Durante el almuerzo del Consejo Interamericano de Comercio y Producción, en Buenos Aires, con la participación de más de 400 empresarios, éstos brindaron un importante apoyo al presidente Macri frente a la crisis que se está viviendo en el país.
En representación de la entidad convocante al evento en el hotel Alvear, Adrián Werthein fue enfático en su discurso al señalar: "Este presidente no se va a ir. Va a concluir su mandato". Y agregó, entre otros conceptos, dirigiéndose a la totalidad de los presentes: "¡Es un momento para apoyar, señores!". Hubo espontáneos aplausos en señal de aprobación por lo expresado. En representación de Macri estuvo presente ese día el ministro de Interior, Rogelio Frigerio.
Cabe señalar que, en contacto con periodistas que cubrieron la reunión, hubo mayoritario consenso para señalar que los hombres de negocios de nuestro país cuestionan el alto costo que para sus empresas representa el ajuste que imponen las actuales autoridades. Pero nadie se atrevió a plantear alguna duda sobre el respeto a la investidura presidencial y la necesidad de que en la Argentina se mantengan los períodos de gestión como marca la Constitución, con más razón si se tiene en cuenta que el mandato de las actuales autoridades electas vence dentro de 15 meses.
El rotundo apuntalamiento institucional se dio la misma semana en la que la casi totalidad de los gobernadores provinciales concurrieron a la Casa Rosada para reunirse con Macri y expresarle el respaldo a la discusión del proyecto de Presupuesto de 2019, que deberá enviar al Congreso el Ejecutivo ante la atenta mirada de las principales potencias económicas del mundo y, muy especialmente, del Fondo Monetario Internacional en momentos claves para la firma de un acuerdo definitivo de asistencia al país.
Por otra parte, con este gesto, de algún modo los empresarios dieron vuelta la página en el marco del delicadísimo caso de corrupción generalizada que destaparon los impactantes cuadernos del chofer Centeno, en el que muchos representantes del sector privado quedaron directamente involucrados por su participación en sobornos que favorecieron tanto a sus empresas contratistas del Estado como a la estructura política kirchnerista, tanto para hacer política como, muy especialmente, para hacer multimillonarios a sus principales referentes.
Por otra parte, seguramente el grueso del empresariado argentino debe reconocer que, más allá de equivocaciones atribuidas a falencias en la determinación de la política económica, el actual gobierno tiene la virtud republicana de favorecer las libertades públicas, aceptar públicamente el disenso y tratar de influir lo menos posible en la conducta ciudadana a través de los medios de comunicación.
Esa suerte de depuración en el staff del empresariado argentino a la que podría conducir la investigación judicial potenciada por los cuadernos de la corrupción kirchnerista, debería permitir que quienes sucedan a los que quedaron cuestionados o directamente involucrados elijan el noble y tradicional criterio del esfuerzo y el riesgo privado antes de caer en el facilismo de la coima como camino para la viabilización de proyectos. Es la apuesta al futuro, con mayor o menor incertidumbre económica, como justamente hoy vive la Argentina, el camino a elegir. Y para ello es prioritario que la calidad institucional, en este caso reflejada en el cumplimiento de las etapas constitucionales en el ejercicio del poder, cuente con el respaldo de todos los sectores de la comunidad.