Restauración ecológica de bosques nativos

Ecología en su expresión más auténtica es el trabajo de conservación y restauración ambiental del bosque autóctono de lavalle.

Restauración ecológica de bosques nativos
Restauración ecológica de bosques nativos

través de la página de Ciencia de este diario, que se publica los días sábados, y de una nota difundida el domingo pasado (23/6, página 12), el lector ha sido informado exhaustivamente del proyecto de Restauración de Bosques Nativos, que se está realizando en el norteño departamento de Lavalle.

Un equipo de profesionales del Instituto Argentino de Investigaciones de Zonas Áridas (Iadiza) y del CCT-Conicet Mendoza, se encuentra dedicado a recuperar el típico bosque de algarrobo y chañares, muy diezmado por distintas razones durante décadas.

A principios del siglo XX, con la llegada del ferrocarril a nuestro territorio, la extracción de madera aumentó sensiblemente.

El algarrobo era utilizado para leña, carbón y para la iluminación urbana a través de la obtención de gas pobre.

Esta fue quizás la etapa de mayor degradación que sufrieron los bosques del Monte, muchos de los cuales han desaparecido completamente.

En las décadas de los años ’40 al ’60, empieza a crecer la vitivinicultura y con ella la explotación de algarrobo y retamo para sistemas de conducción de la vid.

En el pasado las formaciones originales de algarrobos eran muy extensas, y en la actualidad un resto de mucho valor como relicto de esa vegetación autóctona lo constituyen los denominados Bosques Teltecas, en la zona del desierto lavallino, convertidos en una reserva natural en época ya tardía pero que permitió detener la muy fuerte expoliación sufrida.

En vistas de que el bosque nativo sufrió una devastación a lo largo del tiempo,  resulta de un enorme valor ambiental el desarrollo de esta iniciativa que están llevando a cabo investigadores locales del Conicet, con apoyo del Gobierno federal, por mediación de la Dirección Nacional de Bosques Nativos.

Tal vez pueda pensarse que es una intervención reducida, pero muy ambiciosa por la señal que dispara en el camino para mitigar los procesos que ocasionan la pérdida de la biodiversidad.

Objetivamente, se han plantado 2.800 algarrobos en unas 20 hectáreas en fracciones cercanas a la magnífica reserva natural que conforman los Bosques Teltecas.

La labor del grupo técnico que está enfrascado en este operativo,  coordinado por el ingeniero agrónomo Mariano Cony, recolectó las semillas, se ocupó de la producción de plantines y determinó los lugares para la implantación.

Es el mismo equipo que produjo la intervención y recuperación ecológica en proceso de la flora en los alrededores del cerro Arco, zona vastamente diezmada por incendios de campos, no se sabe si producidos en forma espontánea o intencionalmente.

Como sostienen los especialistas, es muy trascendente esta restauración del ambiente tal cual se está practicando en el norte provincial, no sólo como freno a la desertificación sino para estimular otras actividades y fortalecer la zona del secano.

La recuperación de bosques degradados en la zona señalada y en otros puntos del territorio, estimulará un desarrollo social y económico entre los habitantes que todavía permanecen en estos parajes  alejados de las grandes urbes.

Generación de sombra para el ganado de los puesteros; fomentar la producción de forraje para el ganado a través del fruto de este árbol de tronco rugoso y retorcido, la algarroba, y obtener cobertura vegetal que impida la erosión, son algunos objetivos a la vista.

Por supuesto que hay requerimientos de desarrollo económico e industrial que la provincia necesita mantener, apuntalar e impulsar, pero en paralelo no está mal destinar recursos para mantener y recuperar montes naturales, como el de los algarrobales.

Además, de los recursos visibles y tangibles para los ocupantes de esas tierras, como la madera, leña o el forraje para el ganado, generan una serie de beneficios ecosistémicos que, lentamente, se están empezando a valorar y que además, renovarán las esperanzas de los puesteros zonales que persisten, afortunadamente, en permanecer en esos apartados lugares los cuales  podrán ver mejoradas sus condiciones de vida.

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