. En la Dolorosa, otra forma de llamarla, el restaurador ocupó un año de labor.

La intervención efectuada por  el escultor consistió en una limpieza total, el afianzamiento de las los tramos de madera y en la colocación de las piezas faltantes. Asimismo se recuperaron parte de la ropa original (que procedía de 1910-1915) y las puntillas de plata y galones.
Al lado de la efigie de luto de la Virgen se observa la de San Juan Evangelista, ambas ocupando los extremos del altar dedicado a San Pedro Nolasco, en la nave norte.

Este santo también está tallado en madera, con ojos de cascarón de vidrio pintado y presenta una curiosidad: posee paladar de espejo (colocado en la cavidad bucal), siguiendo, explicaría Cubisino, una tradición cuzqueña. Es tan antigua como la anterior, de caballete para ser vestida y ornamentada.

“En el tratamiento realizado se eliminaron repintes y arreglos desafortunados, dejando la pintura original nuevamente al descubierto para su correcta lectura”, agregó el especialista.

La tercera representación, la de María Magdalena, seguidora de Jesús, es un poco más moderna que las anteriores, y procedería de fines del siglo XVIII, igualmente tallada en madera de vestir. “En el proceso de recuperación de la originalidad de la pieza, se encontraron diarios antiguos (de la segunda década del siglo XIX), que habían sido colocados para darle volumen al torso”, comentó el restaurador.

Lamentó que 40 por ciento de la pintura original se hubiera perdido, por lo que se procedió a repintar las partes inexistentes. Para ello, Cubisino debió aplicar la técnica que usaban los santeros en 1700, que se llamaba pintura a la vejiga (de un carnero).

El artista remató su explicación con un concepto sobre el valor del trabajo realizado: “Estas esculturas restauradas, que son obras artísticas e históricas, fueron concebidas no sólo para el goce estético de un museo, sino que ahora, en pleno siglo XXI, siguen cumpliendo otras funciones como la evangelización del pueblo, la veneración y dar testimonio cultural y religioso de añejas costumbres de la feligresía mendocina”.

Las esculturas volverán a guarda tras la celebración de la Pascua, pero reaparecerán en cualquier ocasión litúrgica.

Las esculturas de o para vestir

En la obra impresa “La imaginería cuyana”, de Rodolfo Reina Rutini, se explica qué son las imágenes de o para vestir: “Eran también llamadas de candelero o bastidor. Se tallaban únicamente las manos y la cabeza, colocándolas sobre un armazón de madera preparado especialmente. Algunas se complementaban también por pies tallados de acuerdo a lo largo del vestido que cubriría a la representación.

“Luego se colocaba una prenda que guardaba relación con el tamaño de la imagen; los vestidos eran de telas finas de valor, muchos de ellos bordados con hilos dorados y plateados, con el agregado de lentejuelas, perlas y/o algunas piedras”, señala Reina Rutini.

Un templo muy valioso

Las esculturas de imágenes religiosas de Nuestra Señora de la Merced (en Montecaseros 1647, de Ciudad) conforman un acervo de notable valor artístico, al que se agregan las piezas recuperadas.

El terremoto de 1861 destruyó el templo original, que había levantado la Orden de los Mercedarios en 1590.

Tras el sismo, la imagen de la Virgen de la Merced fue rescatada de entre los escombros. Las obras de la actual edificación se iniciaron en 1899. La Virgen de la Merced fue declarada por Manuel Belgrano, como generala del Ejército Argentino.
La edificación es Patrimonio Histórico de la Ciudad de Mendoza.

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