Un puente que cuenta la historia de todo un distrito fue restaurado por la Municipalidad de Lavalle. Se trata de la estructura que pasa sobre el arroyo Tulumaya y que une el centro de Alto del Olvido con un amplio sector rural del departamento.
La pasarela, que tiene más de 100 años, se había deteriorado con el paso del tiempo y si bien los vecinos trataban de mantenerla en condiciones reemplazando las tablas que se salían con ramas y palos, el mismo presentaba peligro para los pobladores.
Así fue como hace tres meses comenzaron las tareas para dejarlo en condiciones. “Se lo desarmó prácticamente por completo, se nivelaron algunos rieles originales y se volvieron a colocar los durmientes que siempre lo caracterizaron”, detalló Rubén Dullosta, delegado del distrito. También se reinstalaron las barandas de los costados y se colocó señalización de seguridad.
La intervención de los vecinos del distrito fue clave para que se llevaran a delante las obras. “Queríamos que el puente se arreglara y que fuera de tabla igual que como estaba antes porque es lo más lindo que tenemos acá”, destacó Elba Mauna, habitante histórica del paraje, quien se mostró muy feliz con la restauración.
“Ha quedado hermoso y estamos muy contentos”, aseguró. La mujer recordó la utilidad que toda la vida se le dio a la pasarela: “Ha sido muy importante porque nos vincula con Tres de Mayo donde hay muchas fincas en las que la gente de acá trabaja”. Si bien en la actualidad el micro ya no pasa más por allí, ya que va por la ruta 36, en un momento sí lo hacía.
Pasaba una vez por día pero ahora solamente pasan autos”, comentó.
Vicente Reynoso (84), más conocido como “El Negro” por sus vecinos de Alto del Olvido, cruza el puente diariamente en su bicicleta. “Ahora es una monada, me acuerdo que en el año ‘46 el puente era muy precario y sólo cruzaban los caballos”, relató. Para él, uno de los problemas principales que tenía la estructura antes de ser restaurada era que una de las barandas se había caído. “Era un peligro, sobre todo para los pibes”, remarcó.
Pero ese rincón del distrito no reviste únicamente una función práctica, sino que siempre fue un lugar de encuentro. “Todos los fines de semana nos bañábamos en el arroyo porque era el único balneario que teníamos”, rememoró el hombre, a la vez que lamentó que en la actualidad las aguas del mismo estén tan contaminadas.
“También los aprovechábamos para pescar. Muchas noches salíamos con lámparas de querosén para encontrar los mejores peces”, narró Reynoso. Por esta relación con el pasado del pueblo, además de restaurar el puente, la Municipalidad colocó en el lugar churrasqueras, mesas y banquitos para que todo aquel que lo desee pueda pasar una tranquila tarde frente al agua.