Ver a la danza como algo potencial y posible en cualquier cuerpo, como un arma mortal intrínseca en los hombres; una herramienta política, donde confrontan pensamientos y nociones; el choque estético, así entiende a la disciplina el coreógrafo Juan Onofri Barbato que en 2010 a raíz de un taller de entrenamiento físico en Casa Joven La Salle de González Catán con jóvenes en situación vulnerable, comenzó su proyecto de investigación y creación Km29 (ver aparte “La danza como salida”).
Luego de su experiencia con “Los Posibles”, la compañía presenta su nueva obra de danza teatro “Duramadre”; un ritual de movimiento, una experiencia radical, sensible y potente entre los cuerpo ansiosos de contacto y vínculo. Atravesado por diagonales artísticas, donde elementos como la luz y el sonido toman aún más protagonismo.
Profundizar la forma
A mediados de 2012, Km29 llevaba cuatro temporadas con “Los Posibles” y estaba en pleno rodaje de la película de Santiago Mitre, que llevó junto a Onofri esta experiencia a la pantalla grande.
Allí latía la necesidad de generar un nuevo proyecto, que fuera más allá de las bases exploradas.
“Teníamos un norte organizador que era pulir el nivel técnico de los bailarines y por ende de la puesta coreográfica. Así empezamos a hacer unos entrenamientos, y un proceso metodológico específico de esta obra que pretendía subir el lenguaje kinésico que veníamos trabajando”.
En ese momento de cruce, entre el rodaje del filme y lo nuevo, se sumó el músico Nicolás Varchausky, quien trajo una propuesta específica para la nueva obra.
Parte del material producto de su doctorado en los Estados Unidos en nuevas tecnologías, significó un elemento fundamental en la investigación.
“Es un trabajo que a diferencia de “Los Posibles” tiene una profundización en el lenguaje expresivo, con una puesta coreográfica con mayor intensidad de movimiento, y la acumulación que sostienen los bailarines a lo largo de la obra.
Por lo cual es un trabajo mucho más demandante física y aeróbicamente. Y la relación con la luz y el sonido es particular. Hay otro encuadre y tiene que ver con un flujo del cuerpo mucho más intenso”, apunta el coreógrafo que además rescata el vertiginoso crecimiento de todo el conjunto para llegar a un nivel profesional.
El mendocino Alfonso Barón, Daniel Leguizamón, Jonathan Da Rosa, Lucas Araujo y Pablo Kun Castro, quienes son conforman la compañía desde su nacimiento, se suma también la mendocina Amparo González Sola, bailarina, docente e investigadora.
“Hay un crecimiento hacia una profesionalidad que yo no esperaba que fuera tan veloz. Y se instaló como un código de trabajo muy profesional, que permite hacer otro tipo de obra. Insisto con la profesionalidad porque en la Argentina, la danza ocupa pocas veces espacios profesionales.
He visto que todo el grupo ha crecido en una línea más allá de los pibes, aunque en ellos es más significativo, porque son muy chicos y empezaron muy de cero. Lo veo así con los bailarines que tienen más experiencia, por ejemplo Pablo Kun Castro que es acróbata, y el proceso que hizo en ‘Duramadre’ es uno de los más reveladores dentro del grupo. Lo mismo sucede con Amparo, es una de las mejores bailarinas que tiene la escena, tiene una capacidad expresiva corporal pocas veces vista”.
La mezcla de lenguajes estético en pos de un objeto valioso, la eclosión y maduración de las potencialidades expresivas disímiles, conforman la matriz del trabajo de investigación de Km 29.
Así el movimiento es una fuerza superior capaz de ayudar a un cambio social y cultural.
“Pensamos la danza como una herramienta política, que nos puede hacer confrontar el pensamiento y la noción que tenemos dentro del cuerpo, sobre el cuerpo, sobre el género, sobre las clases sociales.
Sabemos que en nuestro trabajo todo eso confluye, choca y se problematiza. Yo no puedo disociar a la danza de un pensamiento político, por fuera de la política partidaria. Es una herramienta que establece un matrimonio entre la estética y la política, entre la ciencia y el arte, entre la teoría y la práctica”.
La ficha
Duramadre
Con: Alfonso Barón, Amparo González Sola, Daniel Leguizamón, Jonathan Da Rosa, Lucas Araujo y Pablo Kun Castro.
Dirección: Juan Onofri Barbato.
Día: hoy.
Hora: 21 y 23.
Lugar: sala Violeta, Espacio Julio Le Parc (Mitre y Godoy Cruz, Guaymallén).
Entradas: $100.
La danza como salida
El director e investigador rionegrino Juan Onofri Barbato es uno de los coreógrafos más trascendentes de la escena alternativa actual.
En 2010 brindó un taller de entrenamiento físico a la Casa Joven La Salle, un Centro de Día ubicado en la localidad de González Catán, donde asisten adolescentes en situación de vulnerabilidad social.
Durante ese proceso surgió la posibilidad de dirigir una obra el espacio de experimentación y creación del Teatro Argentino de La Plata.
Fue así que decidió juntar ambos proyectos y fundó la Compañía Km 29, con bailarines y actores profesionales y sin experiencia.
Derribando prejuicios sociales y culturales nació “Los Posibles”, primera puesta de la compañía, que estuvo cuatro temporadas en cartel, y que junto al cineasta Santiago Mitre decidió llevar a la pantalla en 2013.
Lejos de victimizar su realidad, los jóvenes se sirve de la danza como herramienta de inclusión social y una posible salida a sus problemas.
Por eso su trabajo resalta y explora la capacidad sensorial y expresiva que cada uno posee, considerando al cuerpo como espacio de memoria y conciencia, al margen de las diferencias.
Todas las ideas confluyen en una misma producción que toma como eje el cruce de lenguajes estéticos.
A su vez, la compañía creó el Programa Km29 Danza, con el que muestran la experiencia y las actividades del grupo. De este modo se busca impulsar la creación de nuevas producciones escénica, paralelamente a un programa de formación artística.