Hace apenas unos días, el actor Osvaldo Santoro decía en tv que la "Argentina es un país donde no se puede pensar que el teatro no exista". Claro: Santoro vive en Buenos Aires y viene a nuestra provincia cada tanto.
En Buenos Aires, donde vive y trabaja, los espectadores llenan las salas comerciales o alternativas; de lunes a lunes, en cualquier horario, y sean cuales sean las condiciones económicas del momento. Eso pasa en Buenos Aires, puede que en Córdoba o en Rosario; pero en Mendoza, no.
Aquí el público está circunscripto a un gueto ínfimo que va de una a otra sala y es el que le permite a los artistas sostener como pueden la escena local. El público mendocino no es ni exigente, ni exquisito, ni entendido, ni generoso, ni ávido de teatro. Todo lo contrario: es indolente, abúlico, poco ocurrente a la hora de planear el ocio, despectivo e ignorante (si hacemos una encuesta, pocos dirán que saben dónde quedan las salas que no son el Plaza o el Independencia).
Para completar el cuadro, el Estado (provincial y municipal) sigue sin aparecer para crear una conexión cultural entre escenario y platea: persiste en ejercer (gestión tras gestión) una práctica ligada con el gerenciamiento de espectáculos, y no una política estratégica para construir por fin prácticas culturales distintas, a fin de que Santoro tenga razón.
Pero las salas y los grupos locales resisten con dignidad este cuadro desolador (que genéricamente tildamos de “montañés”). Ha habido estrenos notables, riesgos dignos de aplauso y una pasión que resiste el desplante.
Las mujeres, al frente
En sintonía con los tiempos, uno de los rasgos de este 2018 es la presencia de la mujer en primer plano. Durante la Fiesta Provincial del Teatro, las actuaciones femeninas se llevaron los aplausos pero, además, ocuparon gran parte del espectro interpretativo: 6 de las 12 obras programadas tenían a una mujer como actriz.
Basta mencionar a las integrantes de una de las obras más interesantes de ese encuentro, "El experimento, caminarás por la línea marcada" (también fue a la Fiesta Nacional de Teatro): Gabriela Psenda, Valeria Rivas, Daniela Moreno y Federica Bonoldi. O a las formidables Andrea Simón y Celeste Álvarez (que brilla en todas sus apariciones) en "Fragmentario", la puesta de Rubén González Mayo.
"¡Aoi! El gualicho de la malvarrosa" es otro opus destacable, y tiene a Ivana Catanese como autora. También la solvente Laura Volpe en "Los idiotas"; el teatro físico y técnicas de circo de Victoria Favier y Ana Macías en "En tu reflejo". La hermosa y entrañable puesta de clown de "Lo que viene" con Gabriela Simón y Virginia Diblasi; la gran Silvia del Castillo en "Cocinando con Elisa", Sandra Viggiani en "Talula". Podríamos seguir. De hecho, las mendocinas estuvieron en un encuentro federal que se realizó en Córdoba y reunió a directoras, dramaturgas y actrices que se buscan y reconocen.
De los que se van y los que estrenan
Otra de las noticias del año fue el retiro del director y dramaturgo Daniel Fermani. El artista decidió cerrar la historia de la Compañía de Teatro Experimental Los Toritos. Y se despidió con una de las mejores obras del año: "Bajorrelieve apocalíptico". En contrapunto, Osjar Navarro estrenó "La persistencia de los grillos", un shock emocional para el que hay que estar preparado. Volvió también Baby Chiófalo y su compañía EQT, con una megapuesta visual y sonora en el Independencia: "El puchero de oro", que encontró en Paula Ruiz Avalos una interpretación formidable.
Otro acontecimiento fue la reunión de Ernesto Suárez y sus compañeros de elenco ecuatoriano El Juglar.
Los reyes de la noche
Jessica Torrijos y Adrián Sorrentino siguen ocupando este podio. La propuesta de humor nocturno, picante y de cabaret -pese al fárrago casi insoportable de esa moda que es el stand-up- sigue concentrando en ellos los mejores resultados. También la comedia musical encontró este año un circuito -y un aval de público local- para instaurar temporada en Tajamar.
El fiasco del año
Las expectativas que se habían generado con la puesta producida por el Teatro Cervantes en Mendoza fueron vanas. Es que "Tatiana", la obra dirigida por Manuel García Migani, resultó juego literario sin ninguna vitalidad escénica que no le hizo justicia al acontecimiento de articulación entre provincia y nación.
Las tendencias, resisten
Otra edición del Festival de Danza de Nuevas Tendencias confirmó su vigencia. El programa diseñado bajo la capitanía de Vilma Rúpolo entregó momentos interesantes. Un caso es la impactante "Borders", de Leimay Ensamble, en esa grilla muy bien curada.
Un espacio impensado
Este año fue también el del arribo de Pepe Monje a la provincia. El actor con su productora Estudio MonK hizo yunta con Acme -comandada por Laerte Mancuso y Marita Santos- y gestaron un proyecto que promovió estrenos todo el 2018. Se instaló como articulador de territorios y de formación en teatro y audiovisual. El Taller de Artes Combinadas (Tiac) caminó con paso firme y a buen ritmo y extendió sus brazos para amar una red que extendió sus brazos a San Juan.
Seguramente mucho cosas queda fuera de este recuento, porque los elencos y sus artistas producen mucho; las obras que se estrenan tienen un piso digno de realización (Casa Violeta, Las Sillas, Cajamarca, Lita Tancredi, El Taller, El Enko sostienen funciones todo el año); la pasión no declina y pese a todo nuestra provincia es un polo teatral que se ha hecho a fuerza de tozudez y esperanza.