El arzobispo de Tucumán, monseñor Alfredo Zecca, cuestionado por su actuación en el caso del sacerdote Juan Viroche que apareció muerto tras denunciar el avance del narcotráfico y recibir amenazas, renunció hoy a su cargo por razones de salud.
El prelado, de 67 años, informó hoy mediante una carta abierta que presentó su dimisión al papa Francisco, y dijo que espera que sea aceptada para seguir cumpliendo funciones en la Iglesia, pero desde el nuevo lugar que el pontífice decida.
"Estoy convencido, en conciencia, de que sería un egoísmo de mi parte que, dada la fragilidad de mi salud, por todos conocida, continuara con la conducción de esta Iglesia hasta los 75 años en que se invita a los obispos a presentar su dimisión", sostuvo.
"Tucumán necesita un pastor más sano y, por lo demás, nadie es imprescindible".
Monseñor Zecca afirmó que habló "largamente sobre el tema" con el pontífice en una audiencia en febrero en el Vaticano y que el 19 de marzo formalizó su renuncia a través de la Nunciatura Apostólica. Asimismo, subrayó que deja su puesto antes de tiempo "por consejo médico", al asegurar que su estado de salud es "más precario de lo que aparenta a primera vista".
"Los invito, queridos hermanos, a continuar en paz y armonía con nuestra tarea pastoral y a la confianza en que el Señor enviará a nuestra Iglesia un pastor según su corazón. Al mismo tiempo dispongámonos con generosidad a recibir, en el tiempo oportuno, al arzobispo que el Santo Padre designe", pidió.
Monseñor Zecca fue elegido arzobispo de Tucumán el 10 de junio de 2011 por el entonces papa Benedicto XVI y recibió su ordenación episcopal el 18 de agosto de ese mismo año de manos del cardenal Jorge Bergoglio.
En sus casi 6 años al frente del arzobispado de Tucumán, monseñor Zecca tuvo la responsabilidad de organizar el XI Congreso Eucarístico Nacional que se realizó en junio del año pasado en la capital tucumana.
Pero su gobierno pastoral comenzó a ser cuestionado a raíz de su actuación en el caso del sacerdote Viroche, quien el 5 de octubre apareció ahorcado en la parroquia Nuestra Señora de la Nuestra Señora del Valle, de la localidad tucumana de Ingenio La Florida, después de haber denunciado el avance del narcotráfico y haber sido amenazado.
Las pericias en el marco de la investigación revelaron que no había indicios de la intervención de otras personas en la muerte de Viroche y confirmaron la hipótesis de un suicidio, aunque sin descartar que haya sido inducido.
Los vecinos del lugar se manifestaron varias veces en esa localidad tucumana para reclamar justicia y ratificaron que el sacerdote recibió amenazas de muerte por sus denuncias contra bandas dedicadas a la venta de drogas, por lo que había pedido al arzobispado de Tucumán su traslado.
El 6 de octubre, vecinos de Ingenio La Florida increparon a monseñor Zecca en pleno velorio de Viroche, y le recriminaron "haber dejado solo" al sacerdote en la pelea contra el narcotráfico en la provincia.
Asimismo, se manifestaron sorprendido de que monseñor Zecca haya dicho que Viroche le planteó la problemática de la droga en septiembre de 2016, cuando el sacerdote había pedido cuatro años antes su traslado a otra parroquia ante las constantes amenazas de muerte que recibía.
Los cuestionamientos a la actuación de Zecca en el caso Viroche llegaron al Vaticano, donde según fuentes eclesiásticas comenzaron a buscar fundamentos en el derecho canónico que justificaran una jubilación anticipada del arzobispo.