Reconocido por los argentinos como uno de los próceres de la historia y el más grande del siglo XX, dejó un legado ejemplar de patriotismo: esfuerzo, sacrificio y constancia. A ello sumó el amor y la generosidad por los enfermos cardíacos que no disponían de recursos para su costosa atención, y así nació en 1970 su hija dilecta: la "Fundación Favaloro".
}Transformado en "un mendigo", según sus propias palabras, que intentaba en vano recuperar los fondos millonarios que el Gobierno nacional adeudaba a la Fundación, con la convicción de que los recursos aparecerían... (y aparecieron con motivo de su muerte, como él lo previera), el Dr. René Favaloro se inmoló el 29 de julio de 2000, disparándose un tiro en el corazón.
Su legado
A 16 años de su deceso, su legado de excelencia científica y grandeza intelectual y moral sigue intacto.
De regreso de su especialización en los Estados Unidos, abogó incansablemente por el progreso científico, poniendo como ejemplo el de naciones que ya destinaban un porcentaje importante de sus recursos a investigación y desarrollo (ciencias básicas y aplicadas).
Visitó nuestra provincia en abril de 1991, dejando sabias enseñanzas y recomendaciones sobre el destino de estas actividades (Los Andes 11/4/1991). Luchó contra el consumismo extremo, advirtiéndonos que... “actúa sobre las personas como una droga que obliga a comprar para saciar un estado de necesidad”. Propició la defensa del ambiente y condenó el desarrollo de la industria bélica que “... ha eliminado recursos irrecuperables y pone la riqueza al servicio de la destrucción” (Los Andes 11/4/1991).
Su mayor enemigo: la corrupción
Ignorando sus “recetas”, de la mano de la dirigencia inepta y corrupta que gobernó hasta diciembre de 2015, Argentina asiste, hoy, al triste espectáculo de muchos jóvenes sumidos en la droga o en el delito como consecuencia de la pobreza y otros, los menos, involucrados en el latrocinio como resultado de la avaricia de sus mayores.
Por ello decimos que su lucha contra la corrupción -especialmente en las circunstancias que ha vivido nuestra patria- sigue hoy más vigente que nunca.
Porque Favaloro, mejor que nadie, había advertido que este flagelo, si no es corregido a tiempo, termina destruyendo la armónica convivencia, preludio de la inevitable desintegración nacional, como lamentablemente hemos observado últimamente por los hechos de dominio público.
Los irresponsables de siempre
En 2000, en tiempos de “la Banelco”, el gobierno de De la Rúa nos llevó al borde del abismo provocando, entre otras lamentables desgracias, la inmolación de Favaloro. Hoy, ante la comprobación incontestable de los delitos del kirchnerismo, puestos de manifiesto por la Justicia, ante la reinante violencia social y el estado terminal en que se hallan distintos sectores del quehacer nacional, nos corresponde identificar -como lo hiciéramos en nuestra nota de Los Andes del 13/8/2013- a los “irresponsables de turno”; ellos son, a nuestro modesto entender:
1. Quienes permitieron que en las décadas 1990-2000 y 2000-2010, la degradación invadiera la televisión nacional donde -salvo excepciones- sigue cómodamente instalada.
2. Quienes desempeñaron el poder con soberbia, incapacidad o simplemente mintiendo o delinquiendo en el ejercicio de sus funciones gubernativas, legislativas y judiciales.
3. Quienes por acción u omisión permitieron que la violencia -en un país que no tiene motivo o razón que la justifique-, haya sido predicada, provocada y practicada. Esto alcanza a muchos medios de comunicación masiva que no han aprendido todavía la lección y actúan bajo el paraguas de la impunidad.
4. Los “representantes” del pueblo, que violaron el mandato constitucional que dispone que las funciones deben ser ejercidas en resguardo y no para el saqueo de la Patria.
5. Quienes habiendo podido destinar sus inteligencia y habilidades al servicio público, lo hicieron dilapidando sus capacidades en aras exclusivas de sus mezquinos intereses.
6. Los ministros de los distintos cultos autorizados en la República Argentina que, salvo honrosas excepciones -como las del obispo Rafael Rey, del cardenal Bergoglio y del rabino Bergman- no hicieron el esfuerzo suficiente para evitar la degradación, indiferencia y corrupción estructural que azotó al país.
7. Quienes propiciaron o toleraron (boxeo femenino, pornografía, trata de blancas, etc) la degradación de la mujer argentina, arquetipo de la unidad familiar y la concordia social.
8. Quienes contribuyeron a la instalación del facilismo y la indiferencia en los hábitos sociales, olvidando que la Argentina se hizo con el esfuerzo y sacrificio de las generaciones precedentes.
9. Quienes a diario informan sembrando el desconcierto, la desunión y la desesperanza, mediante la difusión de miserias humanas que sólo sirven para excitar la morbosidad y halagar y provocar las pasiones más infames (el ex procurador general de la SCJ de Mendoza, Dr. Rodolfo González, consideraba a la televisión como “un caballo de Troya metido en los hogares argentinos”).
10. En síntesis: quienes no aman a la Patria y, en razón de hallarse Ella en riesgo de desintegración, debieran sin más ser expulsados de nuestro territorio.
Conclusión
La renovación política inaugurada hace pocos meses, alienta -en la sociedad argentina- una comprensible esperanza de paz y progreso que debe cimentarse en la solidaridad y el esfuerzo de todos:
a - Los gobernantes, conciliando y no dividiendo; los legisladores, dictando leyes que combatan el negocio del odio y de la violencia que genera.
b - Los fiscales, denunciando a los responsables del envenenamiento físico y espiritual de la juventud; los jueces, haciendo recaer sobre ellos el peso de la ley.
c - Los periodistas y comunicadores sociales, extirpando el escándalo infame y divulgando, en cambio, la verdad: tanto de la compleja cotidianidad como de la belleza de las buenas noticias que reconfortan el espíritu.
c - Los dignatarios, predicando el amor (sólo el amor); los representantes y miembros de la sociedad civil, redoblando sus esfuerzos por alcanzar el bien de todos.
Será el mejor homenaje a René Favaloro... una señal clara e inconfundible que nos confirme que su inmolación por su Argentina tan querida, no fue en vano.