El cine de género argentino viene entregando buenos productos y construyendo la base de una industria masiva sólida que gana adeptos. En esta idea se inscribe la película de Gabriel Grieco ("Naturaleza muerta", "Hipersomnia") que acaba de estrenar en nuestras salas.
"Respira" apela a los más clásicos ardides narrativos del suspenso y el thriller para construir una trama que nos mantiene atentos y expectantes en la butaca; aunque tiene un talón de Aquiles en guión que la vuelve por momentos previsible.
La película está protagonizada por Sofía Gala Castiglione, Lautaro Delgado Tymruk y Daniel Valenzuela; pero encuentra también una gran fortaleza en el casting con un elenco de actores secundarios que funciona muy bien: Leticia Brédice, Gerardo Romano, Nicolás Pauls, Joaquín Rapalini; entre más.
Es muy interesante la cruza que Grieco hace sobre discurso político ecológico y thriller. Y ahí está la clave de la particularidad del filme porque, aunque hay unos pocos momentos de denuncias sociales demasiado explícitas el juego de la película es introducirnos, como espectadores, en el mundo oscuro, tenebroso y lleno de peligros que involucran los agrotóxicos en los cultivos.
La trama es simple: un piloto desempleado (Delgado), su esposa (Gala) y su hijo (Rapalini) viajan a una pequeña localidad argentina para que el hombre tome un trabajo como fumigador aéreo de los campos. El mismo día en que llegan se van develando sucesos que pondrán en peligro su vida y la de su familia.
Como lo hizo en sus filmes anteriores, el director busca los cruces y acierta en generar los climas y atmósferas que incluso limitan con el terror.
El problema se presenta desde el guion y se traduce luego en la narrativa del filme cuando a esos cruces se suman situaciones que no aportan al nervio y la tensión de la trama sino que flotan en torno de discursos ramplones sobre el mal de los venenos.
Sin embargo, esa dispersión discursiva no conspira contra la base del filme, que es mantenernos expectantes durante todo el metraje.
Una muy buena tarea en la iluminación, la fotografía y la banda sonora cooperan con esta bien intencionada idea de sostener ese cruce de temáticas hasta el final.
También le suman puntos las actuaciones. La de Valenzuela como el capataz que es nexo entre los recién llegados y ese mundo oscuro que no sospechan es un asunto nodal en la película.
También hay escenas atrapantes y todas ellas tienen lugar en los exteriores: la noche de lluvia y barro, los campos donde hay signos aterradores, los maizales que ocultan y develan. Una sensación enrarecida permanecen con buen pulso en esta película que merece el tránsito en la pantalla grande.