La década de los años ‘30 fue crítica para Mendoza y el resto del país, especialmente por la crisis económica mundial, los vientos de guerra que venían de Europa y la caída del gobierno del presidente radical Hipólito Yrigoyen.
En nuestra provincia, en ese lapso, se sucedieron gobiernos conservadores, que trataron de atemperar los efectos de la recesión apelando a la construcción de viviendas, edificios públicos, caminos y puentes.
El período fue relevado por la licenciada y profesora de Historia del Arte, además de doctora en Historia Verónica Cremaschi (36). Su ensayo “La arquitectura estatal en Mendoza durante la década de 1930”, obtuvo la primera mención de la cuarta edición del concurso “Contá lo que investigás”, de la Editorial de la UNCuyo (Ediunc). La recompensa será la publicación en libro de la extensa investigación. El primer premio, cabe aclarar, quedó desierto.
Cremaschi, que también es becaria posdoctoral del Conicet, sostiene en la fundamentación de su trabajo que “la década de 1930 resulta un período rico en matices, en el que se experimentaron distintas soluciones arquitectónicas en una provincia que crecía vertiginosamente y en la que se producían cambios a nivel tecnológico y poblacional. Durante esta etapa se concretó una gran cantidad de obra estatal destinada a cubrir las demandas sociales en distintos ámbitos”.
El rastreo de la época elegida se hizo a través de la consulta de bibliografía de otros autores, pero básicamente el corpus documental se basa en la consulta de diarios de la época, como La Libertad, La Palabra y, principalmente, Los Andes, además de revistas del estilo de La Quincena Social,
La autora, con prudencia intelectual, sostiene que su enfoque intenta ser complementario de diferentes trabajos que han ahondado en la misma etapa desde otras perspectivas de análisis, como lo han hecho los arquitectos Jorge Ricardo Ponte, Silvia Cirvini y Cecilia Raffa, solo para citar a algunos de los precedentes. “Lo mío es un ensayo, no un producto científico sino de divulgación”, insiste la historiadora.
Obras públicas
Durante la década del '30, como se dijo, el gobierno provincial realizó muchas obras para paliar la recesión que se apoderó de la economía argentina. Fueron realizadas en diversas áreas: vivienda, salud, edificios públicos, puentes y rutas. "La característica que compartían las edificaciones eran su monumentalidad y el empleo de nuevos materiales", acota Cremaschi.
Con el tiempo, algunos de esos edificios se volvieron obras emblemáticas. Ejemplo de ello son el complejo de Playas Serranas, los hoteles de Villavicencio y Potrerillos, el Hospital Central y el Arco del Desaguadero, entre otros, estructuras que en la actualidad presentan diversas realidades. El portal de ingreso por el este a la provincia, por ejemplo, se encuentra muy maltrecho.
Más allá de las particularidades de cada construcción, el conjunto de realizaciones tenía la intención de visibilizar las acciones políticas de los gobiernos de ese lapso del siglo XX. Por eso las ejecuciones fueron acompañadas de una intensa campaña publicitaria y notas de prensa, que la autora describe y presenta gráficamente.
Las etapas de gobierno analizadas corresponden a las administraciones demócratas de Ricardo Videla (1932-35), Guillermo Cano (1935-38), Rodolfo Corominas Segura (1938-41) y Adolfo Vicchi (1941-43).
La investigadora aborda las obras relacionadas con el turismo, las edificaciones levantadas para solucionar el problema de la infancia abandonada y los edificios de algunas municipalidades de la etapa neoconservadora (San Martín y Santa Rosa). De igual modo, hay una descripción de las acciones emprendidas en el campo de la vivienda popular. Una referencia específica, por ejemplo, es el barrio Guillermo Cano, las casas colectivas del período 1935-37 construidas por los hermanos Manuel y Arturo Civit.
Asimismo, hay un somero tratamiento del plan regulador que intentaría poner orden a la ciudad en su crecimiento. Y finalmente, se agrega un capítulo que expone una discusión -trascendente- que se produjo entre dos hacedores de la época: los arquitectos Arturo Civit y Daniel Ramos Correas.
La gran fiesta
No faltan referencias a la cultura de aquellos tiempos. Uno de los logros más destacados fue el nacimiento de la Fiesta de la Vendimia, que data de 1936, a la que le había precedido la llegada del cine sonoro en 1930. El teatro Frank Romero Day, en tanto, data de 1942.
Además, son tiempos de otros avances: la creación del Museo Provincial de Bellas Artes y de la Universidad Nacional de Cuyo, fundada en 1939, y la instauración de distintos salones y premios a las bellas artes.
Como parte de los cambios, a comienzos de los ‘30 surgieron los primeros intentos de agrupación de artistas y escritores. Es así que comenzaron a gestarse distintas agrupaciones que fueron clave en la organización y difusión de las ideas estéticas regionales.
Se destacan la Academia Provincial de Bellas Artes y la Asociación Cultural de Extensión Artística al Aire Libre, ambas de 1933, la primera fundada con la participación activa de los hermanos Civit.
También relevó Cremaschi el surgimiento, a fines de 1933 y comienzos de 1934, del Círculo de Escritores y la institución del Primer Salón del Poema Ilustrado Mendocino, abierto en 1935. Asimismo se gestó en la época la creación de la Asociación de Artes y Letras (1934) y el Primer y Segundo Congreso de artistas y escritores de Cuyo en 1937 y 1938, respectivamente.
La investigadora, sumándose a una corriente de rescate del pasado, hace votos por la conservación de este patrimonio arquitectónico “por su trascendencia en la historia provincial y en el sentimiento de los habitantes”.
Adriana Petra, Patricia Piccolini y Patricia Rodón eligieron la publicación de Cremaschi entre 4 propuestas, que preseleccionó el comité de la editorial.
Los otras fueron: “Nuestro cuerpo ya sabe de física”; “Espiando por la cerradura”, “Una mirada indiscreta y artística de la naturaleza” y “Derecho humano a la educación”.
Los artistas del café Maxim
En el recorrido por periódicos y revistas, Verónica Cremaschi hizo un hallazgo que la emocionó.
En el marco de la apertura cultural que registraban los años ‘30, un artículo hacía referencia a los encuentros de un grupo de artistas, escritores y cantantes autoconvocados, aglutinados en un círculo denominado La Peña.
Funcionaba en el subsuelo del café Maxim, de la calle Lavalle. En una de las fotos de las tertulias, Verónica encontró la foto de su abuela paterna, María Luisa Alsina, cantante lírica.
La Escuela Hogar Agrelo para menores
Otra obra que explora Cremaschi es la Escuela Hogar Agrelo (ex Colonia del Menor) sobre calle Cobos, en el distrito lujanino del mismo nombre. Se trata de una construcción ejecutada por la Dirección Provincial de Arquitectura, bajo la dirección de Arturo Civit.
Este complejo estaba definido por siete construcciones de estilo californiano (incluido un pabellón de castigo) en las casas donde se alojaban menores con familias cuidadoras. Hoy las edificaciones están prácticamente en ruinas y las viviendas usurpadas.